Hay días que pienso que no te pueden salir las cosas peor, todo se tuerce en el trabajo, la comida se pega a la cazuela, te dicen una impertinencia en la calle y cuando crees que ya no puede ocurrir nada más horrible, el médico te da un diagnóstico con el que no contabas…Dios mío, solo acierto a llevar mis manos a los ojos…
De camino a casa, recuerdo que aún no Te he contado nada de todo esto, me lo he guardado para mí y me siento asfixiada…por fin en mi recorrido, me encuentro una capilla y decido entrar…ante mí, el gran regalo a un día triste…Jesús en la Hostia, en la Custodia, Jesús Sacramentado…ahí está ante nosotros, para que lo Adoremos, para que le hablemos, para que lo amemos, para que nos entreguemos a Él en un acto de Amor puro y sin medida…
Tenía muchas cosas que contarte, Jesús, pero no he podido articular palabra… cuando me has dicho, “Paloma, paloma…”, mis labios y mis ojos se cerraron y mi alma se abrió a tu Gracia…
No sé cuánto tiempo pasé a Sus pies, tocando cada uno de sus Benditos dedos con mis manos, rociando con mis lágrimas la realidad de Su Cuerpo traspasado…
Cuando salí de allí, me encontré a un amigo, “¿qué tal todo, Paloma?”Sonreí y contesté, “todo va bien, podría comerme el mundo”
Paloma