De la doctrina de la humildad que dio Cristo en el convite

Meditación para el martes de la decimosexta semana

PUNTO PRIMERO. Considera cómo Cristo nuestro Señor leyó a los fariseos que le convidaron, los corazones; y habiendo penetrado su malicia, nacida de su soberbia, les aplico la medicina saludable de su doctrina, y porque le calumniaban que sanaba a los enfermos en sábado, lo primero que les enseña es hacer buenas obras en el sábado, que era dedicado al culto de Dios, y Dios honra y sirve con santas obras; atiende a lo que les dice, que si en sábado cae un animal en un pozo no le dejen perecer, y mucho más se ha de mirar por la salud de los hombres que de los animales. Atiende a estas palabras y considera cuántas veces has estimado a tu alma en menos que a un animal, pues cayendo en el pozo profundo del pecado, no has cuidado de sacarla: llora tu negligencia, y ruega a Dios que no te deje despeñar en los vicios, y te saque de la hoya de tus ignorancias y pecados. Pondera otrosí cómo el animal que cae en un pozo no puede salir si no le sacan: y reconoce tu imposibilidad y flaqueza, pues no tienes fuerza para salir de la culpa, si Dios no te saca con su gracia, y pídele que te ayude para salir de ella y no volver a caer en pecado.

PUNTO II. Considera en este hidrópico representado el soberbio, hinchado con su presunción y escandaloso con el mal olor de sus vicios, impedido de sus miembros para las obras santas, despreciado de todos, y sólo apreciado de sí mismo, que no cabe en parte alguna, y en todas levanta contiendas y discordias sobre sus mayorías; y a esta enfermedad aplica el Salvador la triaca saludable de la doctrina de la humildad. Mírate en este enfermo como en espejo: considera en él la soberbia de tu corazón, tu presunción y vanidad, y la necesidad que tienes de la doctrina de Cristo, y de ejercitarte en humildad; contempla la que Cristo tuvo, y aprende de tu maestro a ser humilde y manso de corazón.

PUNTO III. Considera el consejo de Cristo que nos dice escojamos el más bajo lugar en los convites, para que seamos levantados con honra al más alto, y no abatidos con deshonra del más alto al más bajo. Pondera que para la misma honra es medio la humildad: todos honran a los humildes y desprecian a los soberbios; y si los hombres los honran ¿qué hará Dios? Pondera también la vanidad del mundo puesta en este o el otro lugar, en el alto y no en el bajo, y las contiendas y guerras que se levantan por esta causa, que todo es un poco de viento y una suma de vanidad; levanta los ojos al cielo y mira cómo allí no hay esta estima, ni contienda de lugares, ni estimado en más alto que el bajo, ni el primero que el postrero, ni se hace caso sino de las virtudes, y los merecimientos que se adquieren por ellas: cobra luz y desengaño para despreciar los pundonores del mundo y apreciar solamente la virtud y santidad que aprecian Dios y sus santos.

PUNTO IV. Carga el peso de la consideración en las últimas palabras del Redentor: todos los que se ensalzaren serán humillados, y los que se humillaren, ensalzados. No sólo aquí, ordenándolo así Dios, sino mucho más en el cielo entre los ángeles y santos en los tronos de la gloria. Contempla la alteza de honra y majestad que Dios tiene preparada en su corte para los humildes: pon los ojos en la que tiene el seráfico padre San Francisco y otros santos que se esmeraron en humildad; y mira por otra parte la confusión y despecho que tendrán los soberbios cuando los vean ensalzados y a ellos abatidos y despreciados en el abismo de la profundidad; y no seas tan ciego que contradigas con tus obras a las palabras y consejos del Salvador, y por tener un lugar algo, o hacer un papel de honor en la farsa de este mundo, pierdas la soberana alteza de los tronos de la gloria y padezcas eterna confusión; toma su consejo y humíllate aquí hasta el último lugar porque seas sublimado allá hasta el más ensalzado.

 Padre Alonso de Andrade, S.J

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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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