Para el lunes de la tercera semana de Adviento
PUNTO I. Considera el fervor con que los padres de la Santísima Virgen la ofrecieron a Dios en el templo; siendo de tres años, en cumplimiento del voto que habían hecho antes de recibirla de la mano del Señor, volviéndole fidelísimamente el don preciosísimo que les había dado, y privándose por su amor de aquella joya inestimable que era las delicias de sus almas, de lo cual debes aprender a ser fiel a Dios en tus propósitos y agradecido a las mercedes que te hiciere, cumpliendo tus votos y las promesas que le hicieres con todo fervor y diligencia, aunque sea necesario privarte de lo que más amas. Contempla despacio lo que pasó en este holocausto en el interior de las almas; de estos santos padres de la Virgen; el Sentimiento que tendrían en dejar la joya que tanto amaban y era la alegría de su casa; el fervor con que vencerían este afecto; el amor divino que ardía en sus corazones, el cual les obligaba a ofrecérsela en holocausto; la voluntad tan rendida a la suya con que se la ofrecían, y las dulces lágrimas que corrían de sus ojos cuando se despidieron de ella con los últimos alborozos. Rumia este panal de miel, y saca copiosos frutos para tu alma de afectos y deseos de privarte por su amor de cuanto bien quisieres, anteponiendo siempre su Servicio a tu interés y su voluntad á la tuya.
PUNTO II. Considera cómo los padres de la Beatísima Virgen la ofrecieron a Dios, desde sus tiernos años, anteponiendo el bien espiritual de su hija a su consuelo, y mira cuánto importa anteponer siempre el bien espiritual al temporal, y no privar a los hijos del bien de sus almas por el consuelo de sus padres, antes a ejemplo de los de nuestra Señora procurar desde la niñez que se dediquen al Señor, y que se críen en el temor santo de Dios.
PUNTO III. Considera que, como dice Josepho, había una escalera en el Templo de quince escalones, por la cual se subía al lugar y habitación de las vírgenes y viudas dedicadas al culto del Altar: por esta subió la Reina del cielo de tan tierna edad, despidiéndose de sus padres con entereza y valor, y llegó al Supremo escalón, a donde como dice San Gerónimo la recibió Zacarías, padre de San Juan Bautista , vestido de sacerdote, como de las manos de sus padres en las manos de Dios. Contempla el fervor de la Virgen, el encendido amor de Dios que ardía en su pecho, la resolución con que en tan tierna edad se consagró a Dios en holocausto sin dejar cosa de sí para sí, ofreciéndole su alma, su cuerpo, su pureza, su corazón, sus sentidos y todas las potencias de su alma para servirle eternamente, y pide a Dios gracia para copiar en tu alma tantas y tan heroicas virtudes como te enseña esta purísima Virgen.
PUNTO V. Levanta los ojos al cielo y contempla cómo recibió la Santísima Trinidad y con ella todos los cortesanos del cielo este admirable sacrificio de María, que como dice la escritura, Dios se agradó y remiró en el sacrificio de Abel y le recibió en olor de suavidad, con cuánta más razón se agradaría en el de María Santísima, siendo tanto más santa que Abel, y el sacrificio de incomparable estimación mas que el suyo. Los ángeles se bañaron de un nuevo gozo aquel día, te a la gloria aumentó sus delicias: la Santísima Trinidad derramó el tesoro de sus gracias en el corazón de la Sacratísima Virgen, la cual se halló bañada de un gozo y dulzura inefable, que de esta Suerte paga Dios a quien se le ofrece de todo su corazón: imita tú sus pisadas, y ofrécete en holocausto á Dios de todo tu corazón, si quieres recibir sus dones y gracias de su mano poderosa.
Padre Alonso de Andrade, S.J