Los siete pecados capitales del PP

Los pecados capitales son parte de la condición humana, por culpa de un triste episodio en el Edén y una astuta serpiente. Pero también estas siete causas, “cabeza” de otros muchos vicios, pueden aparecer en las organizaciones de todo tipo incluso partidos políticos. Sí, también ellos son sujetos de debilidades pecaminosas, pues la Democracia no es una vacuna antivicios que proporciona la virtud sólo por mentarla. Nos apetece revisar los pecados capitales del Partido Popular, por ser unos de los protagonistas del drama del reto secesionista y, evidentemente, por ser el actual responsable de los destinos de la nación española.

1.-Soberbia: Consiste en una estima de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor por encima incluso de Dios. El endiosamiento de los partidos cobra especial ardor cuando ostentan en el poder. Sus dirigentes sólo escuchan a los que les regalan los oídos con halagos vergonzosos. En Cataluña, desde las asociaciones antinacionalistas, hemos intentado hace ver al PP que no puede ganar la batalla contra el secesionismo sin derrotarlo social y culturalmente. Pero en su ensimismamiento y ceguera, sólo se fían del poder judicial y policial que creen controlar. Fracaso a la vista.

2.-Avaricia: Consiste en la inclinación o deseo desordenado de posesiones, poder y placeres. Los partidos políticos como sólo reconocen la soberanía del pueblo y ellos sus representantes, desprecian cualquier límite moral por encima de ellos. La avaricia, sin la virtud de la austeridad que la contrapese, es imparable. Por ello, es absurdo presentarse como en abanderado de la anticorrupción, cuando tu propio partido es la cueva de Alibabá. Podemos excusarnos que la corrupción es un mal endémico de la partitocracia. Pero los militantes honrados, y políticos de casta, del PP han ido siendo desplazados por una pandilla de “trepas” avariciosos y sin escrúpulos morales. Son una generación de políticos que nacieron en y vivieron del partido. Han mamado la cultura de la avaricia.

3.-Lujuria: Es el deseo desordenado por el placer sexual. El PP se ha demostrado liberal en su sentido más estricto, pretendiendo establecer una barrera infranqueable entre la vida pública de sus dirigentes y sus intimidades individuales. Desde Aristóteles se pensaba que el político precisamente debía mantener una coherencia entre su vida particular y pública. De hecho, los viejos votantes del PP pensaban que era así cómo debía ser el político honrado y digno. Pero se ha producido una rendición incondicional del PP a la ideología de género, que oculta algo más: ¿no acaso esta aceptación una proyección y justificación de los comportamientos ocultos de muchos de sus líderes? Santo Tomás afirma que cuando se arraiga la lujuria se embota la inteligencia … y la verdad sea dicha, la inteligencia práctica, en el PP brilla por su ausencia.

4.-La ira: es un sentimiento no ordenado de odio y enfado. A veces se manifiesta por defecto, esto es, no mostrando una ira ordenada hacia una injusticia que lleve a una denuncia contundente. Por eso es habitual en el PP callar, sea por tacticismo, sea por cobardía ante ciertas injusticias evidentes. La ira, también puede manifestarse, dice Santo Tomás, negando vehementemente la verdad. O peor aún, intentando eliminar como los enemigos más peligrosos a los que dicen la verdad. Por eso el PP tiene a bien tratar muchas veces mejor a la izquierda que los que quieren posicionarse a su derecha contando las verdades del barquero.

5.-Envidia: es la tristeza o el rencor que padece el envidioso, motivado por los bienes, espirituales o materiales, que reciben otros. Ella se manifiesta en el PP especialmente cuando le corroe la aparición de asociaciones sociales especialmente las antiindependentistas en Cataluña) que no puede controlar y teme que le resten votos, sus críticas, y sobre todo que no pueden controlar a sus dirigentes y asociados. Los partidos en general, y el PP en particular, son estructuras caducas y agonizantes, que no soportan una sociedad liberada de sus directrices y control. El monopolio de la vida pública es su única tabla de salvación y pactarían con cualquier partido de izquierdas, con tal de que el asociacionismo no tuviera relevancia De ahí que las subvenciones sean su único instrumento de control de la sociedad. Como son incapaces de dejarse insuflar por la vitalidad de las asociaciones, las tienen que matar comprándolas.

6.-Gula: Aunque en un principio se aplica al exceso desordenado de consumo de comida y bebida, también se puede aplicar –en esta analogía política- a los deseos de cargos que otorgan prebendas y suculentos emolumentos. ¿Cuántas veces se han prometido los políticos bajarse sueldos y estos no han hecho más que incrementarse? Y los sueldos que aparecen en las páginas de transparencia casi nada tienen que ver con la realidad, pues no contabilizan dietas, participación en reuniones y comisiones, etc, etc. El PP ha prometido mil veces rebajar el número de funcionarios, reducir la administración y deuda públicas … y no han hecho más que aumentar. Gula por los instrumentos del poder.

7.-Pereza: se puede definir de mil formas, pero en el fondo es una falta culpable de esfuerzo físico o espiritual a la hora de conseguir algún bien. Se manifiesta una tristeza –o acedia- al conseguirlo, especialmente porque supone muchos esfuerzos que no se están dispuestos a realizar. Los partidos como el PP lo camuflan de “optimismo”, pero los líderes del PP transmiten a la sociedad su poco entusiasmo por abordar las grandes cuestiones de Estado y, cuando inevitablemente han de enfrentarse, recurren al tacticismo y a la ley del mínimo esfuerzo. Un ejemplo claro es una micro aplicación del famoso y debatido artículo 155. Su famosa aplicación solo habrá durado hasta las elecciones del 21 de diciembre. Lo único cierto es que el gobierno no habrá aplicado ningún esfuerzo real por rectificar los abusos del nacionalismo catalán; un esfuerzo que llevaría muchos años de volcarse en la problemática, pero … da pereza.

Sí, lo sabemos. Estos pecados capitales no son patrimonio exclusivo del PP y se hallan en todos los partidos institucionalizados, incluso Podemos (hasta el que suscribe este artículo está bajo su peso). Pero el caso es que el PP ostenta el gobierno de la nación y por tanto su responsabilidad es máxima. Recomendamos, como haría el típico jesuita director de almas de antaño, que antes de actuar en política, los que se consideran adalides de la lucha contra la corrupción, la dignidad política, el regeneracionsimo y vayan de salvapatrias, que primero hagan examen de conciencia.

Javier Barraycoa

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