Adelante la Fe entrevista en exclusiva a Mons. Schneider (English version)

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TITULARES

Actualmente es innegable que una parte considerable… no tienen la plena fe católica en la Presencia Real”

Es un verdadero honor ser fieles a la verdad de Dios y a las tradiciones espirituales y litúrgicas de nuestros ancestros y de los santos, y ser por tanto objeto de marginación por parte de los que actualmente ejercen el poder administrativo en la Iglesia…vosotros sois la verdadera periferia de la Iglesia”

no hay razones de peso para negar a los sacerdotes y fieles de la FSSPX reconocimiento canónico oficial”

Adelante la Fe ha tenido la oportunidad de entrevistar a Su Excelencia Mons. Athanasius Schneider, uno de los Obispos más entregados en la defensa de la verdad Católica y de la Misa Tradicional. Desde aquí agradecemos a Monseñor su deferencia con esta web.

Adelante la Fe:  Excmo. Señor, usted participó, como sacerdote secretario de la Comisión litúrgica de la Conferencia episcopal de Kazajistán, en el Sínodo de la Eucaristía en 2005. Su intervención se centró en los recuerdos de su infancia referente a la actitud ante la Sagrada Comunión, poniendo el ejemplo de dos sacerdotes, el beato y mártir Alexis Saritski y el padre Janis Pawlowski. ¿Qué recuerdo tiene de la iglesia de su infancia y de estos sacerdotes?

Mons. Schneider: Del beato Alexis Saritski tengo el testimonio de mis padres, que lo conocieron personalmente. Mi madre acostumbraba decirnos que en la vida no había conocido a un sacerdote más santo que el padre Alexis.  Mis padres señalaban con frecuencia sus buenas cualidades. Era muy afable y comprensivo, pero al mismo tiempo enseñaba sin transigencias la plena verdad de la ley de Dios. Estaba entregado de lleno a la salvación de las almas hasta el límite de sus fuerzas físicas (había días en que no había probado bocado por haber estado confesando sin parar). En sus homilías, el beato Alexis decía con frecuencia que debemos mantener la pureza de corazón y la fidelidad a la fe católica.  Al P. Janis Pawlowski lo conocí personalmente. Fue mi párroco en Estonia durante cuatro años. Con él me confesé por primera vez y recibí la Primera Comunión. Celebraba la Santa Misa con tanta devoción y reverencia que me dejó una impresión imborrable en el alma. Irradiaba santidad en todas sus palabras y gestos. Cuando, a los doce años, sentí la llamada del sacerdocio, me vino de pronto a la memoria el santo rostro de ese sacerdote. Verdaderamente era un hombre de Dios. Tuve la inmensa gracia de encontrarme con él en Riga (Letonia) después de no haberlo visto en veintisiete años. Él ya tenía 86, pero conservaba el mismo semblante espiritualmente joven y luminoso. Los tres días que pasé con él fueron una especie de ejercicio espiritual. Me ayudaba a ponerme las vestiduras para la Misa y me ayudaba durante la celebración con la sencillez y humildad de un monaguillo.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, en su libro, Dominus est, editado por la Librería Editrice Vaticana en 2009, reflexiona sobre sus recuerdos de infancia bajo la persecución comunista, y sobre algunas observaciones históricas-litúrgicas acerca de la Sagrada Comunión. ¿De qué forma la Sagrada Comunión en la mano ha debilitado la fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía?

Mons. Schneider: Cuando mi familia salió de la Unión Soviética en 1973 y nos despedimos del P. Janis Pawlowski, nos hizo esta advertencia: “Cuando lleguen a Alemania, por lo que más quieran, no vayan a iglesias donde se dé la Sagrada Comunión en la mano”. Estas palabras nos dejaron helados; no podíamos imaginar que el Divino y más Santo Sacramento se pudiera recibir de una forma tan frívola. Actualmente es innegable que una parte considerable de los que reciben la Sagrada Comunión habitualmente en la mano, sobre todo los más jóvenes, que no han conocido la recepción de la Eucaristía de rodillas y en la lengua, no tienen la plena fe católica en la Presencia Real, porque exteriormente tratan a la Hostia consagrada del mismo modo que la comida de todos los días. El gesto externo minimalista tiene relación de causa con el debilitar o incluso la pérdida de la fe en la Presencia Real.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, el 15 de enero de 2012 intervino en el 4º Encuentro por la Unidad católica en París, con la conferencia titulada: La Nueva evangelización y la Santa Liturgia. En esta importante conferencia habla usted de las cinco llagas del Cuerpo místico litúrgico de Cristo: el sacerdote mirando vuelto a los fieles, la Sagrada Comunión en la mano, las nuevas oraciones del Ofertorio, la desaparición del latín en las celebraciones litúrgicas y el ejercicio de los ministerios litúrgicos de lector y acólito por mujeres. ¿Cómo se han producido estas llagas? Y para que estas llagas sanaran y desaparecieran, ¿qué sería necesario en la Iglesia?

Mons. Schneider: Ninguna de esas heridas lítúrgicas puede encontrar apoyo, ni remotamente, en Sacrosanctum Concilium, la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia. Se han introducido conforme a un plan concreto trazado por un reducido grupo de liturgistas que, fatalmente, ocupaban posiciones clave en la Curia romana durante el inmediato postconcilio. Con astucia y haciendo trampa, presentaron en algunos casos transformaciones radicales (excepto la práctica de comulgar en la mano) como si fueran la voluntad del Papa , y en otros como si fueran una decisión unánime de la Comisión de Reforma Litúrgica. Esas manipulaciones están documentadas, por ejemplo, en el libro del cardenal Fernando Antonelli The Development of the Liturgical Reform y en las memorias de Louis Bouyer. Ambos autores fueron miembros de la Comisión de Liturgia postconciliar, y son por tanto testigos de vista y de oídas de las mencionadas manipulaciones. Por alguna razón misteriosa, Dios ha permitido que las buenas intenciones de los padres del Concilio Vaticano II cayeran en manos de ideólogos litúrgicos impíos y revolucionarios. Pusieron la sagrada liturgia de la Santa Iglesia Romana en estado de cautiverio, en una especie de exilio de Aviñón. Para sanar estas llagas habría que tomar las siguientes medidas:  1) Estudiar a fondo la historia de la liturgia en lo que se refiere a las cinco llagas litúrgicas mencionadas. Ese estudio obligaría a reconocer con honestidad científica que las prácticas litúrgicas en cuestión jamás se dieron en la Iglesia universal; suponen una ruptura radical con la ley perenne de la oración (lex orandi), y por consiguiente una ruptura con la tradición apostólica. 2) Estudiar detenidamente el texto de Sacrosanctum Concilium y en particular de las actas de los debates conciliares sobre este tema a fin de conocer la verdadera intención de los padres conciliares (la mens patrum), teniendo en cuenta que la encíclica Mediator Dei debía ser la principal clave hermenéutica de Sacrosanctum Concilium. 3) Evitar en lo posible ciertas prácticas litúrgicas como recibir la comunión en la mano, celebrar de cara a los fieles, celebrar toda la liturgia en lengua vernácula y el empleo de mujeres y niñas como lectores y acolitos en la misa. Ninguna de estas prácticas es obligatoria. Sí lo son las oraciones del ofertorio moderno.  4) Pedir a la Santa Sede que promulgue un documento que garantice al celebrante la libertad para elegir entre el ofertorio moderno y el tradicional al celebrar la Santa Misa en la forma ordinaria; el mismo documento podría fomentar la celebración ad Dominum o ad orientem y desaconsejar y limitar la recepción de la comunión en la mano. 5) Instruir mediante catequesis y homilías en el misterio inefable y divino de la Sagrada Eucaristía, en la teología perenne e inmutable de la sagrada liturgia católica, y en el significado espiritual de los detalles de los ritos. 6) Organizar conferencias y charlas litúrgico-científicas para seminaristas, clero y seglares a fin de enseñar los principios litúrgicos perennes y el carácter orgánico de la sagrada liturgia, así como para desbaratar los mitos litúrgicos modernos. 7) Difundir la celebración de la liturgia según la forma antigua y las enseñanzas del motu proprio Summorum Pontificum del S. S. Benedicto XVI.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, en 2014 la Librería Editrice Vaticana vuelve a publicar un nuevo libro suyo: CORPUS CHRISTI. La Santa Comunione e il rinnovamento della Chiesa. Aquí vuelve a tomar con más profundidad el tema de la Sagrada Comunión. Concluye con una reflexión digna de tomar en consideración: la opción preferencial por el más pobre, el más inerme, Nuestro Señor Jesucristo en las especies eucarísticas. Ahora que tanto se habla de la opción por los pobres, los débiles, ¿por qué no caemos en la cuenta de la presencia del Pobre entre los pobres en la Sagrada Eucaristía? ¿Hasta qué punto podemos hablar de mentalidad protestante dentro de la Iglesia católica?

Mons. Schneider: Que Cristo, bajo las especies eucarísticas, haya llegado a ser hoy en día el más débil, vulnerable, indefenso y deshonrado en la Iglesia es un claro y lamentable síntoma de hasta qué punto se han deteriorado el amor y la fe plena en la Eucaristía y la Encarnación. Ciertamente, la esencia del protestantismo consiste en rechazar la plena verdad de la Encarnación con todas sus consecuencias: la visibilidad de la Iglesia, la vida de sacramentos, la realidad y grandeza de la Presencia Eucarística, las características encarnativas de la liturgia. La crisis actual de la Iglesia se manifiesta principalmente en estas dos actitudes: una espiritualidad gnóstica y un naturalismo horizontal, cuya raíz está en el antropocentrismo, el cual por su parte es un rasgo típico del protestantismo.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿cree usted que la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II, era una Iglesia aislada de la realidad del mundo, llena de privilegios y encerrada en sí misma? ¿Fue acaso el Concilio Vaticano II un Concilio para una nueva Iglesia distinta de la recibida de la tradición?

Mons. Schneider: La época anterior al Concilio Vatican II, en particular después del Concilio del Trento, se caracterizó por una actividad misionera asombrosamente viva y dinámica, que se podría comparar en cierta medida por sus efectos con la época posterior a Pentecostés. Pensemos, por ejemplo, en la labor misionera de San Francisco Javier, sobre todo en la orden jesuita en su conjunto, la admirable obra misionera de diversas Congregaciones Religiosas en África y Asia durante los siglos XIX y XX. Por medio de su labor misionera, la Iglesia contribuyó decisivamente además a elevar el nivel cultural, científico y sociosanitario de muchas naciones. Antes del Concilio Vaticano II, el aporte realizado a las ciencias naturales a través de sacerdotes, por ejemplo Gregor Mendel en el campo de la genética y George Lemaitre en el de la astronomía y la física. Sacerdotes misioneros católicos escribieron las primeras gramáticas y confeccionaron los primeros alfabetos de los idiomas nativos de América, África y Asia. Asimismo, la contribución de la Iglesia fue decisiva para la abolición de la esclavitud (desde Paulo III y por Las Casas en el siglo XVI hasta León XIII y la princesa católica Isabel de Brasil en el siglo XIX). Con la encíclica Rerum novarum, León XIII estableció unas pautas universalmente reconocidas para el tratamiento justo de los trabajadores. En consecuencia, la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II no estaba cerrada en sí misma ni aislada del mundo real. Ni S.S. Juan XXIII ni la inmensa mayoría de los padres del Concilio tenían por objetivo crear una Iglesia diferente. Todos los documentos emitidos por Juan XXIII, los documentos preparatorios del Concilio (schemata) y las actas del propio Concilio lo demuestran con creces. La verdadera relación de la Iglesia con el mundo real o la sociedad temporal siempre ha tenido lugar conforme al principio teológico gratia supponit naturam, es decir, la gracia (la Iglesia) presupone la naturaleza (el mundo), y lo purifica, eleva y perfecciona. Si la Iglesia deja de influir, o no lo hace en medida suficiente, en el mundo y sus realidades mediante los dones sobrenaturales (la gracia, la luz de la verdad divina) y por el contrario se ocupa principalmente de asuntos naturales y realidades temporales (v.g. justicia social, ecología), entonces se cierra en sí misma y priva al mundo de la dimensión eterna, del cielo. Que la actividad principal de buena parte de la estructura oficial de la Iglesia Católica (asociaciones, comisiones, etc.) se aísle de lo sobrenatural, del Cielo, para sumergirse en lo temporal y horizontal, es el problema central de la crisis de la Iglesia.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿cómo valora el Motu Proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI? ¿Por qué cree que su aplicación está tan obstaculizada?

Mons. Schneider: El motu proprio Summorum Pontificum es un acto del Magisterio Supremo que reviste unas dimensiones históricas. Era imprescindible. Corresponde a la naturaleza misma de la Iglesia transmitir íntegramente y sin fisuras a las generaciones venideras los tesoros de la fe (lex credendi) y de la liturgia (lex orandi). Una ruptura evidente en la expresión pública de la fe y la liturgia contradice la organicidad de la naturaleza eclesial, porque la Iglesia es un organismo (Cuerpo de Cristo, vid, huerto de Dios) vivo, no una máquina. Los obstáculos interpuestos a la puesta en práctica de Summorum Pontificum tienen su raíz en que un sector considerable del clero no se lleva bien con el principio de tradición orgánica y manifiesta un espíritu rupturista hacia el legado litúrgico de la Iglesia. Y otro motivo de la resistencia y aversión a Summorum Pontificum es la falta de autocrítica con relación a algunos defectos obvios de las reformas litúrgicas postconciliares.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿puede transmitirnos sus sentimientos cuando oficia el Santo Sacrificio de la Misa según la Forma extraordinaria?

Mons. Schneider: Cuando oficio el Santo Sacrificio de la Misa en su Forma Extraordinaria o, para decirlo con más precisión, en la Forma Tradicional, tengo una conciencia saludable y beneficiosa de que no soy amo y señor de los sagrados ritos, sino un servidor que cumple la voluntad y los mandamientos de la Iglesia, de la Esposa de Cristo, rezando con las fórmulas y acciones que lo han hecho generaciones de católicos durante más de un milenio. Soy consciente de que aun en los más mínimos detalles estoy realizando algo que no es puramente humano y temporal, sino eterno y celestial. De que estoy celebrando el supremo acto de adoración a la inefable majestad del Dios Trino, que con su misericordia nos colma de gracia redentora.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿qué factores han propiciado que estemos inmersos en la actualidad en una crisis de fe, cuestionándose aspectos que jamás se pensó que se pudieran cuestionar por la propia jerarquía de la Iglesia? ¿Está en crisis la propia identidad católica?

Las raíces más hondas de la crisis de fe están en el antropocentrismo y el naturalismo, que se manifiestan en la actitud de ver y juzgar la verdad de la revelación y el culto divinos mediante criterios predominantemente racionalistas y totalmente humanistas y tomando como referencia la mudable historia del hombre. Una actitud así desemboca en el relativismo dogmático, moral y litúrgico, y a la larga a una grave deficiencia de fe que raya en la apostasía y el paganismo.

Las palabras de nuestro Divino Salvador se refieren en primer lugar a todos los discípulos de Cristo, y de manera especial a la actual crisis de la Iglesia: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (S. Lucas 18,8).

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿podría decir unas palabras de aliento a los sacerdotes, que fieles a la tradición de la Iglesia , están aislados y relegados en sus diócesis sin que se les de templos para oficiar la Santa Misa en su Forma extraordinaria , así como a los fieles que se les priva de la Santa Misa tradicional?

Mons. Schneider: A esos sacerdotes, seminaristas, jóvenes y familias me gustaría decirles: “Es un verdadero honor ser fieles a la verdad de Dios y a las tradiciones espirituales y litúrgicas de nuestros ancestros y de los santos, y ser por tanto objeto de marginación por parte de los que actualmente ejercen el poder administrativo en la Iglesia. Esta fidelidad y ánimo vuestro constituye el verdadero poder de la Iglesia. Vosotros sois la verdadera periferia de la Iglesia, que mediante el poder de Dios renueva a la Iglesia. Vivir la verdadera tradición del dogma, la liturgia y la santidad es una manifestación de la democracia de los Santos,  porque la tradición es la democracia de los Santos. Me gustaría decir con San Atanasio: Quienes se os oponen, os humillan y marginan en la Iglesia han ocupado los templos, mientras que vosotros estáis fuera. Ellos tienen ciertamente los templos, pero vosotros la fe de los apóstoles. Ellos afirman representar a la Iglesia; pero en realidad son los que se han expulsado de ella y están descarriados”.

Adelante la Fe: Excmo Señor. Recientemente ha visitado los Seminarios de la Fraternidad San Pío X en Estados Unidos y Francia (FSSPX-SSPX). Sabemos que es un encuentro “discreto”, pero ¿qué valoración puede darnos de lo que ha visto y hablado con ellos? ¿qué expectativas ve de una próxima reconciliación y cual sería el principal obstáculo para la misma?

Mons. Schneider: La Santa Sede me pidió que visitara los dos seminarios de la SSPX con el objeto de sostener un debate sobre un tema teológico concreto con un grupo de teólogos de dicha hermandad y con Su Excelencia el obispo Fellay. Esto me demuestra que para la Santa Sede la SSPX no es una realidad eclesiástica desdeñable, que es preciso tomarla en serio. Guardo muy buena impresión de mis visitas. Pude observar una sana realidad teológica, espiritual y humana en ambos seminarios. El espíritu de sentire cum ecclesia de la SSPX quedó manifiesto cuando me recibieron como enviado de la Santa Sede con verdadero respeto y mucha cordialidad. Es más, en ambos seminarios me alegró ver a la entrada la foto del papa Francisco, el Pontífice actualmente reinante. En las sacristías había placas con nombre de S.S. Francisco y del ordinario de la diócesis. Me conmovió el canto del rezo tradicional por el Papa (“Oremus pro pontifice nostro Francisco…”) durante la solemne exposición del Santísimo Sacramento. Que yo sepa, no hay razones de peso para negar a los sacerdotes y fieles de la SSPX reconocimiento canónico oficial, sino que se los debe aceptar como son entretanto. Eso fue en realidad lo que solicitó el arzobispo Lefebvre a la Santa Sede: “Que nos acepten como somos”. A mí me parece que la cuestión del Concilio Vaticano II no se debe considerar condición sine qua non, ya que se trató de una asamblea con fines y características primariamente pastorales. Parte de las declaraciones conciliares refleja únicamente las circunstancias del momento y tuvo un valor temporal, como suele pasar con los documentos disciplinares y pastorales. Si nos fijamos en la perspectiva de los dos milenios de la historia de la Iglesia, podemos afirmar que por ambas partes (La Santa Sede y la SSPX) hay una sobrevaloración y sobreestimación de una realidad pastoral de la Iglesia que es el Concilio Vaticano II. El hecho de que la SSPX crea, celebre los ritos y lleve una vida moral como exigía y reconocía el Magisterio Supremo y como observó universalmente la Iglesia durante siglos, y si además reconoce la legitimidad del Papa y de los obispos diocesanos y rece públicamente por ellos, reconociendo también la validez de los sacramentos según la editio typica de los nuevos libros litúrgicos, debería bastar para reconocer canónicamente a la SSPX por parte de la Santa Sede. De lo contrario perderá obviamente credibilidad la tan manida apertura pastoral y ecuménica de la Iglesia de hoy, y un día la historia reprochará a las autoridades eclesiásticas actuales por haber impuesto más cargas que las necesarias (cf. Hechos 15:28), lo cual es contrario al método pastoral de los apóstoles.

[ Traducido por J.E.F. Traducción revisada y aprobada por Mons. Schneider]

[puede reproducirse total o parcialmente esta entrevista citando siempre la fuente original de adelantelafe.com]

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ENGLISH

ADELANTE LA FE’S EXCLUSIVE INTERVIEW WITH MONSIGNOR SCHNEIDER: VATICAN II, COMMUNION IN THE HAND, CRISIS, SSPX

HEADLINES

It is now a proven fact that  a considerable part of those who receive the Holy Communion habitually in hand have not more the full Catholic faith in the Real Presence

It is an honor and a privilege to be faithful to the Divine truth and to the spiritual and liturgical traditions of our forefathers and of the saints and being therefore marginalized by those who currently occupy administrative power in the Church

There are no weighty reasons in order to deny the clergy and faithful of the SSPX the official canonical recognition

Adelante la Fe has had the chance of interviewing His Excellence Monsignor Athanasius Schneider, one of the most devoted to the defense of Catholic truth and and Traditional Mass among Catholic bishops. We would like to thank Monsignor Schneider for his deference to our website.

Adelante la Fe: As a secretary of Kazakhstan’s Bishops Conference, you took part in the 2005 Synod on the Eucharist. Your presentation centered around your childhood memories about the proper attitude towards Holy Communion, and you gave as an example the case of two priests, blessed Alexis Saritski, who was martyred, and Fr. Janis Pawlowski. What memories does Your Excellence have of your childhood and of the said priests?

Mons. Schneider: About Blessed Alexiy Saritski I have the witness of my parents who knew him personally. My mother told us often: “My children, I have never seen in my life a priest holier than Father Alexiy”. My parents often pointed out these his qualities: He was very meek and understanding, but at the same time taught he the people without compromising the full truth of the law of God. He was dedicated to the salvation of the souls up to the limits of his physical forces (sometimes he hadn’t eaten all the day because he heard continuously confessions). In his homilies Blessed Alexiy often said that we have to conserve the purity of the heart and the fidelity to our Catholic faith. Fr. Janis Pawlowski I knew personally, he was my parish priest in Estonia during four years. It was he who heard my first confession and who gave me the Frist Holy Communion. He celebrated the Holy Mass with such a devotion and reverence that it left in my soul a deep unforgettable impression. All his words and his gestures irradiated holiness. When I for the first time felt in my soul the attraction to the priesthood at the age of twelve, in my memory appeared suddenly the holy face of this priest. He was really a man of God. I received the great grace that I could meet him in Riga (Latvia) after I have not seen him during 27 years. He was already 86 years old, yet he conserved the same fresh and spiritually irradiating face. The three days I spent with him, were for me a kind of spiritual exercises. He helped me to put on the liturgical vestments and served me during my Mass with the simplicity and humility of a little altar boy.

Adelante la Fe: In your book Dominus est, put out by Libreria Editrice Vaticana in 2008, you reflect on your childhood under Communist persecution and offer some remarks on the history and liturgy of Holy Communion. In which ways has the practice of receiving Communion in the hand weakened faith in the Real Presence of Our Lord Jesus Christ in the Eucharist?

Mons. Schneider: When in 1973 my family left Soviet Union and we said goodbye to Fr. Janis Pawlowski, he gave us this admonition: “When you come to Germany, please don’t go in the churches where Holy Communion is given in the hand”. When we heard these words, we all had a deep shock; we could not imagine that the Divine and Most Blessed Sacrament could be received in such a banal manner. It is now a proven fact that a considerable part of those who receive the Holy Communion habitually in hand, especially the younger generation which had not known the manner of receiving Communion kneeling and on the tongue, has not more the full Catholic faith in the Real Presence, because they treat the consecrated host almost in the same exterior manner as they take ordinary food. The exterior minimalistic gesture has a causal connection to the weakening or even loss of the faith in the Real Presence.

Adelante la Fe: On January 15, 2012 Your Excellence participated in the 4th Rencontre pour l’unité catholique in Paris, with a lecture on New Evangelization and Holy Liturgy. In this important dissertation you addressed the five wounds in Christ’s liturgical mystical body: the priest turned towards the congregation, Holy Communion taken in the hand, the new Offertory prayers, the disappearance of Latin in liturgical celebrations and the performing of some ministries, such as those of lector and acolyte, by women. How have these wounds been produced? What would the Church need for these wounds to heal and disappear?

Mons. Schneider: None of these liturgical wounds can even remotely be supported by “Sacrosanctum Concilium”, the Constitution on Sacred Liturgy of the II Vatican Council. They have been introduced according to a specific agenda of a small group of liturgists who fatally occupied key positions in the Roman Curia in the immediate postconciliar period and who with cunning and tricks presented such radical changes (with the exception of the practice of Communion in hand) sometimes as the will of the Pope and sometimes as an almost unanimous decision of the members of the Commission of the Liturgical Reform. Such manipulations are documented e.g. in the book of Cardinal Fernando Antonelli “The Development of the Liturgical Reform” and in the book of Louis Bouyer “Mémoires”, both authors being members of the postconciliar Liturgical Commission and so eye and ear witnesses of the above mentioned manipulations. It is a mysterious permission of God that the good intentions of the Fathers of the II Vatican Council and their moderate dispositions on liturgical reform, fell into the hand of impious and revolutionary liturgical ideologues. They brought the sacred liturgy of the Holy Roman Church in a state of captivity, in a kind of liturgical “exile of Avignon”. In order to heal these wounds there could be made the following steps: 1) A thoroughly study of the history of the liturgy concerning the above mentioned five liturgical wounds. Such a study which will compel to admit with scientific honesty that the above mentioned liturgical practices in their concrete modern form never existed in the universal Church; they represent therefore a radical rupture with the perennial law of the prayer (lex orandi) and therefore also a rupture with the Apostolic tradition. 2) A careful study of the text of Sacrosanctum Concilium and particularly of the Acts of the conciliar discussions on this topic in order to know the real spirit of the conciliar Fathers (the “mens patrum”), being the Encyclical “Mediator Dei” the principal hermeneutic key of Sacrosanctum Concilium, 3) To avoid, if possible, some of these liturgical practices such as Communion in hand, celebration towards the congregation, total vernacularization, female lectors and acolytes. These four practices are not compulsory. The modern offertory prayers are however prescribed. 4) To ask the Holy See to issue a document, which will grant to the celebrant the freedom of choice between the modern and the traditional offertory prayers during the celebration of the Holy Mass in the ordinary form; the same document of the Holy See could encourage the celebration ad Dominum or ad orientem and dissuade and restrict the practice of Communion in hand. 5) To give catechetical and homiletical instructions about the ineffable Divine mystery of the Holy Eucharist, about the perennial and unchangeable Catholic theology of the sacred liturgy, about the spiritual meaning of the ritual details. 6) To organize specific liturgical scientific conferences and talks for seminarians, clergy and laity in order to show the perennial liturgical principles and the organic character of the sacred liturgy and also to unmask the modern liturgical myths. 7) To spread more the celebration of the liturgy in the ancient form and the teachings of the Motu Proprio”Summorum Pontificum” of Pope Benedict XVI.

Adelante la Fe: In 2014 Libreria Editrice Vaticana published another book by Your Excellence, entitled CORPUS CHRISTI. La Santa Comunione e il rinnovamento della Chiesa, where you address once more, and more in depth, the subject of Holy Communion. The book ends with a reflection worthy of taking into account: the preferential option for the Poorest One, the Most Helpless One: Our Lord Jesus Christ in the Eucharistic species. With so much talk about the «option for the poor», for the weak, why are we not aware of the presence of the Poorest among the poor in the Holy Eucharist? To what extent can we say protestant mentality has invaded the Catholic Church?

Mons. Schneider: The fact that Christ under the Eucharistic species became today really the most weak, vulnerable, defenseless and the most dishonored in midst of the Church, is a clear and sad indicator to what extent the love and the integrity of the Catholic faith in the Eucharist and in the Incarnation diminished. Indeed, the essence of Protestantism consists in the rejection of the fullness of the truth of Incarnation with all its implications and consequences: the visibility of the Church, of the sacramental life, of the concreteness and greatness of the Eucharistic Presence, of the incarnatorial characteristics of the liturgy. The current crisis of the Church manifests itself mainly in these two attitudes: a gnostic spiritualism and a horizontal naturalism, and the very root of them is the anthropocentrism, which on its part is a typical characteristic of Protestantism.

Adelante la Fe: Does Your Excellence think pre-Vatican II Church was isolated form the real world, full of privileges and closed in itself? Was the aim of Vatican II creating a different Church from that received by Tradition?

Mons. Schneider: The period before Vatican II, especially after the Council of Trent, was characterized by an amazingly great and dynamic missionary activity, comparable in its effects to some degree to the missionary period after Pentecost, so e.g. the missionary work of Saint Francis Xavier, especially the Jesuit Order as a whole, the admirable missionary work of several Religious Congregations in the African and Asian Continent in the ninetieth and the twentieth centuries. With her missionary work the Church contributed decisively also to a higher cultural, scientific and social-sanitary level of the life of many nations. In the period before Vatican II the Church made an epochal contribution to natural sciences even through her priests e.g. Gregor Mendel (genetics), George Lemaitre (astronomy and physics). For the most of the native peoples in America, Africa and Asia Catholic missionary priests wrote the first grammar books and the alphabet of their language. The Church made a decisive contribution for the abolition of slavery (beginning with Paul III and Las Casas in the 16th century until Leo XIII and the Catholic Princess Isabel of Brazil in the 19th century). With the encyclical ”Rerum novarum” Leo XIII gave universally recognized indications for the just treatment of the workers. Consequently, the Church before Vatican II was in no way closed in herself or isolated from the real world. Neither Pope John XXIII nor the vast majority of the Fathers of Vatican II aimed to create a different Church. All the documents and speeches of John XXIII, the preparatory documents of the Council (schemata) and the Acts of the Council itself demonstrate it well enough. The true relationship of the Church to the real world or to the temporal society has been always realized according to the theological principle “gratia supponit naturam”, i.e. the grace (Church) presupposes the nature (world), purifying, elevating and perfecting it. If the Church no more or not sufficiently enough influences the world and its realities with the supernatural gifts (grace, light of Divine truth) and instead deals predominantly with affaires of natural and temporal realities (e.g. social justice, ecology), than the Church closes herself in the temporal and deprives the world of the eternal, of heaven. The fact that the predominant activity of many of the official structures of the Catholic Church (associations, commissions etc.) is isolated from the supernatural, from heaven, and is immersed in the temporal and in the horizontal, represents the core problem of the current crisis of the Church.

Adelante la Fe: How does Your Excellence evaluate Benedict XVI’s Summorum Pontificum motu proprio? Why do you think it finds so many obstacles in its implementation?

Mons. Schneider: The Motu Proprio “Summorum Pontificum” is an act of the Supreme Magisterium with real epochal dimensions. It was absolutely necessary. It belongs to the very nature of the Church to hand over to the future generations integrally and without signs of rupture the treasures of the faith (lex credendi) and of the worship (lex orandi). A noticeable or revolutionary rupture in the manner of the public faith and worship contradicts the organicity of the Church’s nature, since the Church is an organic entity (Body of Christ, grapevine, Divine garden) and not a drawing board or a technical machine. The obstacles in the implementation of “Summorum Pontificum” are based on the fact, that a considerable part of the clergy has a disturbed relationship with the principle of organic tradition and manifests a spirit of rupture towards the liturgical inheritance of the Church. On other reason of their resistance and antipathy towards Summorum Pontificum” is the lack of self-criticism regarding some obvious defects of the postconciliar liturgical reforms.

Adelante la Fe: Can Your Excellence explain what your feelings are when you officiate the Holy Sacrifice of the Mass in the Extraordinary Form?

Mons. Schneider: When I officiate the Holy Sacrifice of the Mass in the Extraordinary Form or to be more precise in the Traditional Form, I have the salutary and beneficial awareness and experience that I am not the owner and the boss of the sacred rite, but really only the servant, fulfilling the will and the commands of the Church, the Bride of Christ, praying in the spirit and even with the concrete formulas and gestures which belong to the catholic generations of a more than a millennial period. One has an awareness to carry out even in the smallest ritual details something which is not pure human and temporal, but eternal and heavenly, celebrating the supreme act of adoration of the ineffable majesty of the Triune God, who mercifully overwhelms us with the redeeming graces.

Adelante la Fe: What factors are responsible for the faith crisis we are currently immersed in, where some aspects of faith are being questioned that one could never imagine that could be questioned by the Church hierarchy itself? Is Catholic identity itself in crisis?

Mons. Schneider: The deepest root of the faith crisis is the anthropocentrism and naturalism, which manifest itself in an attitude of seeing and judging the truth of Divine revelation and of Divine worship predominantly with rationalist and pure humanistic criteria and with the criteria of the changeable human history. Such an attitude leads to a dogmatic, moral and liturgical relativism and ultimately a serious defect of faith and this is then no more far from apostasy and paganism. The words of our Divine Saviour refer in first place to all disciples of Christ and especially to the current crisis inside the Church: “When the Son of Man comes, will he find faith on earth?” (Luke 18:8).

Adelante la Fe: Can Your Excellence give some words of encouragement to those priests who, for being faithful to Church Tradition, are isolated and pushed into the background in their dioceses and not given temples where they can officiate Holy Mass in the Extraordinary Form, as well as to those faithful who are deprived of Traditional Holy Mass?

Mons. Schneider: I would like to say to these priests, seminarians, young people and families: “It is an honor and a privilege to be faithful to the Divine truth and to the spiritual and liturgical traditions of our forefathers and of the saints and being therefore marginalized by those who currently occupy administrative power in the Church. This your fidelity and courage constitute the real power in the Church. You are the real ecclesiastical periphery, which with God’s power renews the Church. Living the true tradition of dogma, liturgy and holiness is a manifestation of the democracy of the Saints, because tradition is the democracy of the Saints. With Saint Athanasius I would like to tell you these words: Those in the Church who oppose, humiliate and marginalize you, have occupied the churches, while during this time you are outside; it is a fact that they have the premises – but you have the Apostolic Faith. They claim that they represent the Church, but in reality, they are the ones who are expelling themselves from it and going astray (cf. Letter to his flock)”.

Adelante la Fe: Your Excellence has recently visited the SSPX Seminars in the United States and France. We know it was a «discreet» meeting but, can you make an evaluation for us of what you saw and talked with them about? What expectations do you have of a coming reconciliation and which would be the main obstacle for it?

Mons. Schneider: The Holy See asked me to visit the two Seminars of the SSPX in order to conduct a discussion on a specific theological topic with a group of theologians of the SSPX and with His Excellency Bishop Fellay. For me this fact shows that for the Holy See the SSSPX is not a negligible ecclesiastical reality and that it has to be taken seriously. I am keeping a good impression of my visits. I could observe a sound theological, spiritual and human reality in the two Seminars. The “sentire cum ecclesia” of the SSPX is shown by the fact that I was received as an envoy of the Holy See with true respect and with cordiality. Furthermore, I was glad to see in both places in the entrance area a photo of Pope Francis, the reigning Pontiff. In the sacristies there were plates with the name of Pope Francis and the local diocesan bishop. I was moved to assist the traditional chant for the Pope (“Oremus pro pontifice nostro Francisco…”) during the solemn exposition of the Blessed Sacrament. To my knowledge there are no weighty reasons in order to deny the clergy and faithful of the SSPX the official canonical recognition, meanwhile they should be accepted as they are. This was in deed Archbishop Lefebvre’s petition to the Holy See: “Accept us as we are”. I think the issue of Vatican II should not be taken as the “condicio sine qua non”, since it was an assembly with primarily pastoral aims and characteristics. A part of the conciliar statements reflects only its time and possesses a temporary value, as disciplinary and pastoral documents do. When we look in a two millennia old perspective of the Church, we can state, that there is on both sides (Holy See and the SSPX) an over-evaluation and over-estimation of a pastoral reality in the Church, which is Vatican II. When the SSPX believes, worship and conducts a moral live as it was demanded and recognized by the Supreme Magisterium and was observed universally in the Church during a centuries long period and when the SSPX recognizes the legitimacy of the Pope and the diocesan bishops and prays for them publicly and recognizes also the validity of the sacraments according to the editio typica of the new liturgical books, this should suffice for a canonical recognition of the SSPX on behalf of the Holy See. Otherwise the often repeated pastoral and ecumenical openness in the Church of our days will manifestly loose its credibility and the history will one day reproach to the ecclesiastical authorities of our days that they have  laid on the brothers greater burden than required” (cf. Acts 15:28), which is contrary to the pastoral method of the Apostles.

[This interview may be reproduced citing the original source, adelantelafe.com]

Mons. Athanasius Schneider
Mons. Athanasius Schneider
Anton Schneider nació en Tokmok, (Kirghiz, Antigua Unión Soviética). En 1973, poco después de recibir su primera comunión de la mano del Beato Oleksa Zaryckyj, presbítero y mártir, marchó con su familia a Alemania. Cuando se unió a los Canónigos Regulares de la Santa Cruz de Coimbra, una orden religiosa católica, adoptó el nombre de Athanasius (Atanasio). Fue ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1990. A partir de 1999, enseñó Patrología en el seminario María, Madre de la Iglesia en Karaganda. El 2 de junio de 2006 fue consagrado obispo en el Altar de la Cátedra de San Pedro en el Vaticano por el Cardenal Angelo Sodano. En 2011 fue destinado como obispo auxiliar de la Archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajistán), que cuenta con cerca de cien mil católicos de una población total de cuatro millones de habitantes. Mons. Athanasius Schneider es el actual Secretario General de la Conferencia Episcopal de Kazajistán.

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