El cardenal Burke: ¿nuevo apólogista de los sedevacantistas?

Introducción de Michael J. Matt

Es patente que la Iglesia atraviesa una crisis que no tiene precedentes.  Si la historia oculta algún pontificado más desastroso que el de Francisco, me interesaría averiguar cuál fue. Y mientras se despliega en toda su furia la batalla por el alma del elemento humano de la Iglesia de Cristo –batalla en la que, como predijo Nuestra Señora, están hasta «cardenales enfrentados a cardenales, obispos a obispos (…) iglesias y altares saqueados (…) y una Iglesia llena de contemporizadores»–, cada vez se siente uno más tentado a llegar a la conclusión de que ya no hay remedio y es hora de que cada uno se vaya y haga lo que le dé la gana. Pero entonces, ¿qué? ¿Qué pasará con la Iglesia si cada uno de sus hijos fieles la abandona? Los fieles católicos no tienen esa opción: los soldados de Cristo tienen que dar la cara, salir al frente y perseverar en la lucha. Cuando vuelva el Hijo del Hombre tiene que encontrar fe, aunque sólo quede un pequeño resto de creyentes.

Se nos advirtió que llegarían estos tiempos. Ahora que han llegado, la cuestión es: ¿Estamos en condiciones de aceptar el desafío de mantener la fe a pesar de las circunstancias?  Es importante que tengamos presente que las fuerzas de las tinieblas han intentado sin éxito aplastar totalmente a la Esposa de Cristo, y que de ese fracaso parece surgir una estrategia nueva y aún más diabólica: dejar la Iglesia en pie pero infiltrarla, como predijo Pío X. «El Diablo infiltrará su labor en la misma Iglesia», había predicho también Nuestra Señora de Akita. Y así, tras las líneas enemigas, en territorio ocupado, nos enfrentamos una seducción luciferina contra la que no hay fácil solución ni salida.

Por ejemplo, en vez de prohibir la Misa católica (como han hecho tantas veces a lo largo de la historia), esta vez la han reformado. Su nueva misa es una novedad catastrófica que no obstante puede ser técnicamente válida. Con Cristo presente para que se lo vitupere, se prescinda de Él y sea objeto de mofa en la práctica en las rúbricas del Novus Ordo como lo fue en el Calvario. Ante un sacrilegio tan devastador, puede sentirse la tentación de declarar que todas las misas nuevas son inválidas. Pero, ¿lo son? El sacrilegio no es garantía de invalidez, y al proponer que lo es podemos pasar por alto lo más aterrador lo que sucede en realidad. (El hecho de que técnicamente sean válidas tampoco quiere decir que tengamos el derecho moral de exponernos y exponer a nuestros hijos a algo que ha hecho tanto daño –daño que está bien documentado–  en todo el mundo a la fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía). La validez técnica puede muy bien ser un golpe maestro de Satanás, porque si la Misa Nueva, con todos sus abusos, es inválida, lo que es objeto de escarnio, desaire y abuso o desprecio en algún otro sentido es simple pan y vino. ¿Se conformaría con algo así el Padre de la Mentira?

Lo mismo pasa con el Papa; ¡ojalá fuera cierto que Francisco no es el Sumo Pontífice!  Ahora bien, ¿y si la naturaleza diabólica de la crisis que atravesamos radica en el hecho mismo de que lo es, a pesar de los innumerables escándalos? Ante el creciente escándalo, se comprende que algunos quieran declarar que la cátedra de San Pedro está vacante, pero una vez más, ¿se conformaría con eso el Padre de la Mentira, o no exigiría más bien ostentar triunfalmente lo auténtico en la cara de Cristo crucificado? ¿Se quedaría satisfecho el orgullo de Lucifer con una ramera impostora erigida en el lugar de la Esposa sin mancha de Cristo? Estas son las cuestiones que es imprescindible tratar. Y, naturalmente, como la desorientación diabólica nos afecta a todos, desde luego podemos equivocarnos a la hora de entender la situación en su conjunto. Lo que no es discutible es que cuando defendemos a Francisco afirmando que es un pontífice legítimo (como hace John Salza en el siguiente artículo) no defendemos sus innumerables escándalos. De hecho, nos resultaría mucho más fácil anunciar simplemente que ha perdido su condición de pontífice. Pero creemos que no la ha perdido, ¡y eso es lo malo!

Incluso en Amoris Laetitia:  ¿Qué dogma ha negado de modo oficial e inequívoco Francisco? ¡Díganme uno! ¿Se dan cuenta? No se puede ser automáticamente hereje público y pertinaz, ni por debilidad, insinuación o ambigüedad. Por eso no responde Francisco los dubia: porque hasta ahora no ha aclarado nada, ni siquiera la herejía que se le sospecha. ¿Quiere eso decir que defendemos Amoris Laetitia? ¡Por supuesto que no! Lo que quiere decir es que la refutamos con la misma prudencia con que se escribió. Tenemos el deber –como todos los fieles católicos– de ser «prudentes como las serpientes» en nuestros intentos de resistir y socavar sus planes modernistas, sin retirarnos en la práctica del campo de batalla con declaraciones alarmantes de ilegitimidad e invalidez que sólo sirven para regocijo de nuestros adversarios. Lo que más quieren es que nos erijamos en jueces y jurados que condenen a Francisco para deslegitimizar abiertamente nuestra resistencia.

No piquen el anzuelo. Sigan combatiendo en las trincheras. Esto no puede durar mucho, y no podemos permitirnos abandonar a nuestra amada Iglesia en estos momentos cruciales de su pasión. Rueguen por el papa Francisco. MJM

* * *

Los sedevacantistas citan cualquier cosa y a quienquiera que a su juicio apoye su ridícula postura de que un papa al que ellos por su cuenta consideran hereje ha perdido (o nunca ha llegado a ejercer) su cargo de pontífice, aunque la Iglesia no lo sepa. No sólo citan a los teólogos tradicionales de la Iglesia (siempre con citas parciales, tergiversadas y totalmente fuera de contexto, como demostramos en True or False Pope?), sino también a apologistas del Novus Ordo (como Steve Ray) que rechazan de hecho su postura sedevacantista, y hasta a notorios modernistas (como Yves Congar) cuando apoyan su teología. Desgraciadamente, quienes buscan una explicación sencilla y rápida de la presente crisis se dejan seducir en muchos casos por esas tácticas, incluidos algunos que eran católicos tradicionalistas y hace poco se han separado de la Iglesia al rechazar al papa Francisco.

Adivinen cuál es la última autoridad que están citando los sedevacantistas en respaldo de su postura. El cardenal Raymond Leo Burke. Sí, han leído bien. El cardenal de la Iglesia conciliar que reconoce que Francisco es el legítimo pontífice. El cardenal que dice que Francisco no ha traspasado el umbral de la herejía con Amoris Laetitia. El cardenal al que los sedevacantistas acusan de ser un traidor modernista. Ese cardenal Burke. Estas cosas no se inventan.

En una entrevista que concedió Su Eminencia al Catholic World Report el 8 de diciembre de 2016 sobre los dubia que junto con otros tres cardenales presentó al Papa, se preguntó al cardenal si un papa puede llegar a ser hereje y perder por tanto la potestad para ejercer como pontífice. Veamos la pregunta y lo que respondió el cardenal:

CWR: Hay quienes dicen que el Papa podría perder la comunión con la Iglesia. ¿Puede declararse legítimamente al Papa cismático o hereje?

Cardenal Burke: Si un papa expresa formalmente una herejía, dejaría por ese acto de ser papa. Automáticamente. Sería posible.

Pues bien, por increíble que parezca, algunos sedevacantistas y negadores del papado de Francisco se han entusiasmado con la declaración del cardenal, como si respaldara su herético concepto teológico de que ellos mismos pueden decidir quién es verdadero papa prescindiendo de lo que digan las autoridades de la Iglesia. No parece que tengan la vergüenza de reconocer que el cardenal Burke dijo luego en la misma entrevista que es el colegio cardenalicio, y no unos sedevacantistas que se erigen en jueces, el que determina si el Papa ha incurrido formalmente en herejía. ¡Aquí tenemos otro ejemplo de cómo los sedevacantistas y los que rechazan a Francisco citan cualquier cosa y a quienquiera, aunque la propia cita, leída en su contexto, niegue claramente su postura! Esta táctica no manifiesta sino que ya no saben a qué recurrir.

Cardenal Burke: Es el colegio cardenalicio el que determinar si el Papa es hereje

Antes de examinar el contexto de la declaración de Burke, sigamos el juego y analicemos la propia declaración (naturalmente, en ningún momento tuvo Burke la intención de dar una explicación teológica en profundidad de lo que hay que hacer con un pontífice hereje). El purpurado afirma que el Papa tendría que expresar formalmente una herejía para perder la potestad de ejercer como pontífice. Con estas palabras, el cardenal expresa y señala adecuadamente la distinción entre el elemento material de la herejía (la proposición en sí que contradice directamente una verdad infalible promulgada por la Iglesia) y el elemento formal (que es la pertinacia; es decir el rechazo deliberado y consciente de dicha verdad). Hay que demostrar ambas cosas para que se pueda declarar al Pontífice culpable de expresar formalmente una herejía.

Por consiguiente, al afirmar que el Papa tiene que expresar formalmente una herjía, el purpurado quiere decir que un pontífice no sólo debe profesar públicamente una doctrina herética (el elemento material, que Burke afirma que falta en el caso de Francisco), sino que también debe hacerlo con pertinacia de la voluntad, que también debe ser pública (el elemento formal). Ése es el motivo de las correcciones formales que determinan si el pontífice que profesa una herejía lo hace de manera deliberada y contumaz. Sin pertinacia pública, el Papa no expresa formalmente herejía, aunque su enseñanza sea herética, y aunque haya cometido en su corazón el pecado mortal de la herejía.

Fijémonos bien en que cuando los teólogos afirman que es el propio acto del pontífice el que le hace perder la potestad para desempeñar el cargo (como dice Burke), quieren decir que el acto es la causa dispositiva, no la causa eficiente [1]. Sin embargo, esos mismos teólogos enseñan que el Papa conserva formalmente el pontificado (o sea, su jurisdicción, y se le debe por tanto obedecer por ser papa) hasta el punto de que la Iglesia emite una declaración. Por ejemplo, Billuart, que es de esta opinión teológica, explica que «antes de que la Iglesia emita dicha declaración no está permitido negarle la obediencia, porque hasta ese momento tiene la jurisdicción». Hasta el momento de la declaración eclesiástica no interviene Cristo –la Causa Eficiente– apartando formalmente al hombre del pontificado.

¿Quién tiene, por tanto, la autoridad para determinar si el Sumo Pontífice ha expresado formalmente una herejía y emitir la sentencia resolutoria? El cardenal Burke responde a esta pregunta. Volvamos a la entrevista:

CWR: ¿Quién tienes atribuciones para declararlo hereje?

Cardenal Burke: Tendrían que ser miembros del colegio cardenalicio.

Ahí está. Según el propio cardenal Burke, el colegio cardenalicio tiene que determinar y declarar que el Papa ha incurrido formalmente en herejía. Esta es la parte de la entrevista que oportunamente omiten los sedevacantistas y los que niegan que Francisco es el Papa en su más reciente apología. Y, como según Billuart, mientras el pontífice hereje no haya sido depuesto del pontificado por las autoridades competentes «no está permitido negarle obediencia, porque hasta entonces conserva la jurisdicción [es decir, sigue siendo formalmente papa]».

Amonestar a un papa hereje

Como explicamos en detalle en True or False Pope?, si un pontífice no abandona de modo abierto la Iglesia o no reconoce públicamente que rechaza a sabiendas lo que la Iglesia enseña categóricamente en materia de fe y costumbres (cosa que no ha hecho ningún papa posterior al Concilio), sería preciso determinar de otra manera la pertinacia. Esa otra manera, según el derecho divino y el derecho canónico, es hacer una amonestación eclesiástica al sospechoso de herejía. Y como explica Burke, esa amonestación la tienen que hacer los cardenales, que son los encargados tanto de elegir al Pontífice que ocupará la cátedra de San Pedro como de amonestarle cuando se extravíe de la Fe.

A esto era a lo que se refería en su entrevista anterior al National Catholic Register cuando dijo: «En la Tradición de la Iglesia existe la práctica de corregir al Romano Pontífice. Evidentemente es bastante excepcional. Y si no se responde a esas preguntas yo diría que se trataría de realizar una corrección formal de un error grave. Si el Papa se niega a responder o a hacer caso de estas amonestaciones, la Iglesia entendería que es pertinaz. Que el Papa haya expresado públicamente una herejía es algo que se determina mediante amonestaciones o correcciones al Pontífice por parte del colegio cardenalicio, que constituye la máxima autoridad en la Iglesia después de él; no por personas sin autoridad en la Iglesia [2]. A día de hoy, los cardenales no han realizado ningún acto formal de corrección a Francisco, pero es posible que lo hagan en un futuro previsible.

Cardenal Burke: El papa Francisco  no ha incurrido en herejía

Como indicábamos, otro elemento evidentemente contradictorio de la entrevista para los sedevacantistas y los que rechazan a Francisco es que, por lo que se ve, a Burke no le parece que en Amoris Laetitia haya proposiciones materialmente heréticas, al menos que lo sean de modo directo. Además, cuando  Burke dice lo de expresar formalmente una herejía, sin duda se refiere a expresar proposiciones que contradigan directamente lo que la Iglesia enseña que está en el Depósito de la Fe. Ésa es la mayor manera de desviarse de la verdad católica. Si la proposición no contradice directamente un artículo de fe, puede ser peligrosa para la integridad de ese Depósito, pero no reúne los requisitos para calificarse de propiamente herética. De hecho, la técnica misma del modernismo evita a propósito tales oposiciones directas a la fe, expresando por el contrario de forma ambigua puntos de doctrina que dan lugar a interpretaciones y explicaciones diversas. Esta táctica permite a los modernistas insinuar el error en la mente de sus víctimas sin negar de modo claro y directo un artículo de fe. Sin duda, esto es un peligro gravísimo para la Fe, pero les permite burlar la censura de herejía formal.

Volvamos a la entrevista:

CWR: Dicen algunos críticos que ustedes dan a entender que acusan al Papa de herejía.

Cardenal Burke: 
No, no es eso lo que hemos querido dar a entender ni mucho menos. Simplemente le hemos pedido que, como pastor supremo de la Iglesia, aclare esos cinco puntos confusos. Esos cinco puntos tan graves y fundamentales. No lo acusamos de herejía; sólo he pedimos que como pastor supremo de la Iglesia nos responda a esas preguntas.

Un poco más tarde añade:

CWR: Aclarémoslo una vez más: ¿Afirma Su Eminencia que el papa Francisco ha incurrido en herejía o se ha acercado a ello?

Cardenal Burke: No, no digo que el papa Francisco sea hereje. Y tampoco he afirmado que  sea cuasiherético.

Como vemos, el cardenal, que explica que sólo el colegio cardenalicio puede dictaminar que el Pontífice es hereje, sostiene también que Francisco ni siquiera es cuasiherético. Como mínimo, el cardenal Burke quiere decir que el Colegio no ha dejado sentado que Francisco  mantenga una actitud de pertinacia tras las amonestaciones, pero puede que también quiera decir que él y los otros cardenales que plantearon los dubia no creen que haya siquiera herejías materiales en Amoris Laetitia (aunque en la misma entrevista afirma que el documento es «fuente de gran confusión y de posible daño espiritual a la Iglesia»). Si los 45 teólogos que el 29 de junio de 2016 presentaron su análisis crítico de Amoris Laetitia al cardenal Sodano, deán del colegio cardenalicio,  solicitaron a la Iglesia que calificara con su autoridad que 11 de las 19 afirmaciones identificadas como peligrosas eran heréticas, eso demuestra que  teólogos sensatos pueden discordar en cuanto a si hay herejías materiales en el documento.[3] Ahora bien, que haya un debate abierto en cuanto a si Amoris Laetitia contiene proposiciones heréticas significa que la Iglesia determinaría en última instancia que a nivel de censuras teológicas hay errores de menor cuantía. Probablemente con el tiempo se sabrá.

Conclusión

Que los sedevacantistas y los que niegan el pontificado de Francisco se valgan de estas declaraciones recientes del cardenal Burke para respaldar precisamente la postura teológica que rechaza el propio Burke demuestra que ya no saben qué hacer para validar su postura  y que son capaces de citar cualquier cosa y a cualquiera para justificar su anticatólica rebelión contra el Vicario de Jesucristo. Desde luego hay que estar desesperado para citar a una autoridad que no está de acuerdo con tu postura, sólo porque aparece en las noticias. Eso es lo que han hecho siempre los sedevacantistas sobre todo cuando destrozan las enseñanzas de Cayetano, Belarmino, Suárez Billot y tantos otros, como hemos demostrado en nuestro libro y en numerosos artículos.

Para terminar, afirmamos con el cardenal Burke y con la opinión unánime de los más grandes teólogos de la Iglesia que los verdaderos católicos permanecen en unidad con el hombre al que la Iglesia aclama universalmente como Pontífice, aunque de vez en cuando tenga resistir sus errores. Sostenemos igualmente con ellos un papa únicamente pierde la potestad de ejercer su pontificado si  expresa formalmente una herejía según al juicio de la Iglesia y no de personas particulares. Esto no es sólo la enseñanza de la Iglesia y de todos los teólogos, sino algo de sentido común, virtud natural que con frecuencia les falta a los que se escandalizan grandemente con esta crisis.

John F. Salza

(Traducido por J.E.F)

[1] Un acto formalmente herético de un papa hace que pierda de modo dispositivo el pontificado, pero es el propio Cristo quien con su autoridad depone formalmente al Papa. El acto del Pontífices es, pues, la causa dispositiva, mientras que el de Cristo al destituirlo de su jurisdicción es la causa eficiente de que pierda formalmente el cargo. Esta es otra distinción que suelen evitar los sedevacantistas y los que niegan el papado de Francisco.

[2] Para más detalle sobre proceso y cómo puede tener que ver con el papa Francisco, véase mi artículo en dos partes Pope Francis Refuses to Answer the Dubia – What Happens Next?, The Remnant, enero-febreo de 2017.

[3] http://sspx.org/en/amoris-laetitia-critical-analysis. El autor no cree que Amoris Laetitia  contenga herejías materiales.

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Edición en español de The Remnant, decano de la prensa católica en USA

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