Pasan cosas lindas

Así comenzaba una publicidad de no se qué en otros tiempos. “Pasan cosas lindas…” Comienzo poco auspicioso. Si hay que anunciar con entusiasmo que esta semana habrá un día de sol, es que estamos en medio de un temporal persistente. Hagamos una breve crónica de lo que ha sucedido en los últimos días y tal vez encontremos alguna “cosa linda”.

Ahí nomás, a comienzos de julio ganaron su apuesta los que jugaron a la salida (nada voluntaria) del Card. Müller de Doctrina de la Fe. Según él se fue muy cordialmente y con Francisco “todo bien”. Pero no tan bien que no le doliera el haber tenido que expulsar a sus tres mejores hombres de la Congregación cuando todavía era prefecto porque el papa lo ordenó terminantemente y sin dar razones. Esto es historia vieja, pero al cardenal todavía se le nota la sangre en el ojo. Porque cuando casualmente habla con la prensa, recuerda ese incumplimiento de la “doctrina social de la Iglesia” con admirable perseverancia.

Horas más tarde de la “no renovación” de su contrato, muere el Card. Meisner. Estaba en un lugar de descanso del que se reponía de su viaje para la beatificación en Vilnia del arzobispo lituano Teófilo Matulonius, martirizado por los comunistas. Recordarán que Meisner era uno de los firmantes de las “dubia”, las preguntas sobre puntos dudosos de la Exhortación Amoris Laetitia que Francisco se ha negado a responder, también con admirable perseverancia. El Card. Müller le comunicó telefónicamente su despido al anciano prelado alemán y esa noche el respetadísimo eclesiástico, jefe espiritual del sector “pro-romano” del clero del Rhin, murió mientras rezaba el breviario. No es una mala muerte.

Cuando Benedicto habla

Meisner, amigo y confidente de Benedicto XVI, según el experto en cuestiones vaticanas Marco Tosatti, fue quien lo convenció de que aceptara el papado, y también quien no logró convencerlo de que despidiera de la Congregación de la Fe al Card. Bertone, (el del departamento renovado con dinero malversado del Hospital Bambino Gesú, caso que se juzga en estos días pero en el cual no está imputado (?) el propio beneficiario de la estafa). Tenía el Card. Meisner con el actual papa emérito una gran confianza. Lo llamaba “Joseph” en privado, aún cuando Ratzinger ya era papa. Y trató de disuadirlo de renunciar, aunque al verlo tan quebrantado desistió, allá por 2013. Este influyente Cardenal Meisner, un prócer, aparentemente al ver que su esperanza de enderezar la Amoris Laetitia se iba con Müller, se murió. ¿Era una esperanza fundada? ¿En qué, en todo caso?

En medio de esto, la publicación norteamericana olvidadiza (ya veremos porqué) IP5 (léase One Peter 5), publicó que durante la breve entrevista de despedida (en el sentido laboral de la palabra, o sea de despido) Francisco le presentó a Müller cinco “contradubias” que el bávaro debía responder por sí o por no. ¿Fue la venganza, si tal cosa sucedió, un poco enfermiza en un Sumo Pontífice por las desaveniencias de Müller con él? Que Bergoglio siempre se empeñó en parecer vengativo es algo que pueden atestiguar muchos clérigos y seglares en la Argentina. Y tal vez ahora también en Roma. En ese sentido los rumores crecen día a día.

Las preguntas (supuestamente) formuladas a Müller versaban sobre el sacerdocio femenino, las mujeres diaconisas, A.L., y otros temitas menores. Las respuestas que recibió el Sumo Pontífice, parece, no fueron las que esperaba. Y tras eso se levantó y se fue… Esto según IP5, y algunos que lo han tomado de ahí. Müller lo niega, aunque ya sabemos como leer las respuestas del Card. Müller, no siempre en estricta observancia de la adequatio intellectus et rei.

Por cierto que las cosas lindas no terminan aquí. A pocos días, durante los funerales del Card. Meisner, se leyó un mensaje de Benedicto XVI en el que recordaba su charla con el cardenal la noche previa a su muerte. ¿De qué habrán hablado? ¿Sabría ya Meisner que Müller había sido despedido con cajas destempladas? Lo cierto es que el texto tomó estado público y en la forma un poco indirecta en que el (¿ex?) papa dice las cosas, recordó a los presentes que “Dios no abandona a su Iglesia” y para más datos “ni siquiera cuando parece una barca a punto de naufragar”. Si uno usa el mismo criterio hermenéutico que postulamos para aquel gingle publicitario “pasan cosas lindas”, deberíamos interpretar: “A pesar de estos desastres actuales… etc.”. Lo que asociado a lo antedicho hace cierto sentido poco laudatorio del actual pontificado.

Summorum Pontificum con amnesia

Es cierto, cosas lindas han pasado. Por ejemplo, el décimo aniversario de la Exhortación Summorum Pontificum. Recordemos al lector que este documento “liberó” la Misa Tradicional (o misa de Siempre, o misa Gregoriana, o misa según el misal de 1962, o forma Extraordinaria del rito romano). La liberó con el sencillo expediente de decir la verdad (adequatio intellectus et rei). Pero dicha por quien debe decirla para zanjar la cuestión de un modo definitivo, por el Papa.

Desde 1970 se venía insistiendo en que la Misa antedicha había sido prohibida. Algo difícil de sostener no habiendo ni documento que lo sostuviera ni razón litúrgica que pudiera sostener a su vez una decisión tal extravagante, aún en caso de haber un documento. Hubiera sido abolir el rito de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, el rito de la Iglesia Latina y el de la Sede papal. Un disparate que Benedicto, haciendo algunos malabarismos conceptuales para aplacar a las fieras, dejó en claro. Dejó en claro que estaba vigente y era libre rezarla cualquier sacerdote del rito, sin pedir permiso a nadie. No dejó en claro lo demás, pero lo demás no tenía mucha importancia en ese momento, en que todos agradecíamos un paso enorme en nuestra lucha por la Misa tradicional.

Grandes y debidas celebraciones por este décimo aniversario, estadísticas auspiciosas sobre el crecimiento y la fecundidad del rito tradicional, que reúne millones de fieles, muy devotos, muy apegados a la moral tradicional, familias sólidas y muchas vocaciones. Nada milagroso, simplemente la Iglesia obrando con libertad por sus canales ordinarios de gracia. Nada milagroso, pero muy escaso en estos tiempos.

Inexplicables olvidos

Pero no todos los entusiastas de este reflorecimiento han recordado a quien fuera el motor de esta liberación, el principal (por lejos) defensor teórico y sobre todo práctico de la Misa de Siempre y el fundador del instituto religioso que pidió esta liberación expresamente, después de haberla defendido y practicado durante casi 40 años bajo persecución de la jerarquía. En 2007 Benedicto concedió tal liberación como parte de las “precondiciones” para entablar un diálogo teológico requerido por la FSSPX. ¿Se acuerdan? Pues IP5 no se acuerda.

La revista desmemoriada antes aludida celebra a todos, desde San Gregorio Magno a Benedicto XVI. Lo hace de un modo un poco particular: crea un cocktail (sic) con ingredientes que se eligen en honor a cada uno de los homenajeados. Pero no a Mons. Lefebvre. Parece que no encontraron un licor adecuado para la mezcla. Es el tipo de cosas que hacen algunos analistas top de la realidad de la Iglesia, que se empeñan en parecer miembros de algún club inglés paveando mientras beben whisky.

Creo que hay tres olvidados importantes más, los Cardenales Bacci y Ottaviani y su fundamental “Breve Examen Crítico” y Mons. de Castro Mayer, que mantuvo su diócesis ajena al cambio litúrgico. Gracias a Dios The Remnant, Rorate Caeli, Adelante la Fe y muchos otros no tienen tan poca memoria. Pero por casa, en la Argentina que produjo a Bergoglio, tampoco se acuerdan de este extraordinario paso en la reconstrucción de la Iglesia haciendo justicia como corresponde, o sea, reconociendo a sus principales actores.  Claro que hubo otros muy respetables y respetados. Claro que hubo un Michael Davis, una Fraternidad San Pedro, etc. Pero, si bien se fijan, de un modo u otro, ellos tuvieron su espacio gracias a la FSSPX. ¡Qué lindo sería que se acordaran! ¿No?

Francisco, el memorioso

En tren de acordarse, Francisco, hombre de extraordinaria memoria, se acordó de pasar una factura (iba a decir tomar venganza, pero no me consta) a los conservadores norteamericanos, tanto católicos como protestantes, por la guerra que llevan contra el aborto, la educación sexual, la perspectiva de género, la homosexualidad legalizada como matrimonio, etc. Y contra él, dado que él (Francisco) no se cuida de aparecer como promoviendo todas estas cosas. La Revista La Civiltà Cattolica, órgano oficial de la orden jesuita, que siempre se publica bajo la supervisión de la Santa Sede desde su fundación, bajo Pío IX, lanzó un ataque sin eufemismos contra este sector que llama “el Ecumenismo del odio”. Parece, entonces, que no todo ecumenismo es bueno. Menos mal.

El autor del estudio es el director de la revista, el P. Antonio Spadaro. Y su coautor un argentino -los argentinos están hoy de moda en Roma- que dirige L’Osservatore Romano en su edición española. Se trata de Marcelo Figueroa, un pastor presbiteriano, curioso pergamino para dirigir una publicación católica. Este sí es el “buen ecumenismo”, el de un presbiteriano dirigiendo la edición española de la revista oficiosa de la Santa Sede, ¿no se si me entienden? Está clarísimo.

Ambos coautores descargan sus más poderosas armas dialécticas contra esta alianza “conservo-ecuménica” que se practica en muchos lados. También en la Argentina. En los días previos a la aprobación legal del “matrimonio gay” en la Argentina, Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires y prelado más influyente del país, acompañó, digamos así, una alianza similar con sectores protestantes que defienden la moral natural. Y algo más. Tengo testimonios directos de esto. Mientras los católicos “resistían” al grito de “queremos papá y mamá”, un lema bastante inocuo, por decir lo menos, los protestantes esgrimían textos de las Sagradas Escrituras y referencias a Sodoma y Gomorra, bastante más contundentes y cristianas. Las directivas eclesiásticas buscaban desmotivar la resistencia: no argumentar con las Sagradas Escrituras. Inclusive a algunos senadores sedicentes católicos que se oponían a esta monstruosidad se los trabajó desde la jerarquía para que no resistieran.

Pero como en esos tiempos Bergoglio estaba obligado a disimular su antimilitancia, escribió una bella carta a las hermanas carmelitas para pedir oraciones por el buen resultado de esta votación, en la que condenaba la aberrante pretensión legislativa. Naturalmente, la carta reservada apareció en los diarios como por arte mágica. Y fue su argumento de defensa, bastante efectivo, cuando se lo acusó de paralizar la resistencia. Los mismos norteamericanos que ahora afilan los cuchillos contra él lo defendieron en el momento de su elección. (Lo lamento, muchachos, Uds. son astutos, pero hay otros más astutos que Uds.)

Luego, vino el “quien soy yo para juzgar”, porque ya no había necesidad de despistar ante ninguna autoridad superior (humana) y la guerra declarada contra esta forma de ecumenismo (que no valoro, simplemente refiero) fue cada vez más directa y ahora es brutal.

Raro ataque personal

Para los que, aún siendo víctimas directas del ataque, como Michael Voris, fundador de Church Militant TV, un emprendimiento conservador multimediático a la yanqui, atribuyen la maniobra a subordinados de Francisco y niegan que el Papa haya tenido participación en la publicación, recordamos que además de la tradicional censura de la Secretaría de Estado, La Civiltà Cattolica es órgano oficial de los jesuitas y cualquier publicación del estilo que no hubiese pasado por esta aprobación de Francisco haría rodar más cabezas que la Revolución Francesa. De hecho Francisco conocía el texto desde primeros meses del año, según los responsables directos de la publicación.

Michael Voris, de hecho, es uno de los que reivindican la Misa Tradicional y detestan a Mons. Lefebvre y su obra. Uno se pregunta porqué. Tal vez algo en su pasado. Lo cierto es que su postura me parece más bien impostura. Desde su jopo de joven periodista (que ya no es en absoluto) hasta los cruceros donde predica “retiros espirituales”. Si bien a Voris yo no le firmaría ni un certificado de asistencia a misa, se me ocurre que este ataque se sale un poco del stilum curiae, como dice Tosatti, y parece más bien algo pergeñado por el comité del Partido Obrero. ¿Habrá sido idea del dirigente trotskista Gustavo Vera, amigo personal de Francisco?

Müller, un hombre de palabra.

Antiguo perseguidor de la FSSPX, se había convertido en uno de sus abogados ante la Santa Sede. ¿Un nuevo San Pablo? No lo sabemos. De algún modo ha caído del caballo, pero sin mucha gloria. Muchos le recriminan sus maniobras sinuosas para permanecer en su cargo. (Aquí defiende a los Cardenales, y Aquí los critica). Y otros le atribuyen la intención de operar desde tan importante lugar para poner en claro lo que Amoris Laetitia puso en oscuro. No logró ninguno de sus objetivos. Para él, el infausto capítulo VIII debe leerse en concordancia con la Tradición. A lo mejor en alemán, que es una lengua tan particular, se puede. En español yo no logro hacerlo.

También le reprochan haber mandado al paredón a los cuatro cardenales en varias oportunidades, acusándolos de hacer públicas las dubia. Recuerdo una entrevista que ofreció a la TV italiana. Se sabe que él, a pesar de su empedernido neomodernismo teológico, es conservador en temas morales, y a juzgar por la incomodidad con que censuraba la publicación de los cardenales, y su charla póstuma con el Cardenal Meisner al ser despedido, no había roto con ello una relación cordial. Pero a la vez no tiene, según dice él mismo reiteradamente, ninguna diferencia con Francisco, ni siquiera ahora que ya no puede hacer nada desde Doctrina de la Fe. Por cierto que le vamos a creer porque los cardenales no mienten. A veces hacen como que faltan a su palabra, pero por razones de humildad.

Sus gestos amistosos con la FSSPX

Nuevamente descolocó a quienes confiaron en él. Esto es auspicioso. Porque más allá de las mejores intenciones del Superior General de la FSSPX, de las que no tengo ninguna duda, parece, al menos a la distancia, poco probable que una regularización canónica no implicase caer en las manos de personajes como los que se vienen describiendo tan someramente, no solo de los infieles a su palabra, sino también de los obnubilados por las presuntas bondades de Vaticano II, como si no fueran evidentes sus resultados nefastos. La hermenéutica de la continuidad es una ilusión.

El Cardenal Schönborn, ese ser increíble

Y para terminar, un dato fresco, como el clima en las pampas argentina: lo proveyó el intérprete oficial de Amoris Laetitia designado y autorizado por Francisco, el Card. Schonbörn, de Viena, que anda por el mundo cantando las letanías de la malhadada Exhortación apostólica. En estas aventuras laudatorias el dicho cardenal paró en Irlanda para una conferencia. Allí fue escuchado por decenas de personas y algunos periodistas. A la pregunta sobre las “dubia”, el cardenal de los globos en la catedral afirmo categoricamente que las respuestas son sí, sí, sí, sí y sí. Es cierto que las cuatro últimas, según la doctrina tradicional de la Iglesia basada en la Revelación, deben responderse Sí. Pero la primera… recordemos. La primera duda planteada a Francisco:

Se pregunta si, según lo afirmado en «Amoris laetitia» nn. 300-305, es posible ahora conceder la absolución en el sacramento de la Penitencia y, en consecuencia, admitir a la Santa Eucaristía a una persona que, estando unida por un vínculo matrimonial válido, convive «more uxorio» con otra, sin que se hayan cumplido las condiciones previstas por «Familiaris consortio» n. 84 y luego confirmadas por «Reconciliatio et paenitentia» n. 34 y por «Sacramentum caritatis» n. 29. La expresión «en ciertos casos» de la nota 351 (n. 305) de la exhortación «Amoris laetitia», ¿puede aplicarse a divorciados que están en una nueva unión y siguen viviendo «more uxorio»?

O sea, según Schönborn, se puede dar la comunión a los que viven en concubinato “more uxorio”, o sea que no viven como hermano y hermana. La Iglesia solo puede responder No.

Durante esa conferencia en Irlanda, el Cardenal fue interrogado sobre la ortodoxia del documento, a lo que respondió naturalmente que es perfecta. Y para reafirmar su respuesta contó esta sabrosa anécdota que refiere Catholic Culture:

Schönborn reveló que cuando se encontró con el Papa poco después de la presentación de Amoris Laetitia, Francisco le agradeció y le preguntó si el documento era ortodoxo.

“Yo le dije: Santo Padre, es completamente ortodoxo”, nos contó Schönborn que le dijo al papa, agregando que unos días más tarde recibió de Francisco una esquela que decía: “gracias por esa palabra. Me reconfortó”.

La conferencia de Schönborn fue ante decenas de asistentes. Parece difícil que este relato sea falso.

Si esta fuera una película de suspenso, ahora se oiría un ¡¡¡¡Chaaaaaaan!!! Pero lamentablemente es una comedia trágica. Escucho sugerencias sobre los ruidos que se deben oír…

Marcelo González

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