¿Contradice Traditionis Custodes los documentos del Vaticano II?

En su Carta a los obispos que acompaña el motu proprio Traditionis Custodes, entre muchas cosas que valen la pena comentar, el Papa Francisco dice que el Papa Pablo VI:

“declaró que la revisión del Misal Romano, realizada a la luz de antiguas fuentes litúrgicas, tenía como objetivo permitir que la Iglesia levantara, en la variedad de idiomas, ‘una oración única e idéntica’, que expresara su unidad. Esta unidad pretendo restablecer en toda la Iglesia del Rito Romano.”

Esta es una declaración desconcertante. Primero, “la Iglesia del Rito Romano” tiene muchos otros libros litúrgicos además de la edición estándar del Rito Romano. En segundo lugar, el Misal Romano estándar contiene una enorme cantidad de opciones, y difícilmente parece apuntar a la uniformidad de la oración en el sentido que parece pretenderse en la nueva carta del Papa Francisco. En tercer lugar, el Concilio Vaticano II y el posterior Magisterio Papal enseñan que la uniformidad litúrgica no es necesaria para la unidad de la Iglesia, sino que esta última se expresa mejor en la diversidad litúrgica.

Sobre el primer punto, la Iglesia latina u occidental no tiene un solo Misal, sino una familia de Ritos o Usos. Estos incluyen el rito hispano-mozárabe muy antiguo, celebrado en ciertos lugares de España, el rito ambrosiano celebrado en Milán, y el rito cartujo, celebrado en los monasterios cartujos. Estos tres ritos fueron revisados después del Vaticano II. Luego están los ritos de los dominicos, los norbertinos y los carmelitas: estas órdenes adoptaron el rito romano después del Vaticano II, por lo que no existe una versión reformada, pero dado que sus libros litúrgicos nunca fueron suprimidos, los miembros de esas órdenes pueden celebrarlos y aún lo hacen. Luego está el nuevo Uso del Ordinariato, que incluye elementos del patrimonio litúrgico anglicano, que se promulgó en 2009.

Quizás la extraña frase “la Iglesia del Rito Romano” pretenda indicar que la uniformidad necesaria se aplica solo a la distinción entre las formas Ordinaria y Extraordinaria del Rito Romano. Pero si la uniformidad es necesaria para la unidad en un sentido teológico dentro del Rito Romano, ¿por qué no es necesaria para esos primos del Rito Romano que acabo de enumerar, y además, que hay de los ritos que no son romanos para que les sea posible mantener la unidad sin uniformidad?

Esto se vuelve aún más desconcertante a la luz del segundo punto. El Misal Romano de 1970 y sus ediciones posteriores no ordenan a los sacerdotes que utilicen las mismas palabras al celebrar la Misa, incluso si lo hacen en el mismo idioma, debido a su enorme cantidad de opciones. Con frecuencia, los sacerdotes tienen la libertad de usar diferentes propios (una «memoria opcional» o una misa votiva en lugar de la misa «ferial»), y también pueden elegir diferentes opciones para otras partes de la Misa. El argumento de la carta a los obispos no solo sugiere que hay algo problemático en la existencia del Rito Ambrosiano o el Uso del Ordinariato, sino que también sugiere que hay algo problemático en tener múltiples Plegarias Eucarísticas.

A pesar del intento de limitar las implicaciones del argumento de la Carta de que la unidad requiere uniformidad litúrgica en el Rito Romano, es una idea profundamente perturbadora para los cristianos ortodoxos, incluidos los que participan en un diálogo ecuménico con la Iglesia Católica.

En verdad, no hay nada teológicamente problemático acerca de la variedad litúrgica en sí misma, porque incluso Ritos bastante diferentes siguen siendo expresiones de una sola oración en el sentido teológico importante: la oración de Cristo ofreciéndose a sí mismo al Padre. Como lo expresó el Papa Pablo VI, continuando con el fragmento citado en la Carta, “una oración única se elevará como ofrenda aceptable a nuestro Padre celestial, a través de nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo, en el Espíritu Santo” (Constitución Apostólica Missale Romanum, 1969).

Esto me lleva al tercer punto: la enseñanza del Vaticano II. Considere su documento Sacrosanctum Concilium (4): “la santa Madre Iglesia considera que todos los ritos legítimamente reconocidos tienen igual derecho y dignidad; y desea conservarlos en el futuro y fomentarlos en todos los sentidos.”

Nuevamente (37): “Incluso en la liturgia, la Iglesia no desea imponer una uniformidad rígida en asuntos que no implican la fe o el bien de toda la comunidad.”

Otro documento del Vaticano II, Orientalium Ecclesiarum (2), afirma que “la variedad dentro de la Iglesia no daña en modo alguno su unidad; más bien la manifiesta”, y esta idea ha sido reiterada en el Magisterio posterior. Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II explicó que “encontramos la fuerza y el entusiasmo para intensificar la búsqueda de la armonía en esa genuina pluralidad de formas que sigue siendo el ideal de la Iglesia” (Orientale Lumen 2, 1995).

La Iglesia Católica es más grande que el Rito Romano y el Rito Romano es más grande que un mero conjunto de palabras. Es irónico que todos los Ritos y Usos Romanos antiguos en uso hoy día, a pesar de sus otras diferencias, tengan la misma Plegaria Eucarística [N. del T.: el Canon Romano], en latín, mostrando su unidad no solo a través del espacio sino también a través de las generaciones, conectándonos con la liturgia latina más antigua de Roma. Esta unidad simbólica no existe en el Misal reformado, que la Carta aparentemente quiere hacer la base de una uniformidad litúrgica estéril.

Joseph Shaw

(Traducido por Agustín Silva Lozina. Artículo original)

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