La «Papalatría» es real

El mes pasado mi esposa y yo visitamos un almacén de artículos religiosos católicos, buscando algo para dar a uno de nuestros hijos como regalo de un aniversario de bautizo. Encontramos algo adecuado,  una hermosa cruz de peltre con un medallón en el centro mostrando la imagen del santo del nombre de nuestro hijo.

Era una de las muchas cruces de peltre que habían, cada una de ellas con un diferente santo o Arcángel. Pero pronto nos horrorizamos al descubrir que una de los cruces de peltre que había en la tienda no tenía ni un santo, ni un ángel celestial.  Estábamos tan conmocionados que tomamos esta rápida instantánea utilizando la cámara del teléfono móvil de mi esposa:

La calidad de la imagen puede que no sea excesivamente buena, pero alrededor de la imagen del papa Francisco estaba esta inscripción: «Papa Francisco, ruega por nosotros» .

No debería ser necesario explicar por qué esto es total y completamente anti-católico, en realidad, es una grave ofensa contra toda piedad y devoción.

Los cristianos rezamos por los demás cada día, y es usual que oír a católicos pidiendo: «por favor oren por mí, oren por nosotros».

También invocamos a los santos y a los ángeles con las palabras, «Ora pro nobis» (Ruega por nosotros). Llevamos sacramentales bendecidos y devocionales dedicados a las imágenes de los santos y de los ángeles celestiales como medio para invocar su patronal intercesión. Sería únicamente correcto conceder tal honor a los miembros de la Iglesia triunfante. A quienes Dios ha honrado grandemente también les debemos mucho honor.

Pero no hacemos sacramentales, imágenes devocionales y artículos dedicados a cualquiera de nuestros conocidos cristianos quienes la carne mortal todavía les retiene en esta vida. No importa cuán santo que él o ella pueda ser. No importa cuán impresionante él o ella sea para nosotros. No importa cuánta autoridad tenga en la Iglesia dicha persona.

Ni siquiera del Papa.

Hacer esto con alguien de aquí abajo, de la iglesia militante -incluyendo al Papa- sería darle unos honores y un cuasiculto de santidad formal mucho mayor que el honor que Dios les da y, por lo tanto, es casi literalmente una especie de idolatría. Después de la muerte, si el cielo confirma su santidad, vendrá el culto de santidad, no antes. Hacer lo contrario sería escandalizar a los fieles y poner al agasajado en grave riesgo de orgullo pecaminoso.

Los católicos aman, honran, respetan y obedecen al Papa, y aceptan que en ciertas condiciones estrictamente definidas, sus enseñanzas son infalibles. Oramos constante y especialmente por él.

Sin embargo, entre los muchos trastornos de la iglesia moderna, es de señalar el excesivo respeto o la adulación desmesurada hacia la persona del Romano Pontífice. Ejemplos del mal respeto al Papa en diversos sectores llegaron a ser especialmente evidentes durante el pontificado de San Juan Pablo II, a quienes muchos parecían idolatrarlo como si fuera una estrella de rock o algún otro tipo de celebridad. Probablemente hay incluso algunos sacramentales ilícitos que honraron en vida a Juan Pablo II, así como la mencionada cruz de peltre que ilícitamente honra al Papa Francisco, aunque yo personalmente no recuerdo ninguna.

Los fieles católicos a esta devoción y respeto desordenado, a menudo le dan el nombre de «papalatría», o culto al Papa. Aquella cruz de peltre no es la única razón para creer que la papalatría es un grave mal espiritual que aflige a muchos católicos de hoy. También lo es la forma en que muchos bloggers y comentaristas católicos de forma casi cómica han tratado de defender incluso los más injustificables actos y palabras del papa Francisco. Una de las peores expresiones de papalatría (si no la peor) fue estas heréticas, no-católicos y blasfemas palabras pronunciadas el 25 de enero de 2017 por el Monseñor Charles Scicluna de Malta:

«Quien quiere descubrir lo que Jesús quiere de él, debe preguntar al Papa, a este Papa, no al que estuvo antes de él, o alguno de los que vinieron antes que aquel. Sino a este Papa actual».

Por el contrario, es el testimonio de las Escrituras, de la Tradición apostólica,  y del consentimiento unánime de los padres y del magisterio constante de la Iglesia en el transcurso de los dos últimos milenios enteros, que debemos dirigirnos a descubrir lo que Jesús quiere de nosotros como Iglesia y de manera individual. El magisterio del papa sólo es valioso y edificante en la medida en que cumple y confirma la fe de la Iglesia.

La Iglesia no fue fundada en el 2013, y el papa Francisco es meramente el Vicario de Cristo, no el mismo Cristo, ni tampoco será de nuevo fundada cuando el pontificado de Jorge Bergoglio termine en el futuro cercano.

Amemos y recemos por el Papa. Pero nunca le demos mayor gloria a la que a Jesús se le da.

Y si usted es dueño de uno de esas cruces de peltre del Papa Francisco o alguna cosa parecida, tírela.

Rezar por el Papa. No orarle él.

[Traducido por Juan Carlos Luna Sánchez. Artículo original.]

RORATE CÆLI
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Edición en español del prestigioso blog tradicionalista internacional RORATE CÆLI especializado en noticias y opinión católica. Por política editorial no se permiten comentarios en los artículos

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