Cantó el Grillo y se acabó el Summorum Pontificum

La semana pasada, el diario La Croix publicó una nota de su corresponsal en Roma quien anunciaba que el Papa Francisco suspendería el motu propio Summorum Pontificum y, una vez erigida la prelatura personal a partir de la actual FSSPX, serían ellos los únicos que podrían celebrar el rito latino tradicional.

La noticia produjo desasosiego en la mayoría y alegría en unos cuantos. Se inquietaron todos los católicos que, como yo, nos regocijamos hace diez años cuando el Papa Benedicto XVI promulgó su motu proprio restituyendo para la Iglesia universal el rito que había celebrado durante casi dos milenio, reparando de ese modo la injusticia cometida por Pablo VI y confirmada por Juan Pablo II. Se alegraron los progresistas más ideologizados que siempre vieron en la decisión de Ratzinger un cuestionamiento inadmisible a las bases teóricas de la reforma del Vaticano II, y se alegraron también los tradicionalistas más enragé que pretenden la exclusividad de la franquicia “Tradición” para algún grupo en particular. A mi entender, sin embargo, no hay motivos para desasosiegos ni para alegrías.

La única fuente de la noticia es un personaje sobre el que ya hablamos en una ocasión en este blog: Andrea Grillo. Allí comentábamos que, según Sandro Magister, este señor sería bastante cercano a Santa Marta y que su objetivo principal era desactivar el Summorum Pontificum. Es su obsesión; lo desestabiliza psicológicamente la posibilidad que los sacerdotes de rito romano puedan celebrar libremente la llamada “forma extraordinaria”, a la cual detesta. No resulta extraño, entonces, que recurra a todos los medios posibles para lograr su objetivo, aunque estos sean, como es el caso que comentamos, de una simple y burda operación de prensa sin sustento alguno en realidad más que sus propios deseos. Los que correctamente se llama wishful thinking. 

Alguno lector podría decir, con toda razón, que lo mío podría ser también no más que wishful thinking y que la verdad sería la que canta el Grillo. Los indicios, sin embargo, no van en ese sentido:

  1. Al Papa Francisco no le interesa en lo más mínimo la liturgia. Es un jesuita y, como bien decía hace más de un siglo dom Maurice Festugière, para la Compañía de Jesús, la liturgia fue siempre un elemento accesorio y decorativo, pintoresco si se quiere, que complementaba lo verdaderamente importante que era la oración personal según el estricto método ignaciano (La liturgie catholique. Essai d’une synthèse, Abbaye de Maredsous, 1913). Es decir, Bergoglio no se va a cargar un problema extra con buena parte de la Iglesia metiéndose en una cuestión que no le importa. Más aún, se sabe por los indiscretos gossips que recorren los pasillos vaticanos, que en alguna ocasión se ha apostado en los apartamentos del Palacio Apostólico para ver la impresionante procesión que organizan anualmente por los fieles que siguen el motu proprio y que finaliza con una misa pontifical en la basílica de San Pedro. Y que ha manifestado su beneplácito con esta iniciativa.
  2. Más allá de los gossips, lo cierto es que este año esa peregrinación será oficialmente auspiciada por el Vaticano, a través de la Comisión Ecclesia Dei, la que, además, organiza un congreso sobre el tema que tendrá lugar en el aula magna del Angelicum, una universidad pontificia. En él, hablarán los más altos representantes de la Curia Romana, como pueden ver en el programa, y todo finalizará con una misa pontifical celebrada en el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro por un cardenal. Si los deseos del Grillo fuesen reales, nada de esto podría suceder. Por el contrario, se estarían desactivando lentamente todos los apoyos a la celebración de la liturgia tradicional.
  3. Aunque el autoritarismo y arbitrariedad del Papa Francisco son conocidas (ayer conocimos el diálogo que habría tenido con el cardenal Müller antes de su expulsión), como hombre político y de poder, no me parece que le interese crear un nuevo frente de conflicto, sino que le conviene tener arietes que debiliten el poder de sus competidores en el poder real, es decir, los obispos. La creación de una prelatura personal a partir de la FSSPX tiene, también, ese objetivo (es una clara muestra de poder frente a la sorda resistencia de los obispos frente a tal iniciativa), y Francisco sabe que el 25% de los sacerdotes que se ordenan anualmente en Francia son del mundo tradicional (solamente la Fraternidad San Pedro ordenó este año dieciséis sacerdotes). Este hecho es una enorme y más que molesta piedra en el zapato del poderosos episcopado francés, y signo clarísimo que evidencia su fracaso. Y Bergoglio, S.J., no va a perder esta oportunidad de ejercer poder debilitando al enemigo utilizando lo que no le interesa: la liturgia latina.
  4. El Prof. Andrea Grillo está ofuscado. No nos lo dice solamente su expresivo rostro sino también sus escritos. Ya hicimos referencia en el post de enero a las destempladas diatribas contra la liturgia latina que aparecen en algunas de sus obras, pero hay un hecho reciente más significativo aún. Ante la carta a los obispos de la Congregación para el Culto sobre la materia apta para la celebración de la Eucaristía, ha reaccionado de un modo desproporcionado como puede corroborarse en los dos artículos que escribió (aquíaquí) en el término de pocas horas despotricando contra la Curia Romana. En mi opinión, su ofuscamiento no es solamente sobre lo dispuesto en ese documento, sino que su promulgación es la prueba más clara que Grillo no tiene ninguna gravitación en las decisiones litúrgicas que se toman en la Santa Sede.
  5. Finalmente, creo que nadie debe alarmarse -ni alegrarse- por lo que puede decir una persona ofuscada (es decir, que posee el juicio momentáneamente perturbado por la pasión de la ira) que no sólo se preocupa en tender redes con periodistas afines con el objetivo de armar operaciones de prensa, sino que es capaz de decir barbaridades que cualquier católico más o menos instruido puede detectar. Dijo al corresponsal de La Croix que “al introducir una elección subjetiva del rito por el sacerdote, el motu proprio fragilizó la unidad litúrgica de la Iglesia y creó incluso iglesias paralelas hasta en las parroquias. Esto es una ruptura de la tradición”. La verdad es que hay que ser muy deshonesto para hacer es afirmación. Resulta que ahora los modernistas se preocupan por la “unidad litúrgica” de la Iglesia y, a la vez, propician un rito que tiende necesariamente a la diversidad. Cualquiera puede ser testigo que una misa novus ordo de Buenos Aires es bastante distinta a una de Córdoba y muy distinta a una de Alemania: todo es diferente, desde la lengua hasta la música. ¿De qué unidad habla Grillo? Y se duele por las “iglesias paralelas”. Quizás esté señor no recuerde la gran cantidad de “iglesias paralelas” que creó y promovió el papa Juan Pablo II alentando a los movimientos. ¿O será que los neocatecumenales, o los carismáticos, o los focolares no son, acaso, “iglesias paralelas”, incluso en las parroquias? Y por último, “ruptura de la tradición”. No hace falta recordar que lo que rompió la tradición fue el novus ordo pero, concediendo su afirmación, con tal criterio la tradición siempre vivió rota. Pensemos en una ciudad como Milán, o como Toledo, a principios del siglo XX. Habían allí sacerdotes que celebraban el rito ambrosiano o mozárabe; a la vuelta de la esquina, otros celebraban el rito romano; una cuadra más allá, los dominicos celebraban el dominicano y los carmelitas el carmelitano; y si salían un poco de la ciudad y entraban en una cartuja, se encontraban con que los monjes celebraban el cartujano.

Definitivamente, el Prof. Andrea Grillo no es confiable. La eliminación del motu proprio es su agenda, pero no es la agenda del Papa Francisco.

The Wanderer

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