No quiero ser cura, quiero ser como María

Hace unas semanas, un periódico regional de gran tirada, nos sorprendía con una entrevista a una mujer que decía ser «cura». Ella no quería que le llamasen Sacerdotisa ni nada parecido, simplemente «cura». La entrevista rozaba lo surrealista, chabacano y hortera, una señora diciendo un montón de sandeces, entre las cuales destacaba una: «yo puedo ofrecer todos los Sacramentos: Eucaristía, confesión, matrimonio…». Dada la repercusión que tuvo, principalmente por algunos aspectos que mencionó sobre DONDE oficiaba todos domingos, nuestro Arzobispo raudo y veloz salió a poner orden en una diócesis bastante desordenada, a juzgar por las palabras de esta pobre mujer y del séquito que la apoya. No obstante, esta es la situación de todas las Diócesis en general, el fango nos queda alto.

Los parroquianos, entre escandalizados y asombrados preguntaban, “¿Pero esto es cierto? ¿Puede decir Misa?”. Queridos lectores, esto es “tan cierto” como que la señora tiene nombre, apellidos y marido cura, ahí es nada…quién sabe si hasta tendrán hijos e hijas “curas”. La noticia generó tal bombo en la ciudad que hasta mi querida mamá me llamo totalmente estupefacta con lo que acababa de leer. Lo peor de todo, no es que ella diga que oficia Misa, sino que esto que hace todos los domingos, es una parodia del Santo Sacrificio y lo hace, supuestamente y a juzgar por las fotos, en uno de los primeros “locales” donde las “comunidades de base” se reunían tras el Concilio Vaticano II para cepillarse la Tradición milenaria de la Iglesia. Todo esto que permitieron los Obispos y que incluso, apoyaron, tiene su respuesta en la actitud de esta señora. En esta comunidad donde se llamaba a Dios “Padre, Madre” (pai nai), hoy tenemos a la nai oficiando con bata de cola.

Y como esta madame, tantas mujeres que dicen «quiero ser cura» y muchos Presbiteros que se echan las manos a la cabeza al ver el noticiario, son los que las auspician y las apoyan y por eso hemos llegado a este desmelene. Los primeros en amparar toda esta podredumbre, y que nadie se escandalice, han sido los Papas conciliares. Sí, los mismos que empezaron vistiendo a las niñas de ridículas monaguillas, haciéndoles creer que estaban mejor de esa guisa que sentaditas en el banco y siguiendo la Santa Misa. “Dejad que los niños se acerquen a mi”, en este caso, con intenciones retorcidas, inculcándoles una nueva enseñanza que no se ajusta a la Tradición. Después nos quejamos de lo que enseñan los gobiernos a nuestros hijos, más miedo debería darnos lo que enseña la misma Iglesia en estos momentos, que de una manera camuflada enseña a las niñas, desde su más tierna a infancia, a jugar a ser Presbíteros. ¿Por qué en vez de eso, no les enseñan a cubrirse y a estar recogidas, a imagen de las Santas mujeres que estaban con nuestro Señor? Que se lo digan al actual Sumo Pontífice que es el primero en darnos alas para que ocupemos el lugar que por lo visto nos corresponde y que la sociedad machista desde Adán, nos ha negado. Para el Papa actual, el tema monaguillas se queda corto, frente a lo que espera de nosotras:

“Creo que todavía no hemos hecho una profunda teología de la mujer en la Iglesia. Sólo un poco de esto y de lo otro: lee la lectura, mujeres monaguillo, es la presidenta de Cáritas…Pero hay más. Hay que hacer una profunda Teología de la mujer” (Papa Francisco)

Con relación a la señora de la que les hablaba al principio del artículo, es un claro ejemplo de la decadente situación de la Iglesia actual. Esta mujer empezó como catequista, después se enamoró del párroco…pero les ahorraré los cutres detalles de la película de su vida, simplemente decir que se inició como tantas mujeres a las que primero nos animan a leer una lectura y después nos van dando responsabilidades, hasta que se nos va la cabeza y olvidamos que en el Sagrario no hay pan, sino el Dios Vivo, el Dios del Amor. ¿Acaso tocó María Magdalena al Señor resucitado? ¿Somos nosotras más que ella? Lo que somos y lo digo con todo el respeto, es tontas perdidas, dejamos que nos manipulen, que se rían de nosotras, pasamos a ser una caricatura de nuestros párrocos. ¡Qué pena! Máxime, donde está el listón de la mayoría.

Y como esta desnortada, hay miles en las Diócesis, ¿Es que no han visto a las liturgistas de la palabra haciendo la gran obra de caridad los domingos en las Parroquias a las que no puede ir el Sacerdote? ¡Nos están engañando! No es necesario que vaya Mari Puri a predicar y a darnos la Comunión, no hay Misa, piénsenlo bien: “no hay Misa sin Sacerdote”. Y les digo más, porque el otro día me comentaba una persona que “menos mal que hay una vecina en la aldea que hace las funciones del cura porque él, no puede ir todos los domingos”. Y esto me lo decía alguien que vive a media hora de la ciudad y que coge el coche para todo, resulta que los domingos o días de semana, traga con esto… ¡vergonzoso! Y por la tarde, arrancan el motor y se van al cine… ¡Esto es amor a Dios y lo demás, cuentos! ¡Toma ya!

¡Somos nosotros los primeros consentidores de toda esta situación nefasta! Les contaba hace unos meses, que en una Novena de mi Diócesis, en una parroquia regia ubicada en el centro de la ciudad, predicó una señora, ¿se creen que esto es un cuento chino? Esto es tan real como que la Iglesia está viviendo los días finales y somos nosotros mismos los que estamos abonando el terreno para que los curas modernistas y progresistas lo siembren de dinamita. No sean colaboradores de esta masacre a Nuestro Señor.

Los modernistas dirán que “las mujeres hacemos una función única en la Iglesia, a imagen de María” y los progresistas nos cuentan, “las mujeres tenéis que ocupar el lugar que el Señor pensó para vosotras”. El mismo discurso con un vocabulario adaptado al público que cada uno quiere captar. Pero esto no es para ti ni para mí, nosotros estamos en la Tradición y nuestros Sacerdotes no nos invitan a estas aberraciones. Nos enseñan a vestir con decencia, a utilizar el velo, a no destacar y a vivir la Santa Misa desde nuestro banco y con el misal en nuestras manos, pensando sólo en acariciar las llagas de Jesucristo muerto en la cruz, en el Misterio que se revive en cada Santa Misa.

Decía Francisco en unas declaraciones sobre las mujeres:”Sufro, lo digo de verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas organizaciones eclesiales que la función de servicio de la mujer, que todos tenemos y debemos tener, se transforma en un papel de servidumbre” y yo le pregunto, Papa Francisco: ¿Cuál era el papel de la Virgen Santísima al lado de Nuestro Señor? ¿No era servidumbre? ¿No sirvió Ella a los planes del Altísimo, sometiéndose con el fiat a la voluntad Divina y sirviendo a Jesús desde niño hasta la cruz? Ella servía, no mandaba, no daba órdenes, no predicaba, ni antes ni después de la muerte de Jesús…Estaba en su plano de mujer, de madre, cuidando y velando en la sombra.

Que no nos tomen el pelo, primero catequista, después lectora, después ministra extraordinaria, al día siguiente preparas el cáliz para el Altar, mañana te nombramos “presidenta de vida ascendente”, pasado predicas un poco en la Misa y en el 2018 te ponemos la casulla y sales a oficiar y escuchas el vitoreo del pueblo aborregado:” no hay otra mejor en la parroquia que María Asunción, ni el párroco, ni el Obispo, ni el mismo Papa de Roma”…¿Saben que contestó esta señora cuando le preguntaron que se ponía para celebrar la Misa?

“Para celebrar, estola. Si es una ocasión importante: alba, casulla y estola”

Yo no quiero ser cura, quiero ser como la Madre, estar al servicio del Señor, no ocupando su Santo puesto, sino sirviendo al Amor de los Amores recogida en oración ¿Y Vds. señoras mías?

Haznos Señor, a imagen de María y que como Ella, sepamos decir siempre y en todo momento, “ecce ancilla Domini; fiat mihi secundum verbum tuum”.

Sonia Vázquez

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