María Reina y la anti-mariología

Con la Encíclica de Pío XI Quas Primas del 11 de diciembre de 1925, la Realeza de Cristo entró en la categoría de las verdades declaradas por el Magisterio de la Iglesia, y en consecuencia en la Liturgia católica con la institución de la Fiesta de Cristo Rey.

El Pontífice instituyó la fiesta de la «Realeza de Cristo» no para que misma quedara como un añadido litúrgico o devocional, sino «como inspiración para todos los hombres en su vida completa, persona y social», por eso se ha considerado a la misma «el foco de toda su obra, el punto de confluencia de todas sus empresas y planes de acción».

«¡No queremos que El reine sobre nosotros!“ “¡No tenemos otro rey sino César!” Son los términos por los cuales los judíos repudiaron la Realeza de Nuestro Divino Salvador.

Y estos son los términos en los cuales todavía hoy se desarrolla la lucha. El enemigo es el paganismo de la vida moderna, las armas son la propaganda y el esclarecimiento de los documentos pontificios. El tiempo de la batalla es el momento actual. El campo de batalla es la oposición entre la razón y la sensualidad, entre los caprichos idolátricos de la fantasía y la verdadera revelación de Dios, entre Nerón y Pedro, entre Cristo y Pilatos. La lucha no es nueva; es nuevo solamente el tiempo en que ella se desarrolla».[1]

I. Realeza de María Santísima

Jesucristo es Rey por ser Dios, el Verbo Encarnado; su realeza proviene de su divinidad, y es Rey por derecho de conquista. María Inmaculada es Reina por ser la Madre de Dios, prerrogativa fundamental definida por el Concilio de Efeso el año 431.

La imagen y el oficio de la reina madre en el Antiguo Testamento, -la «gran Señora», como abogada ante el rey por el pueblo del reino, proféticamente preanuncia el oficio de la gran Reina Madre y Señora del Nuevo Testamento. Puesto que es María de Nazaret quien se convierte en la Reina y Madre en el Reino de Dios, como la Madre de Cristo, Rey de todas las naciones. La Mujer al pie de la Cruz (cf. Jn19, 26), se convierte en la Gran Señora (Domina) con el Señor y Rey, y por tanto será la Reina del Pueblo de Dios desde el cielo, donde Ella es la mujer vestida del sol (Ap 12, 1).

Después de la victoria de la Mujer sobre el Dragón, resuena un nuevo cántico: «Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo» (Ap 12 10).

«María es Reina por su Hijo, con su Hijo y como su Hijo. Habiendo sido exaltada la Santísima Virgen María a la dignidad de Madre del Rey de los Reyes, con sobrada razón la honra la Iglesia y quiere que todos la honren con el glorioso título de Reina.

Si el que nació de la Virgen María es Rey – dice San Atanasio- , la Madre que lo engendró es, en hecho de verdad y propiamente hablando Reina y Soberana.

Si la carne de María –reflexiona Arnoldo, Abad- no fue diversa de la de Jesús, ¿será posible que María no fuese asociada al imperio de su Hijo? Y luego añade: que no sólo es común entre el Hijo y la Madre la dignidad real, sino que es también la misma»[2]

Hace 3 centurias, San Luis María de Montfort escribió su maravilloso Tratado de la verdadera devoción a María, conocido como el «libro de oro de la devoción mariana». Desde la primera línea de su escrito, el Santo da a conocer la razón de ser de todo su libro:

«Por medio de María Santísima, Jesucristo vino al mundo, y así mismo por medio de Ella debe reinar en el mundo».[3] Reinado de Jesús que se realiza «en los corazones»,[4] «en nuestra alma»[5] , es decir que «Jesús reinará cuando por mediación de María, Él sea conocido, amado y servido».

He aquí la tesis total de Montfort: 1) el reino de Cristo vendrá ciertamente; 2) este reino llegará como consecuencia necesaria del reino de María; 3) de hecho, este reino de la Virgen Santísima se establecerá en el mundo; 4) este reino de María se establecerá por extensión de la práctica universal de la perfecta devoción a María; 5) el reino de Cristo por María se sitúa particularmente en los últimos tiempos, cuando los grandes hombres que vendrán, realizarán maravillas por la perfecta devoción a la Santísima Virgen; 6) este reino de Cristo, será el reino de Jesús y de María.

Por supuesto que otros santos, además de Montfort, vivieron con este deseo y esta espera. No mencionamos más que a San Juan Eudes y a Santa Margarita María. Esta última afirmaba que el divino Corazón de Jesús no cesaba de decirle: «Reinaré, reinaré a pesar de mis enemigos».

El plan de Satán, muy logrado, fue el siguiente: perder al hombre por la mujer, y por ellos a todo el género humano. El papel de la mujer es de introducción, de preparación, y más tarde de cooperación; el papel del hombre, por su parte, es decisivo y de terminación.

Dios sigue a Satán, por decirlo así, en el terreno elegido por él, y lo bate con sus propias armas. Puesto que en el orden de la caída todo comenzó por la mujer, María se encontrará al principio del orden de la restauración y de la salvación. Todo comienza por Ella. Ella aparece la primera en este mundo, Ella es la primera en triunfar contra el demonio por su Concepción Inmaculada, aunque lo haga «in virtute Christi», en virtud de los méritos previstos del Hombre-Dios. María nos da a Cristo, y esto después de su coloquio con el Ángel, que es el equivalente encantador de las tratativas fatales de Eva con el ángel de las tinieblas.

He aquí otra consideración de orden dogmático, que nos parece de gran valor y de considerable fuerza probadora. La dominación mundial de Cristo en la caridad y su reino en el mundo serán una victoria, un triunfo espléndido, obtenido a costa de luchas terribles y a través de espantosas persecuciones.

La Iglesia ve en María a la Adversaria personal de Satán, que debe triunfar contra él por y para Cristo. Por eso instituyó fiestas para conmemorar acontecimientos que prueban la influencia decisiva de la Santísima Virgen en las grandes luchas por el reino de Dios: la fiesta del santo Rosario, la del santo Nombre de María, la de Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos… Expresa y canta su convicción y su alegre agradecimiento en este punto con textos que nunca podrían meditarse lo suficiente: «El Señor ha derramado sobre ti bendiciones, comunicándote su poder: pues por medio de Ti ha aniquilado a nuestros enemigos». Afirmación aún más fuerte y universal: «¡Tú sola has destruido todas las herejías en el mundo entero!». Fuertísima afirmación, en efecto: Tú, Tú sola, todas las herejías, en el mundo entero… Se diría que la Iglesia teme no expresar su pensamiento con suficiente claridad, ni con bastante fuerza. Es evidente que aquí hay que ver, implícitamente expresada, una ordenación divina. Siempre será así. Cada victoria, individual o colectiva, lograda contra Satán por un pobre pecador o por un santo religioso, por la Iglesia entera o por una u otra nación cristiana, será siempre obra de Ella, después de Cristo y de Dios  .

Los Papas no se cansaron de repetir casi hasta la saciedad, sobre todo en las horas de angustia, que sólo María puede darnos la victoria. No es este el lugar para citar dichos textos. Son realmente legión.

Y también por eso, quien sigue atentamente la historia de la Iglesia, verá desarrollarse la devoción mariana al mismo tiempo y en la misma proporción que los ataques de Satán contra la humanidad, cada vez más peligrosos y llenos de odio.

Así en nuestros días, frente a la violencia creciente del infierno, que pone en acción entre otros a la francmasonería, el naturalismo, el racionalismo, el socialismo, el laicismo, el modernismo, el espíritu revolucionario, la ideología de género, etc., vemos también cómo María sube cada vez más alto en el horizonte de la Iglesia: ¡María bella como la luna, radiante como el sol, pero también María terrible como todo un ejército en orden de batalla! [6]

II. La anti-mariología

El marxismo apoyado en la pseudo teología auto denominada Teología de la Revolución, en su afán de servirse de cuanto le sea útil para los fines de la Revolución, ha buscado, y busca instrumentalizar también el culto mariano. A los marxistas se plegaron -en la triple tarea de instrumentalización, falsificación, y desconstrucción de la devoción mariana- los propulsores de la ideología de la Nueva Era cuya penetración en América Latina comenzó con una arrolladora pujanza a finales de 1989 y principios de 1990, a raíz del V Centenario del Descubrimiento de América, con el objetivo especial de socavar los cimientos de la Iglesia en estos países, en un rumbo indianista-tribalista muy bien calculado, y últimamente la ideología de género.

La instrumentalización de la mariología, lleva a uno de sus más preclaros exponentes, el ex presbítero Leonardo Boff que lideriza las tesis marxistas y sociocósmicas, a afirmar que María Santísima es la primera revolucionaria, una mujer comprometida y que consecuentemente toma partido.  Así, en línea con el liberal protestante Max Thurian María resulta ser la primera revolucionaria dentro del nuevo orden: la extravagancia de estas afirmaciones, desenfocadas y erróneas, pone también de manifiesto que Boff se sitúa no solamente en el discipulado marxista sino asimismo en el obsesionado pansexualismo nazi.

Paralelamente en los países latinoamericanos, fue desenvolviéndose una resurrección artificial de las antiguas culturas paganas indígenas, incorporando estas creencias paganas a la fe cristiana reemplazando el culto de la Santísima Trinidad con el culto de los dioses paganos, bajo el pretexto de que estas creencias paganas no son otra cosa que los restos de la revelación primitiva, siendo en realidad una consciente paganización de la fe cristiana.

Con la consigna de romper con la Virgen María elucubraron una teología eco-feminista, «basadas en la sospecha de que no está puesto todo sobre la mesa y de que hay algunas cosas que no se han dicho por controlarnos en vez de liberarnos».

Esta ideología anti-mariana, propulsada por el colectivo Cons-pirando y la Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a decidir (CDD), se sustenta en delirios tales como que el símbolo de la Virgen María como madre pura y sumisa ha reforzado el estereotipo cultural de la mujer latinoamericana.

La ideología ecofeminista busca desconstruir, de mano de la Teología de la Revolución los dogmas tradicionales marianos de la fe cristiana, despojando a la Madre de Dios de todas sus prerrogativas, títulos, e incluso de sus virtudes naturales y sobrenaturales. Dedos de una misma mano que aspiran a convertir a Santa María en modelo de mujer revolucionaria, en Virgen extraterrestre, o en una impostora que oculta detrás de su imagen, otras deidades femeninas aplastadas por el cristianismo.

En ese tránsito hábil, consistente y agresivamente elaborado, -como ya se ha dicho- de un contubernio diabólico entre el marxismo, la teología de la liberación, el nuevaerismo, el indigenismo y el eco-feminismo, en una desconstrucción de la mariología buscan en definitiva sacar de escena a la Santísima Virgen.

Otrora, los enemigos de la Iglesia, desparramaron su veneno respecto de las apariciones de la Santísima Virgen atribuyendo éstas a histerias colectivas, manipulaciones y cosas por el estilo, pero he aquí que, ahora para los mismos cristofóbicos la sagrada imagen de Nuestra Señora de Guadalupe no es sino obra de extraterrestres, de maestros ascendidos. Manipulación cósmica, de una Nueva Era de ladrones de almas, de piratas marianistas que llevan adelante, perversamente la desconstrucción de la mariología sabiendo que al quitar del alma católica la verdadera devoción a María, camino seguro a Jesús, se abre el espacio para cualesquier culto.

Relajación que ahora busca convertir los santuarios marianos en santuarios interreligiosos, en los que se verifique una cohabitación interconfesional, incluso con expresiones naturalistas y hasta paganas. Así lo esperaba, el anterior Rector del Santuario de Fátima, Padre Luciano Guerra: El futuro de Fátima debe pasar por la creación de un santuario donde las religiones diferentes puedan mezclarse. El diálogo interreligioso en Portugal y en la Iglesia Católica está todavía en una fase embriónica, pero el Santuario de Fátima no es indiferente a este hecho y ya está abierto a ser un lugar de vocación universalista, y añadía el mismo hecho que Fátima sea un nombre musulmán y de la hija de Mahoma, es indicativo que el Santuario debe estar abierto a la coexistencia de distintos tipos de fe y creencias.

En su momento el gran obispo Rudolf Graber dijo: Esto roza con la traición a la Iglesia, al pueblo y al futuro.

Coronada de gloria, María Santísima resplandece como Reina de los Ángeles y los Santos, anticipación y culmen de la condición escatológica de la Iglesia. Ninguna criatura queda fuera de su reinado.[7]

¡Así, «al fin, el Corazón Inmaculado de María triunfará»: y este triunfo será el reino de Cristo Rey![8]

Germán Mazuelo-Leytón

[1] PACELLI, Cardenal EUGENIO, Discurso al Congreso de los Periodistas Católicos.

[2] Cf.: DE LIGORIO, San ALFONSO MARÍA, Las glorias de María.

[3] MONTFORT, San LUIS Mª de MONTFORT, nº 1.

[4] Ibid. nº. 113.

[5] Ibid. nº. 168.

[6] Cf. HUPPERTS S.M.M., J. Mª, Fundamentos y práctica de la vida mariana.

[7] Cf.: MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, Desconstrucción mariana. https://es.scribd.com/document/159359060/Desconstruccion-Mariana

[8] Cf. Ibid.

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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