Declaración final de la Conferencia de Roma: reafirma la doctrina católica y responde a las dubia

Maike Hickson  | One Peter Five

Hoy 7 de abril ha tenido lugar en Roma la muy esperada conferencia “Iglesia Católica, ¿adónde vas?”. La conferencia fue inspirada por el cardenal Carlo Caffarra (uno de los cuatro cardenales de las dubia), que falleció el pasado septiembre. Al final de la conferencia se publicó una Declaración Final en el nombre de los participantes, religiosos y seglares por igual, que reafirma la doctrina infalible de la Iglesia en lo concerniente a asuntos morales como el matrimonio y los actos intrínsecamente malos, y respondiendo así a las cinco dubia originales que, 18 meses después de que le fueran remitidas por primera vez, nunca fueron respondidas por el papa Francisco.

La importancia de la Declaración Final estriba en el hecho de que ha sido publicitada en la presencia alentadora de los cuatro principales prelados restantes que han elevado sus fuertes voces de resistencia católica contra la confusión y el error difundidas por el papa Francisco: los cardenales Walter Brandmüller, Raymond Burke, Joseph Zen y el obispo Athanasius Schneider. Se presentó también un breve mensaje en video del cardenal Carlo Caffarra. En los próximos días publicaremos un informe más largo con la sustancia de toda la conferencia. Por hoy nos limitamos a presentar a nuestros lectores esta histórica Declaración Final llamada “Por lo tanto damos testimonio y confesamos…”, que se caracteriza por ser sucinta y clara.

La Declaración Final comienza con una referencia a la Exhortación Apostólica del papa Francisco Amoris Laetitia y su efecto de confusión sobre los fieles. Señala que ni la Apelación Filial de casi un millón de firmantes, ni la Corrección Filial de 250 intelectuales, ni las dubia de los cuatro cardenales han recibido respuesta de parte del papa Francisco. Por ello, dicen los autores, “nosotros, miembros del Pueblo de Dios bautizados y confirmados, somos llamados a reafirmar nuestra fe católica”. También señalan “la importancia de que los seglares sean testigos de la fe”. A continuación los autores reafirman, en seis puntos, las enseñanzas de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio, el adulterio, la cuestión de una conciencia subjetiva defectuosa, las normas morales absolutas, la necesidad de una intención firme de cambiar la forma de vida para recibir una absolución sacramental válida, y el hecho de que los divorciados “vueltos a casar” que no tienen intención de vivir en continencia no pueden recibir la Sagrada Comunión.

Lea aquí abajo el texto completo de la declaración:

“Por lo tanto damos testimonio y confesamos…”

Declaración final de la conferencia “Iglesia Católica, ¿adónde vas?”

Roma, 7 de abril de 2018

Debido a las interpretaciones contradictorias de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, se están difundiendo entre los fieles de todo el mundo el descontento y la confusión.

La urgente petición de una aclaración que fue remitida al Santo Padre por aproximadamente un millón de fieles, más de 250 intelectuales y varios cardenales no ha recibido respuesta.

En medio del grave daño que se ha levantado hacia la fe y hacia la unidad de la Iglesia nosotros, miembros del Pueblo de Dios bautizados y confirmados, somos llamados a reafirmar nuestra fe católica.

El Concilio Vaticano II nos autoriza y anima a hacerlo, como declara en Lumen Gentium n. 33: “Así cada laico, en virtud de los mismos dones que le han sido otorgados, es al mismo tiempo testigo e instrumento vivo de la misión de la Iglesia misma, “en la media del don de Cristo” (Ef. 4, 7)”.

El beato Henry Newman también nos anima a hacerlo. En su ensayo profético On consulting the faithful in matters of doctrine (Sobre la consulta a los fieles en asuntos de doctrina) de 1859, habló de la importancia de los laicos como testigos de la fe.

Por los tanto, y de acuerdo con la auténtica tradición de la Iglesia, damos testimonio y confesamos que:

  • Un matrimonio rato y consumado entre dos personas bautizadas sólo puede ser disuelto por la muerte.
  • En consecuencia, los cristianos unidos por un matrimonio válido que se unen a otra persona mientras su cónyuge sigue vivo cometen el grave pecado de adulterio.
  • Estamos convencidos de que éste es un mandamiento moral absoluto que obliga siempre y sin excepción.
  • También estamos convencidos de que ningún juicio de conciencia subjetivo puede hacer bueno y lícito un acto intrínsecamente malo.
  • Estamos convencidos de que el juicio sobre la posibilidad de administrar la absolución sacramental no se basa en la imputabilidad del pecado cometido, sino en la intención por parte del penitente de abandonar un modo de vida que es contrario a los mandamientos divinos.
  • Estamos convencidos de que las personas que están divorciadas y vueltas a casar civilmente, y que no desean vivir en continencia, viven en una situación que es objetivamente contraria a la ley de Dios, y por lo tanto no pueden recibir la Comunión Eucarística.

Nuestro Señor Jesucristo dice: “Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn. 8, 31-32).

Con esta confianza confesamos nuestra fe ante el supremo pastor y maestro de la Iglesia junto con los obispos, y les pedimos que nos confirmen en la fe.

(Traducido por Natalia Martín para Adelante la Fe)

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