VI marcha por la vida en Roma

La decepción de todos los años

Cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. (Mc 8,38)

El pasado domingo 8 de mayo tuvo lugar en la Ciudad Eterna la sexta edición de la Marcha por la Vida. Los organizadores desde una magnífica web http://www.marciaperlavita.it/ pasan casi todo el año promoviendo el puntual evento. He asistido varios años. Hace años, antes de iniciar la marcha desde el Coliseo, asistíamos a una larga serie de testimonios y variados discursos de los líderes pro vida de Europa y América. En diversos idiomas, ciertamente, pero casi todos los speakers comunicaban la profunda convicción de aquellos que no sólo hablan, sino que también se la juegan en primera línea para defender la vida de los no nacidos. Luego, se caminaba tranquilamente hasta el Castello de Sant Angelo. Es una marcha muy bien organizada, que consigue convocar a miles de manifestantes. Probablemente más de una decena, aunque el optimismo y la voluntad propagandística (que también así se hace apostolado) lo eleven a varias decenas de miles.

En la manifestación cantos, fiesta, banderas, la oportunidad de conocer muchos activistas pro vida. El ritmo de la marcha lo permitía. Miles de personas, monjas bastantes, algunos curas. Pero sólo algunos. Los obispos brillaban por su ausencia. La única excepción…. El cardenal Raymond Leo Burke, defenestrado posteriormente de su cargo como Prefecto de la Signatura Apostólica y relegado ahora como patrono de la Orden de Malta por la misericordia pontificia.

La VI Marcia per la Vita de Roma contó este año no sólo con la presencia del valiente Cardenal Burke, sino también con Mons. Luigi Negri, Arzobispo de Ferrara y la de Atanasio Schneider, obispo auxiliar en Kazajstán. Tanto Negri como Schneider estigmatizados por la actual intelligentzia vaticana a causa de su actitud políticamente incorrecta ante los abusos teológicos y doctrinales oficiosos y “oficiales”.

Hace un par de años, se le ocurrió a la Sra. Virginia Coda Nunciante, la portavoz de la Marcha, que el mejor final para la manifestación sería… ¡la Plaza de San Pedro del Vaticano! Si se pasaba demasiado tiempo con los discursos pro vida al inicio de la marcha, no se llegaba a tiempo para el Angelus dominical del Santo Padre y para esos saludos personalizadamente emotivos  al final de la reflexión papal.

Desde entonces la Marcia per la Vita de Roma se ha convertido en un trote cochinero de varios kilómetros para llegar sin resuello a la Plaza de San Pedro donde este año (igual que todos los demás), los miles de manifestantes a la marcha recibieron un saludo parecido a éste en brevedad y concisión. Ahí va el de este año:

Saludo a todos ustedes, fieles de Roma y a los peregrinos de Italia y de varios países. En particular a los fieles polacos de Varsovia, Lowicz y Ostroda; a la Filarmónica de Viena; al grupo irlandés ‘Amigos de Mons. O’Flaherty‘; a los estudiantes del colegio Corderius (Países Bajos); y a la Katholische Akademische Verbindung ‘Capitolina’. Saludo a los participantes a la Marcha por la Vida, a los amigos de la Obra Don Folci y del preseminario san Pio X, a los Scouts de Europa de Roma Oeste y Roma Sur, y a los numerosos confirmados de la diócesis de Génova. ¡Son ruidosos los genoveses! Aunque la cosa se midiese a peso o por bulto, los manifestantes pro vida son siempre bastantes miles, frente a los demás asistentes al Ángelus, que son últimamente del orden de los cientos. Pero luego está la jerarquía de la importancia de cada tema. No son comparables.

No sé lo que pasó este año, pero el que yo estuve… Cuando acabó el Angelus con la bendición papal, tras haber escuchado el escuchimizado mensaje de saludo (4 palabras, que llegan a 10 si les sumamos artículos y preposiciones), los decepcionados manifestantes de la Marcha salían de la plaza en silencio, como hinchas derrotados en un nefasto partido de fútbol. Tanto correr, ¿para qué? ¿Para una brevísima mención que busca salvar la apariencia, cumplir el expediente y así demostrar que se tienen ojos en la cara? Miles de personas en la plaza con el colorido propio de la ocasión y un brevísimo acuse de recibo. Pura formalidad…

Siempre me ha costado comprender cómo tanta gente pía y bienintencionada busca con ansia la palmadita en la espalda del Sr. Obispo y del mismo Santo Padre por esmirriada y raquítica que sea. Parece que no es suficiente con la convicción de que estás haciendo lo que debes -en la defensa de la vida y en otros campos- como siervos inútiles que somos (cf. Lc 17,10). Necesitamos siempre el espaldarazo no de nuestra conciencia, ni del mismísimo Espíritu Santo, sino de alguna alma mitrada.

Como aquellas rescatadoras que se ponen todas las semanas ante las puertas de las clínicas abortistas con un folleto en la mano para interceptar y ofrecer ayuda a las mujeres que entran decididas a abortar. Se les ocurrió a las pobres visitar a su obispo y explicarle su labor, para ver si podía echarles una mano con los párrocos. Todo le pareció muy bien hasta que le pidieron que les hiciese una carta de presentación de su movimiento para que los sacerdotes de la diócesis las conociesen, para implicar a los fieles al menos con la oración. ¿Carta de presentación? ¿Con la firma del obispo? ¡Hasta ahí podía llegar el compromiso del prelado! Mirad -les dijo- mejor que, cuando vayáis a visitar a un párroco me enviéis un mail y yo le hablaré por teléfono sobre vosotras.

¡Qué fineza! ¡Qué diplomacia! ¡Qué estilo de nadar y guardar la ropa! El mismo Maquiavelo se haría cruces de tan aventajados y eclesiásticos alumnos. Una carta con la firma del obispo apoyando una iniciativa provida tan audaz y directa podría comprometerle demasiado y crearle mala imagen… Hay muchos intereses y equilibrios políticos en juego. Y una carta firmada puede llegar ¡a cualquier sitio! Es mucho mejor lo otro: un mail, una llamadita de teléfono… Quedo como un rey y aquí paz y después gloria. Al fin y al cabo, los 300 no nacidos que son asesinados cada día en España con el crimen del aborto no se quejarán nunca.

Y se fueron resignadas las señoras pro vida, las persistentes rescatadoras en las puertas de los abortorios, convencidas de que tenían un problema de percepción y no habían sabido captar en toda su fuerza el ferviente compromiso episcopal en defensa de la vida. Menos mal que no se les ocurrió en ningún momento pensar si no estarían en un error al entregarse con tanto empeño a la causa de la vida, viendo que para sus pastores tiene tan poco peso esta causa en su organigrama teológico y pastoral.

Nunca como ahora se ha visto tan claro que ya no nos guía la verdad en nuestras iniciativas, sino la presión de la opinión pública: Tolerancia cero con los abusos a menores, tras haber ordenado durante años a homosexuales como sacerdotes y vista gorda y misericordina infinita para los abortos… ¡hasta en los hospitales católicos!

Y es que -me dijo un conocido prelado-  el aborto está mal, pero ¿qué quieres hacer? Siempre ha habido y siempre habrá abortos… Cuando le respondí que era un escándalo que también los hubiera en los hospitales con responsabilidad eclesial y que allí estábamos en connivencia con el mal, me espetó: Estamos en connivencia con el mal en todas partes. ¿Quieres que renunciemos a nuestra presencia institucional y volvamos a la selva? Sí, sí. Es verdad, Sr. Obispo, es verdad. “Fuera” siempre hace mucho frío, pero “fuera”, en la selva, como usted dice, eres libre… ¡con la libertad de Cristo!

Custodio Ballester Bielsa, pbro.

Padre Custodio Ballester
Padre Custodio Ballesterhttp://www.sacerdotesporlavida.es/
Licenciado en Teología Fundamental-Apologética. Delegado de Sacerdotes por la Vida en España.

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