En ocasión del aniversario de la muerte de don Francesco Maria, fundador de Sí Sí No No, publicamos una carta suya dirigida a hijas espirituales suyas.
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Festividad del Sagrado Corazón, 1969, desde Roma
Hijas mías,
Creo que es mi deber, por lo que sucede y por lo que se prevé que sucederá, que os dé sucintamente aquellas nociones que, en este periodo de tristeza, puedan serviros para tener ideas claras sobre la situación religiosa actual. Tras haber asistido a las misas-alegres [don Putti mandó a sus hijas a asistir a una misa-beat para que se dieran cuenta de lo que eran, ndr] y haber visto inadvertidas minifaldas en la iglesia, podréis por el mal externo reforzar el bien que, por don de Dios, está en vuestro corazón. Dios, Padre amoroso y misericordioso, os ha llamado por vuestro bien, pero vuestro bien se realiza con la oración, el sacrificio, la palabra, la acción, el ejemplo. Él os ha dado Sus joyas más hermosas que hoy son vuestras; ahora, sin embargo, se acerca un desastre, quizá el más desastroso desde hace milenios: pero vosotras, si queréis, podéis devolver las joyas a las almas para que dicho desastre sea disminuido en sus proporciones. De hecho, es el Amor el que pide un poco de amor, no lo pide para Sí, porque nada Le sirve, sino por nuestros hermanos a los que ama.
El actual periodo histórico es de decadencia veloz en toda manifestación y semejante estado de decadencia tiene repercusiones en todas las actividades humanas. La decadencia es el fruto del “yo”. Así, vemos realizado lo malo y lo horrible porque se razona con el “yo” y, por tanto, para mí esa cosa que es considerada mala es buena, y esa otra cosa que es considerada horrible es hermosa. Por eso, estos maestros de la mentira y de la mala fe y sus seguidores quieren confundir lo que gusta y lo que es cómodo (en el sentido de libertad transmutada en libertinaje) con los términos de justo, apto, bueno y hermoso. Por consiguiente, para ellos el mal se convierte en bien, lo horrible se convierte en hermoso, porque la terminología no refleja ya el significado común de las palabras en sentido objetivo, sino subjetivo. De esa manera, todo puede ser horrible y hermoso, y así entenderse es cada vez más difícil. Esa dificultad de inversión no solo ha hecho su aparición, sino que se ha insertado en muchísimos Ministros de Dios. La Iglesia, incluso en sus periodos más infaustos y vergonzosos para los hombres que detentaban su responsabilidad, no enseñó jamás el mal. La Iglesia no puede ser sino santa porque santo es su Fundador, cuyas palabras se adaptan a todos los tiempos y a todas las mentalidades y grados de civilización. La Iglesia está vinculada a los corazones y al amor de los individuos particulares, por ello, a pesar de la mala voluntad de los hombres de todos los tiempos por suprimirla, está destinada por virtud del Espíritu Santo a sobrevivir, a perpetuarse y finalmente a salir inmaculada a pesar de todas las maldades humanas.
La Iglesia está actualmente traumatizada por sus mismos hijos predilectos, sus Ministros de todo grado eclesiástico, por el “yo” particular y algunas veces colectivo que se quiere superponer al buen sentido común, es decir al sentido del bien y del mal puesto por Dios en cada corazón: nuevas concepciones teológicas idénticas a las herejías de los primeros tiempos de la Iglesia, nuevas valoraciones de la moral, en las que lo inmoral se convierte en moral, un nuevo concepto de autoridad y de obediencia por la probabilidad de que quien detenta la autoridad puede errar, salvo que declare su enseñanza “dogma”; un nuevo concepto de supremacía de la propia conciencia en el foro externo, con manifestación pública, incluso para las cosas más pequeñas, es decir: yo lo veo así, pienso así y por eso actúo así y tú, superior, no tienes derecho a imponerme algo diferente (según ellos el súbdito no tiene probabilidad de equivocarse: le asiste el Espíritu Santo). Conclusión: anarquía e individualismo en la colectividad se han insertado en la Iglesia una, santa, católica: el conjunto es preludio del cisma.
Y ahora examinemos el prurito de novedad en aquellas cosas que aparecen con más evidencia ante nuestros ojos: ante todo la así llamada misa-beat que sería más exacto llamarla misa-alegre o misa-inicua. Nos preguntamos: ¿han sido las autoridades solicitadas o no solicitadas por aquel clero que siente que su vida sacerdotal es pesada? Llevar adelante la propia misión por medio de los medios de la gracia santificante, fuente del amor a Cristo que sostiene la palabra y guía la acción, además de con el sacrificio que es necesario para insertase lenta y fatigosamente en las almas por medio de los Sacramentos y finalmente verse circundados por el insoportable vacío interior espiritual propio y, por consiguiente, del de los demás, todo esto es consecuencia del hecho de que han olvidado que solo los medios de Dios tienen la capacidad de atraer a las almas. Para muchos, no estar circundados de gente hace valorar inútil todo lo que hacen y entonces están dispuestos a todas las transacciones con tal de ser de alguna manera circundados y seguidos, no importa cómo, por quién, por qué y para qué. Las transacciones no los degradan actualmente a ellos mismos con el sufrimiento porque, si así fuera, sabrían defenderse adecuadamente. La transacción existe y la más lógica en el campo humano es aquella actuada total y solamente a costa de Dios y de Su ley, como acto hipócrita de comprensión humana, como necesidad para atraer a las almas, como si los medios dados y dejados por Cristo fueran insuficientes y, actualmente, incluso no aptos o no correspondientes para el mismo fin querido por Jesucristo: los medios queridos por Jesucristo, oración y penitencia, son más pesados y entonces se prefieren medios mucho más alegres. Querer tener más comprensión que Cristo es lo mismo que hacer el mal a nuestro prójimo.
San Pablo habla de tiempos futuros en los que los hombres seguirán nuevos caminos por prurito de novedad. El prurito de novedad está estrechamente vinculado a la decadencia, si no hubiera decadencia no existiría el prurito de novedad y no habría hombres que corren tan desenvueltamente tras las fábulas.
Es prurito de novedad dar a los fieles lo que les gusta y les resulta cómodo en vez de dar el sentido del deber en la relación hombre-Dios. Es fábula querer darse a sí mismos a los fieles con un Cristo domesticado, en vez de dar al Cristo inmutable, porque dar a Cristo es fatigoso y darse a sí mismos es glorioso. Es fábula querer adaptar a Dios a la iniquidad humana más de lo que Él ha querido adaptarse aceptando la humanidad, porque el fruto de ello es la confusión de las conciencias.
Debemos advertir que las personas atraídas en este nuevo curso de cosas externas, que debería influir en su interior en el bien, no solo no cambian de mentalidad, sino que, más bien, por medio de la realización de lo que les gusta y les resulta cómodo, es reforzada su mentalidad, habiendo incluso lo bueno y lo hermoso descendido a su bajo nivel: en sustancia, en dicho nivel no existe ya ni lo bueno ni lo hermoso. De modo que, sin exactos conceptos de lo bueno y de lo hermoso, es imposible cualquier tipo de conversión de tenor de vida y, en efecto, estas conversiones no existen. Y así, adaptando Dios al hombre, se aleja al hombre de la verdadera comprensión de las cosas de Dios, y el acto de delincuencia es total para quien se da cuenta de ello y sigue actuando del mismo modo en este binario improductivo para los fines de Dios y de las almas.
Las autoridades eclesiásticas responsables, no todas pero algunas sí, se dan cuenta de este estado de cosas, pero, ya que muchos de entre ellos viven para su propio “yo”, no quieren tener problemas y disgustos y así secundan y facilitan, magnificando la pompa de jabón, como una idea genial valorada y protegida por ellos. Los problemas y los disgustos podrían traer en cambio complicaciones que interrumpirían la carrera y tantas otras cosas totalmente humanas. En una palabra, el interés de Dios es, de hecho, descuidado, porque ese interés, en muchos grados de responsabilidad, está en antítesis con el propio “yo”. Cristo es el velo para cubrir el propio “yo”.
Parece increíble y, sin embargo, con los hecho es así:
1) Demuestran que no comprenden lo que es la Santa Misa. La Santa Misa es el sacrifico real y perpetuo de Cristo que se renueva: es sacrificio desde su nacimiento hasta su muerte; es un doloroso epílogo, lleno de tristeza real por Su vida y por nuestra ingratitud: Judas, Caifás, el Sanedrín, Pilato y los torturadores nos han representado. En la Santa Misa existe un binario paralelo de alegría y esta proviene de los frutos del supremo sacrificio: Él permanece con nosotros para ayudarnos y para que se Pedro el que nos represente con su fragilidad y sus ímpetus de sincero amor.
Con un parangón muy impropio, podríamos decir que con la Santa Misa asistimos a la vida dolorosa y a las exequias de un hermano nuestro que se ha sacrificado totalmente por nosotros y de este sacrificio estamos obteniendo todos sus beneficios de todo tipo, que van más allá del tiempo con la consiguiente tristeza y gratitud de nuestra alma el propósito de realizar con amor sus deseos. En estas circunstancias no querremos ciertamente organizar un alegre convivio en honor del difunto, con ruidosas músicas, semejantes a ritmos danzantes y con cantos no aptos, solo porque esas músicas y esos cánticos nos atraen o atraen a personas para aumentar el número. Estas personas no son capaces de darse cuenta de lo que fue este supremo sacrificio y a qué precio se han obtenido sus beneficios. Si para un amado difunto nuestro esta acción provocaría en nuestra alma la más profunda reprobación, no se comprende cómo es posible que para Cristo vaya todo bien y muy bien.
Finalmente se podría decir que es inadecuado e indigno para quien se da cuenta del periodo de decadencia en toda manifestación del arte, ofrecer lo peor a quien tiene derecho a recibir lo mejor; y se ofrece lo peor solo porque le gusta al decaído: en este caso será oportuno educar al decaído y no ciertamente aceptar y adecuarse al decaído, y se comete la injusticia de destronar lo que es hermoso y bueno. Me refiero a las músicas, cuadros, etc.
Muchos religiosos se preocuparon en su tiempo más del número que de la calidad, más del poder económico que de la confianza en la Providencia. Ambas cosas materiales, con voluntad y medios humanos se han multiplicado, pero en sustancia no son sino una mezcolanza de personas acomodadas que disfrutan de toda comodidad y que sería mucho mejor que no estuvieran. Y así sucede con quien es ansioso por ver la iglesia llena, a toda costa, con una mezcolanza de personas atraídas con toda transacción, dando lo que no es de Dios y que es contraproducente par todos ellos.
En Italia, hace cuarenta años que se enseña la religión en las escuelas y, sin embargo, Italia es el país donde existen teorías materialistas e indiferencia (cuando no aversión) hacia la religión más que en ningún otro país. Justamente, sacerdotes extranjeros se preguntan: ¿cómo es posible semejante hecho? ¿Cómo se explica? De una sola manera: ¡la religión no ha sido enseñada!
2) Otro factor indicador de la decadencia es la perversión en el orden general y particular con la indecencia extendida y degradante. Los fautores de las transacciones fingen no darse cuenta de que la iglesia, casa de Dios y lugar de oración, en la que Cristo está presente, se está transformando en lugar de exposición permanente del propio cuerpo con todas las consiguientes resonancias morales para el que ve y, atraído, mira, además de para la que se siente mirada, sin tener después en cuenta el mal ejemplo que es dado precisamente en la casa de Dios.
Como justificación se dice “que sean las autoridades las que den disposiciones”, como si fueran necesarias disposiciones para tutelar la moral, para evitar un pecado, para respetar la casa de Dios y para no convertirla en un lugar de atracción y ocasión de pecado. Resulta espontáneo considerar que aquellos que, en tiempos de Cristo, convirtieron el patio porticado del Templo en una cueva de ladrones, comparado con lo que sucede hoy, eran gentilhombres. Buscaban a fin de cuentas dinero, engañando a quien podían, mientras que hoy, en la casa de Dios, no se roba el dinero, sino que se roban las almas que valen toda la sangre de Cristo. Los ladrones fueron expulsados del Templo por el mismo Cristo, pero los Ministros de Dios no expulsan a las ladronas de almas, más bien son admitidas y acogidas y se administran a sí mismas incluso los Sacramentos.
Se dice también que si se echa a todas las personas vestidas indecentemente, no quedará nadie en la iglesia. Eso no es verdad, pero sería mucho mejor que la profanación.
Sin embargo, admitido y no concedido, debemos advertir que los tutores de la ley de Dios cumplen la ley de Dios no como lo quiere la misma ley, sino como quiere el delincuente que actúa fuera de la ley de Dios, y no se advierte tampoc que actúa fuera de la ley de Dios. ¡Esto es un absurdo! Se dice que hoy todas van vestidas así y por ello ya no se hace caso. De manera que la concupiscencia habría desaparecido. La humanidad ha encontrado por sí sola su talismán de equilibro y su perfección independientemente de la ley moral que viene de Dios. Entonces el pudor es lo mismo que la impudicia, la vergüenza es lo mismo que el descaro, la exposición es lo mismo que la reserva, descubrirse es lo mismo que cubrirse.
En conclusión, según alguna gente, sacerdotes no excluidos, la Iglesia habría abdicado de varias virtudes, ya no sería virtud necesaria la modestia, el pudro, la reserva para evitar la turbación y para mantener la castidad. Esta alguna gente, aportan para apoyar su tesis los ejemplos de algunas poblaciones africanas salvajes, que viven desnudas en la sencillez y de algunas poblaciones no ricas que han superado, en virtud de la civilización progresada, estos atrasos oscurantistas. Un misionero venido de África hace unos días ha dicho que, apenas los salvajes han tenido y se han puesto sus primeros indumentos, precisamente porque era ya vivo en ellos el sentido del pudor, ya no quieren más estar descubiertos.
Por lo que respecta a los frutos de la civilización progresada, Inglaterra, que es considerada la primera, ha legalizado el tercer estado civil además del de célibe o núbil y el de conyugado. Los hecho sdemuestran que no ha superado los atrasos sino que se ha precipitado en el completo oscurantismo moral. Por ello la mala fe hace siempre mentir: arte diabólica.
Se dice finalmente que una chica moderna no puede eximirse de la moda que abraza ya todos los grados sociales. Y entonces, si la moda dicta los bikinis, como lógica consecuencia, se deberá aceptar en la iglesia sin tener en cuenta que la vida cristiana es ante todo testimonio y si una persona no quiere renunciar, al menos parcialmente, a la moda por Cristo (pero sería más exacto decir por su bien) ¿de qué sirve que esta persona venga a la iglesia?: no obtendrá ciertamente un mérito, más bien obtendrá una culpa para sí y para los demás.
A menudo se querría saber el motivo por el que no se reprimen estas desviaciones graves y otras que podrían tener carácter de alta gravedad. Es imposible dar una respuesta precisa porque es imposible saberlo. Lo que es cierto porque es evidente por los hechos, es que no existe la voluntad de usar la propia autoridad para reprimir; los motivos pueden ser muchos y todos probables: aceptar lo que se considera un mal menor temiendo uno mayor, prudencia humana, insipiencia, incapacidad, maldad, descuido, desconfianza, egoísmo, beneficio propio; pero la más plausible explicación es que la fe ha descendido al servicio del “yo” y, con la excusa de servir a Dios, sirven mal al hermano. El fariseo es una persona de bien comparada con cierta gente llena de mala fe y sin fe.
Constatada la existencia de tan triste situación por lo que por ahora hiere mayormente nuestra sensibilidad de hijos de Dios (pero vendrán más tarde cosas peores), resulta espontáneo preguntarse: “a este paso, ¿dónde vamos a ir a acabar?”. A este paso, en breve tiempo se caerá en el abismo, el laxismo toma y seguirá tomando el predominio, la confusión de las conciencias se convertirá en total, la torre del Cristianismo será circundada por la nueva Babel del “yo”, los valores divinos, humanos y sociales serán subvertidos. Solo quien, con perserverancia, amor y dolor, dirija su mirada a Cristo Crucificado y a permanecerá unido a Él no será arrastrado por la corriente impetuosa que quiere sumergirlo todo en su lodo, para que todo se derrumbe y todo sea manchado en el pútrido fango. Sin embargo, incluso a Cristo Crucificado se le debe mirar sin ninguna transacción, apoyándose mutuamente.
La así llamada misa-beat es lo sagrado que se confunde con lo profano, por ello es necesario no participar en ella. Cuando sucediera, como ya habrá sucedido, que se encuentran personas que alaban la misa-beat y la minifalda (ambas están en el mismo bajo nivel y son hijas de la decadencia) hay muchos sanos argumentos que exponer evitando hablar de las personas en particular. Se pueden juzgar y condenar los hechos por el mal que producen, en cambio, a las personas las juzga Dios y solo Él sabe qué parte del Salmo 27, sobre la suerte de los buenos y de los malos, está escrita para ellos.
En nombre de Dios, una sola cosa es cierta: nosotros estamos en el camino recto.
En Su nombre os bendigo para que os mande a Su Ángel, que os sirva de guía, protección y apoyo.
(Traducido por Marianus el eremita)