Abusos sexuales en la iglesia: el miedo a reconocer la causa real

Llevamos años….décadas ya con la misma argumentación “mundanamente correcta” de vincular los abusos sexuales en la Iglesia con la llamada posición de poder del sacerdote y/o religioso sobre la víctima. Y parece que nadie, o casi nadie, se atreve a expresar la que es verdadera causa de estos nefandos pecados que claman al cielo por su gravedad. Y hemos de decirlo alto y claro: la causa está en la permisividad de la homosexualidad activa en seminarios y noviciados. Analicemos la realidad sin prejuicios “progres” y sin complejos:

1: La gran mayoría de los abusos sexuales de clérigos y/o religiosos tienen por víctimas a NIÑOS y no a niñas. Este dato no sale resaltado en ninguna información objetiva. Hay una clara omisión de parte de la verdad en esta tragedia. Si las víctimas son niños, en su inmensa mayoría, es porque los culpables son de tendencia homosexual.

2: No consta que exista, en la mayoría de diócesis, un claro interés de aplicar la instrucción promulgada por Benedicto XVI en el año 2005 donde se indica  que NO se puede admitir al sacerdocio a candidatos que presenten una tendencia homosexual profunda y/o sean afines a la llamada cultura lgtbi.

3: La vocación al sacerdocio no depende solo del deseo del candidato sino que precisa el reconocimiento de idoneidad de los formadores en línea con la instrucción de la Iglesia. Y es de todos conocido el hecho de la gran cantidad de hombres con fuerte tendencia homosexual que finalmente recorren todo el proceso formativo y reciben el sacramento del orden.

Pero seguimos “erre que erre” desde el argumento errado de priorizar la cantidad a la calidad (o a la coherencia). Con eufemismos sobre el clericalismo y otras falacias se oculta la causa real de este tremendo problema que toca sobre todo la dimensión humana del candidato al sacerdocio. La lacra de los abusos cesará (al menos en su casi totalidad) cuando la jerarquía ejecute la instrucción de Benedicto XVI y se impida el acceso al sacerdocio a quien no debe recibirlo (no por discriminación ya que el sacerdocio NO es un derecho) y de ese modo se proteja la dignidad de los fieles menores de edad (y eso SI que es un derecho al que alude Nuestro Señor Jesucristo de forma durísima contra los infractores).

Padre Ildefonso de Asís
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