Neocatecumenales: Una secta judaizante

Uno de los síntomas más inquietantes de la general protestantización que se ha verificado en el seno de la Iglesia católica a partir del pontificado de Juan XXIII es dado por la extraordinaria difusión del camino neocatecumenal, que muchos miembros de la jerarquía celebran como ideal intérprete de los impulsos innovadores promovidos por el Concilio Vaticano II.

Declarando hacer lograr el redescubrimiento de la vocación bautismal a sus propios adeptos, el movimiento fundado por Kiko Argüello y Carmen Hernández, seguro por el decisivo apoyo y de las reiteradas aprobaciones de los Padres post-conciliares, se considera a sí mismo representante privilegiado de una nueva “Iglesia”, febrilmente propensa a liberarse de la tutela opresiva de estructuras jerárquicas y de principios dogmáticos hostiles a la espontánea efervescencia carismática, anunciadora de una religiosidad más vital y positiva.

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En base a tales premisas, presuntuosamente derivadas de una “cultura” teológica aproximativa y superficial, los neocatecumenales se erigen como pregoneros de una pseudo-evangelización que, desvinculando el evento de la Resurrección del carácter esencialmente expiatorio de la Redención obrada por Nuestro Señor Jesucristo, priva a la Liturgia de su connotación sacrificial para reducirla a un convite profano dominado por la descompuesta sentimentalidad de una asamblea que niega también el valor del sacerdocio.

Con incalificable desconsideración, se intenta demoler el fundamento sobrenatural de la Liturgia, centrada en el dogma de la Transubstanciación, en nombre de los pretendidos “carismas” de personajes que bebieron en las fuentes envenenadas del peor protestantismo y fueron rápidamente asumidos como líderes del neomodernismo que, desde hace demasiados años, devasta la vida de la Iglesia.

Es doloroso constatar cómo la aberrante y diabólica desacralización de la Misa haya sido objeto de complacidos aprecios por parte de no pocos Pastores, para los que el entretejerse de las estridentes sonoridades y de los ridículos bailes que sirven de marco a las sacrílegas ceremonias neocatecumenales ha parecido una válida alternativa a la divina grandeza del Rito; pero, aunque semejante falsificación de la Fe pueda suscitar indignación y tristeza, resultará menos sorprendente si se piensa en la sutil obra de disgregación perpetrada desde hace decenios contra la Tradición y culminada en las escandalosas revalorizaciones de la pseudo-teología de Lutero.

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A pesar de la persistente heterodoxia que perjudica una recta formación espiritual de los creyentes, no han recibido atención alguna ni las argumentadas denuncias relativas a los abusos litúrgicos cometidos por los neocatecumenales (sacrilegios eucarísticos, desvalorización del sacramento de la penitencia en favor de “confesiones públicas” sonsacadas mediante presiones psicológicas, etc.) ni las puntualizaciones teológicas propuestas por valientes sacerdotes como el padre Enrico Zoffoli, que pusieron de manifiesto autorizadamente las explícitas tendencias heréticas del camino de Kiko y Carmen.

A raíz de las anotaciones críticas expresadas por mons. Landucci en un artículo aparecido en sì sì no no el 31 de enero de 1983, el citado autor, haciendo uso ampliamente del texto “secreto” de las catequesis redactadas por los “jefes carismáticos” para deformar y desviar las mentes de sus secuaces, demostró que los neocatecumenales retoman la tesis luterana del “servo arbitrio”, la cual, como es conocido, afirma que la naturaleza humana, al estar totalmente corrompida por el pecado de los progenitores, no posee la capacidad de cooperar activamente con la Gracia divina en la actuación de su propio fin último.

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Es evidente que el consenso explícito tributado por Papas y Obispos a los agentes de la subversión anti-eclesiástica equivale a una objetiva desaprobación del Magisterio, culpablemente ocultado por el descaro sectario de grupos heréticos, afines por mentalidad al judaísmo y a la masonería.

La buena fe de quienes se unen a semejantes grupos sin conocer su peligrosidad no es razón suficiente par disuadir a los católicos fieles a la Tradición del deber de desenmascarar la gran apostasía carismática y neocatecumenal, que tiende a configurarse como un cisma “legalmente” pilotado y encubierto por los vértices de la Iglesia.

Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini Tuo da gloriam!

R. Pa.

[Traducido por Marianus el Eremita.]

[Nota: sobre este tema recomendamos nuestro artículo «El camino neocatecumenal al descubierto«]

SÍ SÍ NO NO
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Mateo 5,37: "Que vuestro modo de hablar sea sí sí no no, porque todo lo demás viene del maligno". Artículos del quincenal italiano sí sí no no, publicación pionera antimodernista italiana muy conocida en círculos vaticanos. Por política editorial no se permiten comentarios y los artículos van bajo pseudónimo: "No mires quién lo dice, sino atiende a lo que dice" (Kempis, imitación de Cristo)

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