Convive y después casate

“Una gran mayoría de nuestros matrimonios sacramentales son nulos”  (Papa Francisco )

Esta es la visión  del actual Romano Pontífice, estamos rodeados de matrimonios nulos. Es decir, una inmensa mayoría de nosotros, podemos estar viviendo amancebados, según Francisco, no se asusten pero tomen nota, tengo una amiga que confía plenamente en la infalibilidad de cada afirmación que sale de la boca del Papa.

¿Se imaginan la situación, nuestros padres, ya en sus bodas de oro y con un matrimonio nulo a cuestas? Creo que a mi me costaría más sobreponerme de ese trance, que si acaso se tratase del mío propio. 50 años de convivencia nula, esperemos que esto, no influya en la herencia, en caso de haberla, claro. Nosotros pensando que el matrimonio de mamá y papá era perfecto, sin necesidad de cursillo prematrimonial ni nada y resulta que ni más ni menos, que tal vez, ni si quiera estén casados. Los papis viviendo en pecado, oh, ¿viviendo en pecado?… Ah, no, parece ser que esto, el amancebamiento, ya no es pecado, sino recomendable y aconsejable.

“He visto parejas que luego de dos o tres años se han casado y yo los he visto entrar a la iglesia: papá, mamá, con el niño de la mano, pero sabían bien lo que hacían” (Papa Francisco).

Qué tierno es Francisco, conmueve al más pintado con sus declaraciones. Cabe esperar que estas ideas tan peregrinas, no se las inspire el Espíritu Santo, porque sino, como se suele decir comúnmente, “vamos apañados”.

Menos mal que salio ipso facto, el socorrista personal del Papa, para decirnos que todo esto ha sido un malentendido ¿Un malentendido? ¿Quería decir acaso, que son al cien por cien nulos? ¡Santidad, que nos va a matar de un susto! Modere esa lengua, soltarla demasiado no es bueno, se puede incurrir en pecado y en temeridad.

“¡Estas son las preocupaciones!”, lamentó el Papa. El matrimonio ligado a “un hecho social, pero ¿cómo cambiar esto?, no lo sé”, expresó.

Luego, el Pontífice reiteró su consejo a los jóvenes de no casarse solo porque la novia salió embarazada. “Viene el niño, entonces hagamos el matrimonio”, criticó.

Esto es para leerlo con calma y como diría mi paisano, Torres Queiruga, repensarlo, no siempre los teólogos progresistas se confunden con sus palabras.

“El matrimonio ligado a un hecho social” y se pregunta el Papa cómo cambiar esto, yo pienso que o hace mucho que no celebra bodas o tantas cabezas pensantes a su alrededor, no sirven de nada. ¿Cómo cambiar esta situación, pregunta Vd.? Toda esta debacle viene desde que la Iglesia se ha adaptado al mundo, cursillos prematrimoniales más propios de un consultorio psicológico sexual que de una parroquia, celebraciones adaptadas a los gustos de los novios, que si escojan las lecturas “más bonitas” ellos mismos, aunque no tengan ni idea de lo que es la Biblia, que si esta canción es más hermosa que la otra, “solamente una vez, amé en la vida”, que me case aunque estemos en plena cuaresma, etc. Mucho curso prematrimonial, pero formación cero y no se lo pierdan, dicen que van a aumentar la duración de estos cursos, muy cómico, será para acrecentar aún más el nivel de ignorancia.

Los futuros contrayentes llegan al Altar sin saber lo básico, que en la Hostia está el mismo Dios. Ni idea de lo que es la Santa Misa, es habitual que los novios estén hablando y comentando todo, preguntándose entre ellos, cuando hay que levantarse y cuando hay que sentarse, ya no digo de rodillas, porque esa postura les resulta totalmente desconocida. Pero, por increíble que parezca, toda esta incultura y desconocimiento de lo Sagrado, se soluciona, según el Romano Pontífice, con unos años de convivencia marital sin Sacramento y después de convivir como “amantes” un tiempo, llega uno al Altar, con un doctorado en Liturgia y Doctrina… ¡milagroso!, más milagroso que lo de los panes y los peces, que al fin y al cabo, como ya dijo en su día el Papa, es un fraude de la historia, no hubo multiplicación.

Me llamaba la atención hace poco, un Sacerdote que mandaba ponerse de rodillas a los novios en el momento de la Bendición Nupcial siguiendo el ritual, ¡bien!, pero no hizo la misma indicación ni en la Consagración, en la cual permanecieron de pie, pese a ser obligatorio el arrodillarse,  ni al ir a darles la Santa Comunión. ¡Qué cosas tan extrañas y absurdas por parte de los que tienen que dar ejemplo! Se lamentan del estado en el que llegan las parejas a la Iglesia, pero sinceramente, ¿Vds. se han molestado, en enseñarles lo esencial y fundamental? Simplemente a responder a las oraciones comunes, Dios mío, sólo eso. Si hicieran los cursos prematrimoniales orientados a que conocieran la Liturgia, tendrían Vds. ganada la Gloria de Dios. Un curso en el que les enseñaran los Sacramentos, los Mandamientos y como se asiste a la Santa Misa. Yo diría que más que un curso debería ser una clase práctica en la cual primero deberían recordar que tener relaciones sexuales sin estar casados, es pecado mortal, que tener los hijos según la conveniencia del momento, también es pecado mortal, que hablar incorrectamente a nuestro esposo, esposa e hijos, es pecado y un largo etc. y después de eso, invitarlos a pasar al Confesonario, para hacer contabilidad personal. Una vez limpios, con las sábanas blancas, nada mejor que ir a la Santa Misa y conocer el Calvario, el lugar donde el Señor se entrega diariamente por nosotros. Les aseguro que con esto, el 99% de los matrimonios ni serían nulos, ni solicitarían la nulidad express. Me pregunto si alguien, después de esta clase práctica, tendría ganas de llegar a casa y seguir amancebado y pecando como un animal.

Y para que vean lo que va de un Papa a otro, con relación a la vida de pareja, aunque tendré que preguntarle a mi amiga si a todos los inspira el Espíritu Santo, o sólo a Francisco, lean este pequeño ejemplo: “algunos reformadores de la vida conyugal pretenden hoy auxiliar a los esposos, hablándoles de aquellas materias fisiológicas con las cuales, sin embargo, aprenden más bien el arte de pecar con refinamiento que la virtud de vivir castamente” ( Pío XI; Casti Connubii)

Así es como debe hablar un Santo Padre, ajustándose al magisterio, no a nuestras conveniencias carnales. Seamos claros, engañar a las almas, o dejarnos engañar, solo conduce a la condenación, camino directo al infierno, sin atajos.

Es muy triste que el hombre que se sienta en la Silla de Pedro proponga a las parejas vivir en estado libre hasta que los niños sean creciditos y después, cuando por lo visto “saben lo que hacen” que se pasen por el Altar. Creo fírmenme (como en el Credo) que Michael Matt lleva mucha razón cuando dice que “el Papa Francisco está perdiendo la cabeza”, si es que no ha la perdido ya del todo.

Resulta que ahora, los matrimonios que se esfuerzan por la santidad, son tontos del bote, son los imbéciles de las parroquias, a los que la que la gente mira escandalizados y es así. Me decía hace poco una amiga, que yo estaba pasada de moda, que había que ir con los tiempos y escuchen Vds., queridos míos, hablaba de la Iglesia, en concreto del Concilio Vaticano II, que por lo visto, lo inspiró el Espíritu Santo. Más que inspirar diríamos que resopló como un vendaval. No seamos necios, no responsabilicemos al Espíritu Santo de toda esta podredumbre que asola la Iglesia: matrimonios rotos uno detrás de otro, aceptación del pecado como modelo de vida, aceptación del pecador en lugar de llevarlo a la conversión, Lutero en los altares, una exhortación para aquellos a los que la vida de Gracia les resulta complicada y poco llevadera, pulverización de los Sacramentos…suma y sigue, pero hay que ir con los tiempos, es una pena que no haya que ir con Jesucristo, porque posiblemente nos iría mucho mejor, de hecho, antes de la época de “ir con los tiempos”, los seminarios estaban abarrotados, las Iglesias estaban llenas de fieles y estábamos rodeados de Santos Sacerdotes guiados por Obispos rectos y fieles al Señor.

Tengo un amigo que tiene patentado un sistema de contrato matrimonial, por el cual, cada cierto tiempo, renuevas o cancelas, le diré que se lo presente al Romano Pontífice, además de aprobarlo para la Iglesia, quizás a él le den un dicasterio, ¡Quién sabe! Suso, toma nota.

Ya lo pregunté en otra ocasión, pero permítanme que reitere la pregunta, ¿quién gobierna nuestra Iglesia, un Alter Christus o un político de masas? ¡Queremos un Papa no un Obama! Hay que decirlo una y otra vez para que se entere.

Esta semana, de camino a casa, presenciaba en una cafetería una discusión a viva voz entre un supuesto matrimonio católico que estaban celebrando la Primera Comunión de su hija y un hombre que se manifestaba claramente como ateo. Pues bien, tomen nota, el no creyente dijo, “si tenéis unos mandamientos y unas leyes serán para cumplirlas, digo yo, sino no se que hacéis ahí dentro” y la señora le decía que no, que la cosa no era tan rígida como él se pensaba. Este es el panorama Católico actual, nos tendrán que cristianizar los agnósticos. Así estamos, asilvestrados, en estado salvaje.

Esto es el acabose de la Iglesia. El otro día cuando acudí a la Santa Misa Tradicional, me encontré a un grupo de seguidores de nuestra página que acudieron puntualmente a la convocatoria que se lanzó por las redes sociales y vinieron a alentarnos para que continuemos en la brecha, esto no lo digo para que nos suba la vanidad a todos los que aquí escribimos, sino para que veamos que en esta parroquia virtual cada vez somos más y este es el lío que hay que hacer y si es necesario morir devorado por los leones, no lo dudemos, ¡A muerte por el Señor! ¡Seamos mártires!

El Romano Pontífice ofrece una Iglesia a medida del hombre, igual que los gobiernos ofrecen leyes también a medida del hombre, pero nosotros, amantes de Cristo Crucificado, sólo queremos seguir la Ley de Dios, queremos esforzarnos por el cielo, rechazamos el pecado y luchamos por vivir en Gracia de Dios y le pedimos a este hombre, le suplicamos que restaure la Iglesia de Jesucristo y que nos devuelvan los Templos. Por favor, Santidad, 2000 años de historia no pueden ser borrados de un plumazo porque a Vd. se le antoje que el hombre no puede aspirar a lo más alto, a la santidad.

“No es muy difícil hallar ejemplos, en infinitos matrimonios, que, habiéndose celebrado contra las reglas de la Iglesia, no han recibido la bendición de Dios. Fueron y son ejemplo de su maldición. Los que quieren evitar la desgracia, se dirigen desde luego a su Pastor o a otro cualquier Eclesiástico, bien instruido en la Disciplina de la Iglesia, para que les diga, en qué lugar, en que tiempo, con que disposiciones pueden o deben casarse cristianamente y de este modo muestran tener una devoción verdadera y una intención recta de observar puntualmente todas las reglas prescritas por la Iglesia” (Instrucciones Cristianas sobre el Sacramento del Matrimonio; Nicolás de Torneux, Prior de Villers)

Sonia Vázquez

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