“Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo” (Ntra. Sra. de la Salette)
Vamos a coincidir en que, si un general que enfrenta a mil bravíos guerreros pone en el frente de batalla a un puñado de cien muchachas ebrias, es bastante disparatado agarrarse luego los pelos y exclamar: “¡Oh… ¿qué pasó? Hemos perdido! Definitivamente el general o no estaba en todos sus cabales o estando...