De la última calamidad del mundo y sus señales.

Meditación para el lunes  veinticuatro

PUNTO PRIMERO. Considera que la última calamidad que Cristo profetiza al mundo es la venida del Anticristo a engañar a los hombres con santidad fingida y milagros aparentes y en la verdad falsos, con que pervertirá a muchos, haciendo guerra al descubierto a Cristo, y así se llamara Anticristo, que quiere decir contra Cristo. Considera pues ahora si ha llegado esta calamidad en nuestro tiempos, en los cuales vemos tantas santidades fingidas, y milagros falsos, y virtudes aparentes, y tantos que al descubierto hacen guerra a Cristo y previenen las almas, no solo entre los infieles y herejes, sino en el gremio de la Iglesia entre los cristianos, los cuales, como dice al Apóstol son anticristos y merecen este nombre por sus obras. Llora la desventura de nuestros tiempos, la ingratitud de los malos cristianos, y los muchos que se pierden por ellos, y pídele al Señor que ponga remedio a tan grande calamidad, y que te de fuerzas y espíritu para guerrear contra ella, ofrécete a servirle y hacer de tu parte cuando pudieres para recuperar en ti y en los otros el estrago que hacen los falsos profetas y fingidos cristianos entre los fieles.

Punto II. Considera la señal que da Cristo de esta calamidad en el evangelio, que es cuando se viere profanado el lugar santo, y colocado en el templo el ídolo de la idolatría. Considera cuan profanados están los templos de Dios, y cuan mal servidos, y su culto cuan por tierra; y llora con Jeremías su destrucción, y ora a Dios, suplicándole que no descargue su ira sobre remedio a tantos males.

Punto III. Considera cuantas veces has colocado tú los ídolos en el templo de tu alma, adonde Dios puso su imagen y quiere ser adorado. ¡Oh pecador! Tiembla de tus idolatrías, y mira por una parte cuantos ídolos de honra, hacienda y deleites has adorado, hincándoles la rodilla en el altar de tu corazón, y volviendo las espaldas a Dios, y por otra mira la ira de Dios y el brazo de su justicia levantado contra ti, no esperes a que le descargue, sino luego y con tiempo derríbate a sus pies y pídele perdón; haz penitencia, llora tus pecados y prevente para el día del juicio.

Punto IV. Considera lo que nos avisa Cristo, que no creamos a cualquier espíritu, ni vayamos a cualquiera que nos llame, aunque parezca bueno y santo, porque se levantaran muchos falsos profetas, y que la tribulación será tan grande, cual nunca jamás se vio desde el principio del mundo, ni se verá hasta el fin, y que la abreviará Dios porque no se perviertan sus escogidos. Medita todo esto despacio, y saca de lo primero no dar crédito fácilmente a cualquier espíritu, en especial a los que desdicen en la menor cosa que sea de la doctrina de Cristo y de sus santos, porque este traer consigo el testimonio de malo. Y de lo segundo saca un grande afecto de amor y confianza en Dios, viendo el cuidado que tiene de sus escogidos, pues abrevia los tiempos y las edades por su bien, y porque no caigan en la tentación. Bendito sea tan buen Señor, y tan solicito y próvido pastor de su rebaño por todos los siglos de los siglos. Amen. Dale mil gracias por tan crecido amor como muestra a sus escogidos, pídele que extienda el manto de su misericordia sobre ti, y que te ampare y defienda como a uno de los suyos.

Padre Alonso de Andrade, S.J 

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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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