Esta semana, durante su visita a México, delante del presidente de la república, Enrique Peña Nieto, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo que «los países deben forjar relaciones sensatas con sus vecinos» y que «los muros no solucionarán el problema» de la inmigración ilegal desde México a EEUU. Merkel abogó por plantear el problema desde su raíz en lugar de «aislarse de los demás» y no dudó en recurrir a la Historia, argumentando que los muros del pasado, como la gran muralla de China o los muros de los romanos, siempre fueron un fracaso.
Esto es muy discutible, pero dejaré a los historiadores el debate sobre la utilidad de los muros. Sólo diré que todas las civilizaciones de todas las épocas han construido muros alrededor de sus ciudades y en los límites de su territorio, por lo que si la tesis de Merkel fuera cierta significaría que nuestros antepasados eran todos unos idiotas.
El momento más gracioso del encuentro fue cuando Peña Nieto anunció que «México no cree en los muros». Será cuando están en la frontera con EEUU, porque en su frontera con Guatemala sí que quieren un muro. México deportó el año pasado unos 170.000 inmigrantes ilegales de América Central y entre la población mexicana hay amplio apoyo para la construcción de un muro en su frontera sur.
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