De Jesús, al niño que no me encontró en su Primera Comunión

Querido Niño:

Quiero hacerte saber que me llegó tu carta. La leí enseguida con mucha atención y cariño. Normalmente es San Pedro quien me lee todas las cartas –que son muchas-, y me pasa aquéllas que él considera más importantes, para que yo mismo las responda en el primer hueco que tenga. Perdona si no pongo tu nombre, aunque sé muy bien quién eres, lo hago para mantener tu anonimato, tal como tú has manifestado en la tuya.

La verdad es que todo lo que me dices en ella es totalmente verdadero, por lo que te entiendo perfectamente. A mí también me han desengañado muchos sacerdotes a los que les di una vocación especial e inmensos poderes para hablar de mí y hacerme llegar a niños como tú.

Es verdad que ellos no son los únicos culpables, pues en muchas ocasiones son también vuestros padres los que me ponen las cosas realmente difíciles, ya que ellos, que estaban encargados de enseñaros a hablar conmigo y con mi Madre, nunca encontraron tiempo para hacerlo.

Pero tú no te preocupes, pues yo también estoy interesado en que tu tristeza desaparezca cuanto antes. No estoy dispuesto a que más niños como tú, tengan el mismo problema y no me encuentren cuando me reciban por primera vez la Comunión.

Quiero hacerte saber que podemos solucionar tu problema. Ya no podemos remediar que no me encontraras ese día tan feliz, pero desde ahora, yo te prometo que me encontrarás siempre si haces lo que ahora yo te voy a pedir:

  • Primero de todo, mantén tu alma limpia. Si tu alma está sucia es imposible que me escuches.
  • Debes hablar conmigo todos los días; contarme lo que has hecho, bueno y malo, para que así yo te pueda ayudar. Además si no me hablar, ¿cómo quieres que sea tu amigo?
  • Tienes que aprender a hablar conmigo por ti mismo. Ya has visto que los demás, salvo tu abuela, no han sido capaces de enseñarte.
    Hablar conmigo es lo más fácil del mundo, entre otras cosas porque yo siempre escucho; tengo 24 horas cada día para ti; y sobre todo, porque te quiero con todo mi corazón.
    La señal que me tienes que hacer para saber que quieres hablar conmigo es la señal de la cruz. Me imagino que sabrás cuál es ¿o tampoco te han enseñado cómo hacerla? Cuando yo veo a alguna persona hacer la señal de la cruz es como si estuviera marcando mi número de teléfono; yo entonces, descuelgo enseguida y escucho lo que me dice. Siempre le respondo, aunque a veces me da la impresión de que no me escuchan; pues les repito las cosas un montón de veces y casi nunca me hacen caso. ¡Así les va!
  • Otra cosa muy importante para poder hablar conmigo es que no estés muy apegado a los videojuegos, a “la play”, al móvil, a internet. Eso prácticamente te incapacita, pues tu corazón estará lleno de tantas imágenes que te impedirá ver la mía.

Inténtalo aunque sea una sola vez. Ya verás qué pronto todas tus penas se habrán acabado. Aunque no me vieras en tu Primera Comunión, lo cual ya es muy triste, comprobarás que si sigues mis consejos, yo iré a ti en tu segunda Comunión, y en la tercera, y en la cuarta…, y así siempre.

Una vez que hayas aprendido a hablar conmigo y yo sea para ti un amigo inseparable, ya verás como nunca me abandonas.

Espero que esta carta que te he escrito de mi puño y letra te llegue cuando antes, y así, podamos remediar tu tristeza y tu desilusión.

Tuyo que te quiere y espera con los brazos abiertos,

Jesús

Padre Lucas Prados
Padre Lucas Prados
Nacido en 1956. Ordenado sacerdote en 1984. Misionero durante bastantes años en las américas. Y ahora de vuelta en mi madre patria donde resido hasta que Dios y mi obispo quieran. Pueden escribirme a [email protected]

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