El Santo Rosario y el Purgatorio

Sor Lucía de Fátima, hablando con el Padre Fuentes le dijo: «Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario. De tal manera que ahora no hay problema, por más difícil que sea, sea temporal o sobre todo espiritual, que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros; o a la vida de nuestras familias sean familias del mundo o Comunidades Religiosas; o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario».[1]

I. El Santo Rosario un don del Cielo

El Rosario es un gran don: es el espléndido don de la Madre a los hijos para defenderlos de todos los peligros, en efecto, con el rezo del Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas.

Al Beato Alano de la Roche (o Rupe) Nuestra Señora le prometió:

«Libraré del Purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente».

El primer Papa que nos habló del Rosario es San Pío V, a este Romano Pontífice al igual que a León XIII se le conoce como el Papa del Rosario. San Pío V era religioso de la Orden de Predicadores (dominicos) los grandes predicadores del «Salterio de la Bienaventurada Virgen María» durante siglos.

San Pío V definió el Rosario como: el «modo piadosísimo de oración y plegaria a Dios, modo fácil al alcance de todos, que consiste en alabar a la Santísima Virgen repitiendo el Saludo Angélico por ciento cincuenta veces, tantas cuantos son los salmos del salterio de David, interponiendo entre cada decena la Oración del Señor (Padrenuestros), con determinadas meditaciones que ilustran la vida entera de Nuestro Señor Jesucristo».

La doctrina del Papa San Pío V sobre el Santo Rosario se puede sintetizar así:

a) Necesidad de la oración para superar las dificultades de la guerra y otras calamidades.

b) El Rosario, recomendado por Santo Domingo, es un medio sencillo al alcance de todos.

c) Se ha revelado, tal medio, de gran eficacia contra las herejías y los peligros para la fe, y ha obrado grandes conversiones.

d) Recomienda encarecidamente el rezo del Rosario a todo el pueblo cristiano.

El salterio o Rosario de la Santísima Virgen se compone de tres rosarios de cinco decenas cada uno, con el fin:

1.º, de honrar a las tres personas de la Santísima Trinidad;

2.º, de honrar la vida, muerte y gloria de Jesucristo;

3.º, de imitar a la Iglesia triunfante, ayudar a la peregrinante y aliviar a la padeciente;

4.º, de imitar las tres partes del salterio, la primera de las cuales mira a la vía purgativa; la segunda, a la vía iluminativa; la tercera, a la vía unitiva;

5.º, de colmarnos de gracia durante la vida, de paz en la hora de la muerte y de gloria en la eternidad. [2]

II. La Reina del Purgatorio

La Iglesia ha definido la existencia del Purgatorio como verdad de fe.[3] A él van las almas de los que mueren en pecado venial o que no han satisfecho la pena temporal de los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa. Es posible un contacto saludable con ellas en virtud del dogma de la Comunión de los santos, por el cual les ayudaremos a entrar en el cielo.

«La bienaventurada Virgen María –dice San Bernardino de Siena- manda como Reina y Señora en el Purgatorio». En aquella prisión donde gimen las almas que son esposas de Jesucristo, María ejerce cierto dominio y especial jurisdicción, tanto para aliviarles sus penas como para librarlas enteramente de ellas.[4]

A Santa Brígida le dijo; «Yo soy la Madre de todas las almas que están en el Purgatorio, porque sé hallar el medio de mitigar y suavizar con mis ruegos las penas debidas a los pecados que en este mundo cometieron».

No se desdeña esta benigna Señora –dice San Alfonso María de Ligorio- de descender a veces a las prisiones del Purgatorio para visitar y consolar a sus afligidas hijas: «Yo penetré por el profundo del abismo» (Ecl 24, 8), dice María en los Proverbios. «Este abismo es el Purgatorio –dice San Buenaventura-, y baja la Virgen a él para alentar con su presencia a las almas santas».

Su maternal intercesión lleva alivio a las almas santas, como Ella le narró al Beato Alano: Soy la Madre de las almas en el Purgatorio y cada oración en mi cuenta alivia los dolores de mis devotos.

«Pero no solamente consuela y alivia María a sus siervos que están en el Purgatorio, sino que también rompe con su intercesión las cadenas que los aprisionan y los saca de aquella cárcel. En el día de su gloriosa Asunción no quedó ninguna alma en el Purgatorio. Así lo afirma Gersón; y Novarino confirma este parecer».[5]

III. El Santo Rosario y las benditas almas del Purgatorio

Según San Agustín, los sufragios que se apliquen por nosotros nos aprovecharán en la medida de nuestro interés actual por las almas del Purgatorio.

San Alfonso María de Ligorio enfatiza en su libro de oro Las glorias de María, que la mejor manera de ayudar a las benditas almas del Purgatorio, después de la celebración de la Santa Misa en sufragio de ellas, es el rezo devoto del Santo Rosario:

Ellas no pueden merecer. Sólo padecer como expiación y paga de la deuda contraída Podemos ayudarles a saldar esa cuenta.

«Si deseamos con nuestros sufragios aliviar a las almas del Purgatorio, procuraremos encomendarlas a la Santísima Virgen en todas nuestras oraciones, rezando sobre todo el Santo Rosario».[6]

«Santo Domingo de Guzmán, que murió en 1221, recibió de la Virgen la orden de predicar y hacer popular esta devoción en sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y prosperidad de la Santa Madre la Iglesia, y de esta manera fundó el Santo Rosario en la forma que tiene en la actualidad».[7]

Las oraciones del Rosario pueden mover montañas, salvar países, salvar almas. ¡Qué privilegio! ¡Y tan poca tarea! Es tan fácil, que su milagroso poder es deslucido con escepticismo. Su poder milagroso estupendo es muy a menudo sepultado por temores y dudas.

San Luis María Grignion de Montfort, siguiendo al Beato Alano, afirma que el rezo devoto del Santo Rosario es un manantial y depósito de toda especie de bienes:

Los pecadores obtienen el perdón; las almas sedientas se sacian; los que lloran, encuentran la alegría; los que son tentados, la tranquilidad; los pobres, socorridos; los religiosos, enfervorizados; los ignorantes, instruidos; los vivos vencen la vanidad, y las almas del purgatorio encuentran alivio.[8]

Los que rezan mi Rosario -le reveló al Beato Alano- encontrarán durante su vida y en la hora de la muerte, la luz de Dios y la plenitud de sus gracias, y participarán de los méritos de los bienaventurados en el cielo.

Cada día liberaré del Purgatorio a las almas devotas de mi Rosario.

San Pompilio Pirrotti, fue un santo extraordinario en el apostolado del Santo Rosario por las pobres almas del Purgatorio. Como tantos santos, su práctica de piedad mariana preferida era la recitación del Rosario; de todas las formas posibles promovía la oración favorita de la Santísima Virgen en favor de la Iglesia Purgante. San Pompilio lo rezaba en todas partes y con múltiples personas, también con las almas del Purgatorio, al respecto los testimonios de los maravillados presentes, no dan lugar a duda o incertidumbre.

Sucedió que en el templo donde oficiaba, al rezar el Rosario, las almas santas oraron junto con él, respondiendo la segunda parte de cada Avemaría recitada. Las almas en el Purgatorio estaban tranquilas y llenas de alegría mientras se rezaba el Rosario de la Virgen.

Maravilla y emociona el secreto admirable del Santísimo Rosario por vivos y difuntos.

El Rosario es la misa espiritual. Si en la Misa se hace la ofrenda de Jesucristo de una manera real, en el Rosario se hace de una manera espiritual: con el pensamiento y el corazón caldeados de las reflexiones que los misterios de la Redención nos sugieren.[9]

San Luis María de Montfort, en El secreto admirable del Santísimo Rosario escribió sobre una mujer liberada del Purgatorio: una distinguida doncella de nombre Alejandra –convertida milagrosamente e inscrita en la cofradía del Rosario por Santo Domingo–, se apareció al Santo después de muerta para comunicarle que estaba condenada a setecientos años de purgatorio a causa de los pecados que había cometido o hecho cometer a otros con sus vanidades mundanas. Alejandra le suplicó que la aliviara e hiciera aliviar con las oraciones de los cofrades del Rosario. El Santo lo hizo así, junto a muchos otros devotos del Rosario, y quince días después, Alejandra se le apareció de nuevo, más resplandeciente que un sol. En tan corto tiempo había sido librada de la pena gracias a las oraciones de los cofrades del Rosario hechas en favor suyo. Hizo también saber a Santo Domingo que venía, de parte de las almas del Purgatorio, a exhortarle a continuar predicando el Rosario y hacer que los parientes de ellas les hicieran partícipes de sus rosarios. Por lo cual ellas les recompensarían abundantemente cuando llegaran a la gloria.[10]

Hay muchos otros milagros e historias sobre el poder del Rosario para ayudar a las benditas almas. Debemos rezar el Santo Rosario para liberar a las pobres almas del Purgatorio. Todos tenemos familiares y amigos que están en el Purgatorio y necesitan nuestra ayuda. Es hermoso rezar con esta intención: Por los fieles difuntos que la Virgen disponga.

Nunca como hoy, el mundo ha tenido tanta necesidad del Santo Rosario.

Recuerden que sobre la tierra hay conciencias privadas de la luz de la fe, pecadores que convertir, ateos que arrebatar a Satanás, infelices que socorrer, jóvenes indolentes, familias atrapadas, encrucijadas morales, almas que arrancar del infierno.

El Paraíso entero se une a la armonía de la corona que recen e igualmente todas las almas del Purgatorio se unen al eco de sus súplicas.[11]

El rosario es una oración muy poderosa. Todos tenemos una abundancia de problemas hoy; aun la Iglesia está siendo atacada y destrozada desde adentro y desde afuera. Pero son las oraciones de nuestro Rosario las que nos ayudarán a permanecer en la Iglesia por nuestra fidelidad, beneficiándonos así de la promesa de Nuestro Señor: …las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.[12]

Con justa razón Montfort en su primer método para recitar el Santo Rosario y atraer la gracia de los misterios de la vida, pasión y gloria de Jesús y María, termina la decimoquinta decena así:

Os pedimos, oh buen Jesús, por los quince misterios de vuestra vida, pasión, muerte y gloria y los méritos de vuestra santísima Madre, que convirtáis a los pecadores, auxiliéis a los agonizantes, libertéis a las almas del Purgatorio y nos deis a todos vuestra gracia para bien vivir y morir y vuestra gloria para veros cara a cara y amaros durante la eternidad. Amén.

Germán Mazuelo-Leytón

[1] Entrevista 26-XII-1957.

[2] MONTFORT, San LUIS Mª de, El secreto admirable del Santísimo Rosario, nº 23.

[3] CONCILIO DE TRENTO. DZ, 840.

[4] DE LIGORIO, San ALFONSO MARÍA, Las glorias de María, cap. 8, II, 2.

[5] DE LIGORIO, San ALFONSO MARÍA, Las glorias de María, cap. 8, II, 3.

[6] Ibid.: cap. 8, II, 5.

[7] SHEEN, Mons. FULTON J., La Señora.

[8] MONTFORT, San LUIS Mª de, El secreto admirable del Santísimo Rosario, nº 115.

[9] ROYO MARÍN O.P., P. ANTONIO, El Rosario de María.

[10] Cf.: MONTFORT, San LUIS Mª de, El secreto admirable del Santísimo Rosario, nº 153.

[11] Cf.: DOS SANTOS, Sor LUCÍA, Carta a todas las comunidades marianas, octubre 2000.

[12] SAN MATEO 16, 18.

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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