Muchos lectores habrán visto el film de 1963 de Otto Preminger: «El Cardenal.» Consiguió cierto permiso de la novela epónima de Henry Morton Robinson, pero más allá de ser un film excelente, recrea perfectamente mucho de la belleza de la liturgia de la Iglesia Católica en la víspera de su, digámoslo, «renovación.» Una de las más antiguas y hermosas ceremonias de la liturgia tradicional es la de la consagración episcopal, y partes de ella son recreadas de una manera bellísima en la película de Preminger.
No sorprende que haya sido despedazada por las reformas post-conciliares. El papa Pablo VI, que no dejó nada intacto, tal como deseaba, comenzó el cambio de las ceremonias de consagración episcopal antes de la promulgación de su nueva misa en 1969. A los 00:28 segundos del video clip que acompaña la película, uno puede ver y oír esa parte de la ceremonia tradicional en la que la mitra es colocada sobre la cabeza del nuevo obispo consagrado. Aquí está la oración en latín y en español de la oración que se pronunciaba en ese momento. Está repleta de referencias bíblicas del Viejo Testamento, y alusiones al oficio del obispo encontradas en el Nuevo Testamento:
Imponimus, Domine, capiti hujus Antistitis et agonistae tui galeam munitionis et salutis, quatenus, decorata facie et armato capite, cornibus utriusque Testamenti terribilis appareat adversariis Veritatis; et, te ei largiente gratiam impugnator eorum robustus exsistat, qui Moysi famuli tui faciam ex tui sermonis consortio decoratam, lucidissimis tuae claritatis ac veritatis cornibus insignisti, et capiti Aaron pontificis tui thiaram imponi jussisti.
Colocamos, Señor, sobre la cabeza de este Obispo y atleta vuestro el yelmo de defensa y salvación, a fin de que por él, por el ornato de su faz y con la cabeza armada por la fuerza de los dos Testamentos, aparezca terrible a los enemigos de la verdad, y dándole Tú gracia, sea un fuerte impugnador de los mismos; Tú que adornaste la faz de Moisés por la gracia de tu conversación con los rayos resplandecientes de resplandor y verdad y ordenaste colocar la tiara sobre la cabeza de tu Pontífice Aarón.
Al observar la última farsa en el Museo Metropolitano de Nueva York, la mitra y su parodia, tuvieron un lugar prominente como en el comentario sobre quien el verdadero derecho a usarla. Todo fue un recordatorio del hecho de que la consagración episcopal fue ciertamente ‘desvestida’ de la oración anterior y de muchas otras oraciones significativas…. y estamos ahora ‘desnudos frente a nuestros enemigos.’
Monseñor X
(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)