Sacerdote acusado por agresión al defender la Eucaristía en Misa tradicional

Comentario del Editor: Recibimos el siguiente testimonio de nuestros hermanos católicos de la Arquidiócesis de Niteroi (municipalidad cercana a la ciudad de Río de Janeiro), Brasil, sobre un grave incidente ocurrido el pasado Miércoles de Ceniza en la parroquia Santo Domingo de Guzmán. Les pedimos amablemente que lo lean y respondan luego las peticiones que hacemos al final del artículo. Michael Matt

***

El pasado Miércoles de Ceniza todo estaba listo para celebrar la santa misa en la parroquia Santo Domingo de Guzmán. Los fieles entraron en la iglesia y se prepararon para pedir la gracia de Dios, recibir el signo de la cruz en sus frentes, escuchar la exhortación a “alejarse del pecado y ser fieles al Evangelio” y entrar de esa manera en el tiempo de Cuaresma. La celebración era una misa tradicional en latín; el ministro era un sacerdote diocesano, el padre Anderson Batista da Silva, quien celebraba desde hacía tiempo el Vetus Ordo, incluso desde antes de la promulgación de Summorum Pontificum.

La misa ya había comenzado cuando un hombre de unos sesenta años entró en la iglesia y, desde el comienzo, comenzó a quejarse en voz alta sobre varios asuntos (el rito, la duración, el canto gregoriano, etc.) molestando de esta manera a los que lo rodeaban. En el momento de la comunión, los fieles formaron como siempre una fila hacia el altar y comenzaron a recibir de rodillas el Cuerpo de Cristo en la lengua, tal como lo requiere la práctica tradicional de la Iglesia todo fiel asistiendo a esa misa conocía la manera de recibir la hostia, debido a que el padre Batista explicó los detalles del rito tradicional antes de comenzarlo.

El hombre enojado formó fila para la comunión y continuo quejándose y murmurando todo el camino hasta la barandilla. Cuando llegó su turno, se rehusó a recibir la comunión en la lengua, exigiendo que el padre Batista coloque la hostia en su mano. El padre Batista le explicó con calma que está prescrito que la manera de recibir el sacramento según el rito tradicional es de rodillas y en la lengua, y que la decisión no estaba en manos de los fieles.

Sin embargo, el hombre no aceptó la explicación del sacerdote y exigió en voz alta que le diera la comunión en la mano. Probablemente para evitar mayores disturbios en la celebración,  el sacerdote aceptó y le dio la hostia en la mano. Luego, le pidió al hombre que la consuma en el momento. Sin embargo, con el sacramento en la mano, el hombre la cerró y se rehusó a consumirla frente al sacerdote, diciendo que la hostia no le pertenecía al sacerdote y que él tenía el derecho de comulgar donde quisiera.

Continuó gritando que esta no era su religión y que esta misa vieja no existe. En ese momento, los que estaban alrededor de él – acólitos y otros fieles – le advirtieron que no podía salir del lugar con la hostia consagrada.

Ignorando la advertencia, el hombre dijo a los que lo rodeaban que iba a pasar por en medio de ellos. En un ataque de furia, gritó “uno, dos, tres” y avanzó violentamente hacia quienes lo rodeaban, para empujarlos al suelo y abandonar la iglesia con el santísimo sacramento.

En ese momento, los fieles intentaron detenerlo y el hombre cayó al suelo. Los acólitos y otros fieles lograron inmovilizarlo (sin lastimarlo) y lo llevaron a una habitación contigua camino a la sacristía, donde pudieron recuperar fragmentos del Cuerpo de Cristo que él había aplastado en su mano.

Luego se alejaron del hombre sin lastimarlo. No puede decirse lo mismo del hombre, quien actuó con extrema violencia y comenzó a patear a los que estaban cerca mientras yacía en el suelo. Los fieles que habían observado todo esto permanecían a distancia, rezando a la Virgen sin cesar. El padre Batista observaba aterrado todo el incidente. Continuó sosteniendo firmemente la copa con la comunión (no podía sostener la copa e interferir en la situación al mismo tiempo).

Tras ese espantoso acto de profanación y locura que perturbó la paz de todos los asistentes (el suelo donde cayeron fragmentos de la hostia debían ser purificados luego) y al dejar la iglesia, el hombre volvió por la puerta principal para hacer amenazas. Dijo que era un fiscal de apelaciones (agente estatal) y que utilizaría su poder para destruir la reputación del sacerdote. Dijo que iba a ir a la comisaría a levantar cargos contra el padre Batista.

Al padre se lo veía muy perturbado por lo ocurrido.

Sin embargo, nosotros los fieles pensamos que el asunto quedaría olvidado en cuestión de días y no surgirían problemas posteriores. ¡Estábamos equivocados! Nos acabamos de enterar que el hombre levantó cargos contra el padre Batista.

El contenido de la acusación, hasta donde sabemos porque no la leímos, es una acusación realizada por el hombre (verdadero agresor y profanador de la eucaristía) por haber sido apresado y atacado por acólitos bajo las órdenes del sacerdote. El sacerdote sería culpable de incitar a la violencia.

Los hechos delictivos, la amenaza de acción legal subsecuente y la promesa de destruir su reputación: son las recompensas de no evitar que acólitos y fieles defiendan a Jesucristo en la eucaristía. Es difícil concebir un razonamiento más retorcido: el sacerdote, considerado probablemente un “retrógrado” igual que el rito de la misa tridentina, ahora es acusado por un crimen de agresión y daño físico.

* * *

Este es el final del testimonio de los eventos ocurridos en la parroquia Santo Domingo de Guzmán el pasado Miércoles de Ceniza. Ahora les presentamos las peticiones que mencionamos al comienzo del artículo.

Por favor ofrezcan oraciones por las intenciones del padre Anderson Batista da Silva. Sus oraciones serán de gran consuelo y ayuda en este momento. No podemos dejar de lado la posibilidad de una intervención divina en este suceso. Por favor, compartan sus intenciones de oración con The Remnant por medio de Cartas al Editor en la sección Comentarios del RemnantNewspaper.com

Por favor, escriban a la Arquidiócesis de Niterói (aquí o aquí, incluso en inglés) para felicitarlos por tener un sacerdote tan piadoso en sus filas. Soliciten a la diócesis que proteja y apoye al padre Batista en vistas de cualquier acción legal que pudiera ser presentada en su contra. Oren por la Arquidiócesis de Niterói para que no caiga bajo las amenazas del agresor y su posición social (dijo ser agente estatal), y que se deje guiar solo por su celo por la eucaristía.

Por favor, oren por este hombre que apareció en la parroquia inesperadamente y causó tanto daño, para que Dios tenga misericordia de él, para que se arrepienta de sus insultos a Jesucristo y al santísimo sacramento, de su irreverencia hacia la misa tradicional y el escándalo de querer salir de la misa con la eucaristía en la mano, y de las serias amenazas que realiza contra un buen sacerdote católico.

(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)

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