En el diario Avvenire del 12 de abril de 2016 leemos que el 11 de abril de 2016, en la Misa matutina en la casa Santa Marta, el papa Bergoglio ha estigmatizado a los “doctores de la ley”, cuyo corazón está “cerrado a la Palabra de Dios y cerrado a la Verdad, a los otros”. Una dureza de corazón que se manifestó incluso ante el “arrepentimiento de Judas”, “a este pobre hombre arrepentido que no sabía lo que hacer”.
Verdaderamente somos nosotros los que no sabemos dónde encontrar este afirmado “arrepentimiento” de Judas. El Evangelio no habla de él, antes bien, Jesús en la última Cena dice al respecto de Judas una frase terrible: “Sería mejor para él que no hubiera nacido jamás” (Mc. 14, 20 s.)
En cuanto a los “doctores de la letra”, cuyo corazón estaría “cerrado” a la Palabra de Dios, a la Verdad y a los otros, no es difícil comprender a quién haya intentado hacer alusión el Papa en la homilía de Santa Marta. Pero quien protesta contra su corazón “abierto” a los divorciados vueltos a casar ni arrepentidos ni penitentes lo hace no porque tenga un corazón “cerrado”, sino porque lo tiene todavía abierto a la Palabra de Dios, a la Verdad y al verdadero bien de las almas.
Valdría la pena recordar al actual Papa lo que un gran santo romano, antes todavía de que el Vaticano I definiera la infalibilidad pontificia, exigía en conciencia al card. Cristaldi que recordase a León XII “que, menos las definiciones ex cathedra, las demás cosas exigen [del Santo Padre] examen, discurso pacífico y conocimiento práctico además de teorético” y añadía: “Todos los Santos nos dan tales leyes” (A. Rey, Gaspare del Bufalo, vol. II, p. 66).
¿Pero qué significan para Bergoglio todos los Santos si para él no ser un “doctor de la letra” significa aniquilar letra y espíritu incluso del Evangelio?
Hirpinus
[Traducido por Marianus el Eremita]