Para el DB desde Roma
La Semana Santa nos ha ocupado casi sin interrupción en trabajos pastorales: celebraciones litúrgicas, procesiones, confesiones… El amor a las almas nos impelía a preocuparnos de los más próximos: de los parroquianos, de las capellanías, etc. Así, no hemos podido comentar con detalle las aberraciones sucedidas en los últimos días, aunque no nos resistimos a hacer una pequeña nota. Y, mientras tanto, los fieles nos comentaban sorprendidos, desconfiados, indignados: “¿Pero ha vista la última del Papa? Ahora los musulmanes también son hijos de Dios… El Papa llora por los muertos en el autobús en Cataluña, pero se olvida de los muertos en Irak y en Siria. Padre, ¿la Iglesia no es inmortal? ¿No es siempre igual a si misma?”. Qué decir… Y lo gracioso es que cada vez son más los desengañados… Uno se pregunta si no es mejor así…
Pero vamos al tema. Días sangrientos, según Francisco, que ha mandado diferentes mensajes de “pésames” a algunos muertos que a él más le han llamado la atención; fuesen o no bautizados. Sin preocuparse de otros católicos asesinados o en gran peligro de vida, de expoliación, de expulsión de su tierra ancestral… Por ejemplo la pobre Asia Bibi que agoniza solitaria en una cárcel Shekhupura desde hace más de seis años, mientras en las calles de Islamabad los manifestantes piden su cabeza, sin que sean dispersados por la policía (RTBF).
En fin, la atención de Bergoglio con los bautizados no es muy grande, visto el tiempo que dedica, entre otros, a musulmanes que pululan alrededor de San Pedro. Se diría que tiene más interés en alejar a los católicos de la Iglesia que en llevar a todos los hombres a la gloria eterna. Gloria eterna de la que poco habla. Para no decir que jamás se refiere al cielo, a no ser para decir que ahí irán “todos, todos…”[1]. La vida en la tierra, en una paz según su concepto, parece ser su anhelo.
No es posible traer a colación todas las diferencias de estos últimos días entre Bergoglio y Denzinger (el manual que resume la doctrina católica como es enseñada hace 20 siglos). Pero consideremos algunas.
¿Los musulmanes son “hijos de dios”?
“Todos nosotros, juntos, musulmanes, hindús, católicos, coptos, evangélicos, pero hermanos, hijos de un mismo Dios”. (PressVatican)
El Catecismo nos enseña otra cosa, siguiendo las Escrituras, los Padres de la Iglesia y el Magisterio de 20 siglos: nos hacemos “hijos de Dios” por el bautismo, antes sólo éramos “criaturas de Dios”, y nadie hace parte del Cuerpo Místico de Cristo sin el bautismo (Catecismo 1267), como “criaturas” somos en algo “semejantes” a Dios, pero no sus “hijos” (Catecismo 41). El bautismo nos concede “la vida de la gracia en Cristo” (Catecismo 405), vida de la que carecen los no bautizados, y por eso no pueden ser llamados “hijos de Dios”. El bautismo nos hace realmente “hijos de Dios” (Catecismo 537). Todos los hombres están invitados a hacer parte del Pueblo de Dios (LG 13), pero se empieza a hacer parte de ese pueblo profético, real y sacerdotal sólo por el Bautismo (Catecismo 804), y eso hace de los bautizados en Cristo una sola familia (Código de Derecho Canónico c. 204, LG 31; Catecismo 871; LG 51; Catecismo 959), distinta de las otras personas que no son “de la familia de Dios”. La unión en el Cuerpo de Cristo desborda las afinidades humanas, raciales, culturales y sociales (Catecismo 1907), pero no las religiosas. Por ejemplo, toda acción litúrgica es un encuentro “de los hijos de Dios con su Padre” (Catecismo 1153), pero los no católicos presentes en una celebración (como en el caso de los diversos paganos presentes del Jueves Santo de Bergoglio), no participan del rito como hijos de Dios, porque les falta el bautismo. El sacramento del bautismo nos incorpora a la Iglesia (Catecismo 1213), y sin él no hacemos parte del cuerpo de Cristo. Pues el hombre que acaba de recibir el bautismo es “hijo de Dios en el Hijo Único; puede ya decir la oración de los hijos de Dios: el Padre Nuestro” (Catecismo 1243). Quienes no son “hijos” no pueden llamar a Dios como “Padre”, y si recitan el Padre Nuestro lo harán como lo puede hacer un simpático loro… que tampoco es hijo de Dios.[2]
Por eso, las palabras siguientes de Francisco en ese mismo acto: “vosotros, nosotros, todos juntos, diversas religiones, diversas culturas, pero hijos del mismo Padre, hermanos…”, son inadmisibles por un católico que haya estudiado al menos medianamente el Catecismo. No hablo de quien como sacerdote, como obispo, como Papa tiene obligación de “confirmar en la fe a los hermanos” (Lc 22, 32), además de, en relación a los no hermanos (porque no bautizados), hacedlos discípulos de Jesús, “bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).
Nunca Cristo dijo que todos los hombres sean hijos de Dios. En la oración sacerdotal, al salir del Cenáculo, y que hemos meditado en esta Semana Santa (Jn 17), Jesús reza primero por Sí mismo (1-5). Después por todos los llamados a evangelizar (6-19), sean sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas; todos los que dedicamos la propia vida a seguir las huellas luminosas y sangrientas de su Hijo en el mundo porque el Padre nos otorgó, por divina y gratuita, una vocación de “separarse del mundo”; pero Jesús declara: “Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que Tú me distes” (9), pues los clérigos y religiosos hemos sido “enviados al mundo” por Jesús, pero no somos “del mundo”. Finalmente Cristo elevó su oración al Padre por todos los bautizados (20-26) haciendo hincapié nuevamente en que rezaba “por cuantos crean en mí” por la palabra de los evangelizadores, contemplados en el pedido anterior, sin rezar por los que no creyesen en la palabra de los evangelizadores de Su Iglesia. Bergoglio se olvidó de la Oración Sacerdotal… ¿Alzheimer galopante? ¿Olvido voluntario? El día del Juicio lo sabremos…
Justificación ideológica del terrorismo, con o sin armas
A continuación, ese Jueves Santo (el día de la traición de Judas), Bergoglio afirmó: “mientras esos pobrecillos compran armas para destruir la fraternidad” (VaticanVa). Entonces estamos delante de una nueva “fraternidad” que no es de los “hijos de Dios”, sino de los que no compran armas…
Las armas no son el principal problema en los atentados islamitas, en Europa, en Irak, en Siria, o en cualquier parte del mundo; el más reciente el musulmán acuchillado en Glasgow por felicitar las Pascuas a los cristianos (The Guardian).
Los atentados, los asesinatos, las mutilaciones o las violaciones son intrínsecos al Islam (Corán 2:190-193, 2:216, 4:76, 5:32-36, 8:12-14, 8:39, 8:59, 8:65, 9:5, 9:14, 9:23-29, 9:38-41, 9:123, 47:4, 47:35, 61:4, e 66:9), con o sin armas. Basta un sencillo cuchillo o cualquier otro objeto agresor. Pues para ellos ningún hombre es “hijo de Dios”. El dios del Islam no tiene hijos (Corán 112: 1-4), ni siquiera Jesús, hijo apenas de Maria según ellos; ni los hombres redimidos, porque para el Islam no hay remisión. Hay, sí, una “fraternidad” a la cual parece referirse Francisco. Entre los diez preceptos del sufismo, según Inayat Kanh, el sexto dice: “hay una sola fraternidad, la fraternidad humana, que une en la paternidad de Dios todos los hijos de la tierra” (Paolo Franceschetti). Esta “fraternidad” sufí-bergogliana, es muy diferente de la fraternidad de los hijos de Dios bautizados, de los redimidos por la Sangre de Cristo, por los que Jesús rezó en la Oración Sacerdotal.[3]
Los mártires que no preocupan a Bergoglio
Y de sangre debemos hablar: la sangre de los mártires que no preocupan a Bergoglio, según los observadores y analistas más atentos
Un sacerdote argentino (atención a su origen…), en misión en Irak, Luis Montes, declaraba el pasado 23 (poco antes de la siniestra mortandad en la fiesta de Pascua): “Tenemos datos de campamentos de refugiados, en Europa, por ejemplo en Alemania, que los campamentos están en manos de extremistas y a los cristianos si no rezan cinco veces por día los golpean” (Aciprensa), y añade: “Nosotros en Irak del 2003 a la fecha tenemos un promedio de 20 atentados por día”, lamentando “nadie sabe eso, porque no interesa, la gente que muera o no muera, que quede lisiada, que ya no pueda trabajar”. En realidad él, que vive en medio de los futuros refugiados, sabe que casi sólo entran en Europa los musulmanes: “si usted vive en Medio Oriente es más fácil llegar a Europa o Estados Unidos como refugiado si usted es musulmán que si usted es cristiano”.
Para el padre Ashraf Gill, párroco en Lahore, Pakistán, “cada vez que celebramos una misa, cada vez que festejamos una solemnidad, tenemos miedo” (La Stampa).
El arzobispo católico sirio Hassaké Nisibi, en una de las zonas más atormentadas del noroeste sirio conocedor de los problemas en sus detalles, lanza una acusación que no le ha parecido interesante a Francisco, a respecto de los atentados de Bruselas. Dice el arzobispo Nisibi: Los responsables europeos y de todo el occidente “a lo largo de los últimos decenios han garantizado [a Arabia Saudita] la posibilidad de financiar en toda Europa, y también en Bélgica, una red de mezquitas en las que se predica el wahabismo, la ideología que sirve de base ideológica a todos los grupos jihadistas” (Fides).
Según, pues, autorizados observadores, que hablan árabe, viven en medio de poblaciones de mayoría musulmana, los campos de refugiados y las mezquitas construidas en Europa son centros de terrorismo. Pero Bergoglio no lo sabía. Y parece que nadie en el Vaticano se ha acordado de decírselo.
Sensiblerías bonachonas
Un observador particularmente digno de atención es el sacerdote jesuita— ¡mire Ud.!, de la misma congregación que Bergoglio— Samir Khalil Samir, islamólogo egipcio, hace un análisis semejante: “Los estados europeos proclaman ahora un sistema de seguridad fuerte, que sea compartido, pero no confiesan la superficialidad con la cual han dejado a Arabia Saudita, a Qatar y a otros países financiar a sus predicadores, imanes y mezquitas, dejando predicar en árabe, y así dejando crecer la ideología yihadista” (Asia News). Y añade: “Los trágicos atentados de Bruselas han producido en Europa dos actitudes: una que es guerrera, y otra que es sentimental. Los terroristas que perpetraron los atentados era conocidísimos por la policía, por los servicios secretos, y, sin embargo, hicieron lo que quisieron”, e incluye entre los segundos, los “sentimentales” a quienes “sólo piden tranquilidad, y que delegan la defensa a un Estado que ya se ha vuelto frágil. Pero ellos no se sienten responsables de nada”. ¿Coindice con la mentalidad bergogliana, esta opción “sentimental”? El lector dirá.
Realidad espeluznante que el P. Samir describe sin tapujos: “En Bélgica existen barrios donde la policía ya no entra más. En Molenbeek (el barrio de Salah Abdeslam, el terrorista arrestado en Bélgica, responsable de la masacre de París), pero también hay otros barrios donde la policía llega, pero hombres barbudos los frenan o les bloquean el paso diciendo que esa es ‘su casa’ y que las fuerzas del orden no deben ingresar allí”. Ese analista avezado afirma además: “Para cambiar la situación tenemos a disposición pocos instrumentos”, “poco tiempo atrás, yo acompañaba a algunos refugiados musulmanes en las periferias de París. Y observé que las muchachas estudiaban asiduamente, durante la noche estaban allí en sus casas repasando las lecciones. Los jóvenes en cambio, iban al bar hasta medianoche y así no terminaron bien la escuela. De este modo sólo encontraron trabajos provisionales y precarios, o bien iban a refugiarse a la mezquita pidiendo ayuda”.
En algunos países europeos la situación es peor, según el P. Samir: “En Italia, me he encontrado con problemas. Por ejemplo, me encontré con dos egipcios que se niegan a trabajar, rechazan integrarse y viven el día a día. Lo único a lo que aspiran es a encontrar a alguna mujer italiana con quien casarse, para ponerse al día con la visa de entrada y, así, poder residir en Italia. Lamentablemente las mujeres se dejaron conquistar”.
El kamikaze del metro de Maelbeek, en Bruselas, el 23 de julio dormía plácidamente en un hotel de Venecia, antes de irse a Grecia. Otro kamikaze, de Zavente, ha vivido plácidamente en la encantadora Salerno durante años (La nuova BQ).
El apoyo indiscriminado a ciertos refugiados, como si todos fuesen “hijos de dios”, de un dios que no es el católico, sino el de esa “fraternidad sufí-bergogliana”; la ignorancia fingida de lo que se esconde en esos “campos de refugiados” y en esas “mezquitas europeas”, sólo redunda en una mayor facilidad para que los terroristas se instalen en Europa. En Europa hoy, mañana en otros lugares. Bruselas que lo diga.
Una Europa que, según comentó Felix Steiner, del Deutsche Welle, “se aleja por sí misma y por su propia voluntad cada vez más de sus raíces cristianas”, pues “en el Occidente cristiano ya no queda nada sagrado” (Aciprensa). La ocasión para ese comentario han sido los partidos de futbol organizados en Alemania el Sábado Santo. Ello no sucedería “en ningún país musulmán (…), pues el deporte está claramente por detrás de la religión”, afirma el periodista. Incluso la protestante Angela Merkel, recuerda el periodista, ya avisó a los alemanes que no se puede acusar a los musulmanes por vivir su fe y practicar su religión; “y recomendó a los atribulados cristianos que volvieran a su propia fe y a sus tradiciones”. De estos avisos, Bergoglio se olvida constantemente: ¡acogida, acogida, acogida! ¡Brazos abiertos! ¡Somos todos hermanos! Pero no practiquemos una religión estrecha… es decir con Mandamientos.
Periodistas ingleses, infiltrados en Arabia Saudita, han filmado la vida corriente de un islamismo “moderado”, en reportaje que será publicado en breve, y que “La Gaceta” subtitula “El horror de la vida cotidiana en Arabia Saudita, país nombrado por la ONU como defensor de los derechos humanos” (La Gaceta). En ese reportaje “se puede apreciar el momento de ejecución por decapitación de una mujer en plena calle y cinco cuerpos decapitados que cuelgan de dos grúas a la vista de todos, así como otras atrocidades”. Esta es la ley islámica, que Bergoglio dice ser de los “hijos de dios”. Un dios evidentemente no cristiano. No hablamos aquí de la situación degradante de la mujer en el Islam, de la esclavitud ampliamente existente, no sólo en el llamado “Estado Islámico” sino en la “civilizada” Arabia Saudita, y de otras violaciones a los derechos más fundamentales de la persona humana, aunque no sea bautizada.
Un centro de estudios islámicos de reconocida autoridad, “Oasis”, fundado por el Card. Scola en Venecia, publicó, en el calor de los atentados de Bruselas, la opinión de diversos islamistas, católicos o no (Oasis). Para el profesor de relaciones internacionales en la Universidad Católica de Milán, Vittorio Emanuele Parsi “la acogida y la integración no son elementos de defensa [contra el terrorismo]. Esta habladuría bonachona sólo sirve para dar argumentación a los que piensan lo contrario. Es un ideal noble sin duda, pero fútil y molesto”. Bonachón es pues, según el Prof. Parsi, el discurso bergogliano, además de ser “fútil y molesto”.
Para Felice Dasseto, profesor emérito a Lovaina y fundador del “Centro de Estudios Islámicos en el Mundo Contemporáneo”, “los ataque de Bruselas hacen parte de los escenarios a que debemos habituarnos… una situación que va a durar decenas de años”. Así piensa también el periodista turco Mustafá Akyol: “La radicalización es ya un problema difundido en toda Europa”, por una malla que, según Paolo Maggiolini “testimonia la presencia de una red que coordina, hospeda y hace moverse personas y armas”. “Una red bien consolidada” según Raffael Pantucci del “Royal United Services Institute for Defence and Security Studies”. Todo ese clima irreversible de terror y sangre crea una atmósfera de choque de civilizaciones (clash of civlitations) que es la querida por la propaganda terrorista, afirma el analista londinense.
Para Jean-Pierre Darmis, del IAI de Roma, “ataques múltiples en un contexto urbano, realizados para saturar la posibilidad de respuesta de las fuerzas del orden y de los socorros, a fin de crear el pánico”. El pánico es, pues, el objetivo deseado, querido, buscado.
De todo esto Francisco no toma conocimiento, pero se preocupa de que algunos mendigos que transitan en la plaza de San Pedro, sin querer ser recogidos en un centro para indigentes (en general por su drogadicción o su alcoholismo) tengan un saco de dormir para descansar durante el día de sus paseos nocturnos, no quiero preguntar dónde.
El asesinato del islamita Asad Shah, en Glasgow, es un ejemplo más de como el “bonachonismo” y el “sentimentalismo” denunciados por los estudiosos, y practicado por Francisco, trae consecuencias funestas. E irreversibles.
Asad, musulmán convencido, practicaba las “buenas relaciones” bergoglianas con los cristianos, y colocó un post en Facebook “GOOD FRIDAY AND VERY HAPPY EASTER ESPECIALLY TO MY BELOVED CHRISTIAN NATION X ! BISMILLAH…..” (Facebook). Respuesta: otro musulmán viajó desde una ciudad distante 200 millas y lo cosió a cuchilladas en su propia tienda (Daily Mail). Sin esas “armas” que según Francisco están en el origen de los actos terroristas.
Como bien dice el prof. Felice Dasseto, en la citada entrevista a “Oasis”, para cambiar esa mentalidad musulmana “hace falta una revolución copernicana en la interpretación de los textos fundadores por parte de los mismos musulmanes” (Oasis). Está en el DNA de los seguidores de Mahoma resolver todo a sangre y fuego, pues el dios que ellos dicen venerar es “caprichoso” (Corán, 4:116, 5:18, 9:15, 25:51), muy diferente del que se autorreveló en Jesucristo y que mantiene inmutable Su Iglesia contra cualquiera adversario, externo o interno. La Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, única Iglesia verdadera, puede decir con mucha más propiedad que Cicerón: “Yo he visto muchos otros vientos, yo he afrontado muchas otras tempestades”.
Lágrimas de cocodrilo
Dicen que los cocodrilos lloran mucho. La razón científica es la deficiencia en sus sistema salival de modo que las lágrimas preparan los dientes para mejor devorar la presa… La expresión “lágrimas de cocodrilo” se utiliza para denominar a los que aparentan llorar, presentan pésames, dan condolencias, mandan mensajes como: “¡Condenemos estas abominaciones!”, “recemos para que la fraternidad se contagie en el mundo”, “que haya siempre fraternidad y bondad”, “pidamos al Señor que convierta el corazón de las personas ciegas de un fundamentalismo cruel”, “unámonos en una condena unánime de las crueles abominaciones que están causando sólo muerte, terror y horror”….
Y para colmo de “cocodrilismo” una frase impar: “Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo alzada en nuestras hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados por las bárbaras espadas y el silencio infame; Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos y en el terrorismo de los seguidores de cierta religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia” (Viernes Santo, Via Crucis 2016). La falta de memoria bergogliana, o el Alzheimer, le impidió decir cuál era esa “cierta religión” que asesina, quema vivo, degolla y decapita bajo el silencio infame… de Francisco.
Mientras tanto, sigamos abriendo las puertas de Europa, y del mundo, a los que predican una ideología sangrienta. Y esperemos tranquilamente, como Asad Shah, ser acuchillados en nuestras propias casas, acogiéndolos como “hermanos de un mismo dios”, el dios de la fraternidad sufí-bergogliana.
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Notas del Denzinger-Bergoglio
[1] Ver estudio sobre el asunto: http://denzingerbergoglio.com/todos-nosotros-nos-encontraremos-alla-arriba/
[2] Ver estudio sobre el asunto: http://denzingerbergoglio.com/cualquier-hombre-de-cualquier-religion-es-hijo-de-dios/
[3] Ver más sobre el Islam y la violencia: http://denzingerbergoglio.com/el-verdadero-islam-y-una-adecuada-interpretacion-del-coran-se-oponen-a-toda-violencia-el-coran-es-un-libro-profetico-de-paz/3/