Meditación para el miércoles de la decimoséptima semana
PUNTO PRIMERO. Considera la importancia de este beneficio, y por ella rastrearás la grandeza de él; porque como dice el Salvador (3), de él depende toda nuestra dicha y nuestra salvación; por cuanto el que no perseverare, no alcanzará la salvación. Considera que, como dice san Gerónimo, no está el punto en empezar bien, sino acabar bien y con felicidad la jornada. ¿Qué importa salir con buen viento y navegar al principio con bonanza, si no llega a tomar el puerto la nave ni los que van a ella? Pondera esto mucho, y cuánta merced ha hecho Dios a los que ha dado perseverancia en su servicio hasta conducirlos al puerto de la bienaventuranza, pues pueden decir con David (1); tuvísteme de tu mano y enderezásteme según tu voluntad, y recibísteme en tu gloria.
PUNTO II. Considera las mercedes que Dios te ha hecho para darte perseverancia hasta aquí; las ocasiones de perderte de que te ha librado; las tentaciones del demonio de que te ha sacado vencedor; las inspiraciones santas que te ha dado; los maestros y padres espirituales que te enseñan a conseguir lo que te importa; los buenos amigos que te acompañan y te libran de los malos; los ejemplos de los buenos con que te ha movido; los Sacramentos con que te ha alimentado, y la gracia con que te ha conservado; mira cuánto debes a Dios, y cómo le has de agradecer la merced que te ha hecho hasta aquí, y esta gracia de la perseverancia, en que están encerradas tantas gracias, y pídele que la continúe y te tenga de su mano para toda la vida en adelante.
PUNTO III. Considera cuántos han empezado bien y acabado mal; vuelve los ojos a los que empezaron contigo el camino del cielo, y a muchos de que tienes noticia que empezaron con mucha virtud, y al mejor tiempo se despeñaron en vicios y acabaron su vida en ellos y perdieron la corona que les tenía Dios preparada en el cielo, y ya otros la poseen y ellos están en el infierno; y mira qué fuera de ti si Dios te hubiera dejado como ellos, pues no es menor tu flaqueza y es mayor tu malicia que la suya, y hubieras sido peor que ellos; reconoce este favor por singularísimo beneficio de su divina mano, y dale muchas gracias por él, humillándote en su presencia y reconociéndote todo por hechura suya y efecto de su divina gracia, y pídele juntamente que te ampare para que no caigas en inmensos pecados.
PUNTO IV. Considera cómo aún te puedes perder en el camino comenzado y faltar en la perseverancia, de la cual pende tu salvación, y condenarte, como muchos, que en un tiempo sirvieron más a Dios que tú le has servido, y últimamente se condenaron, porque no perseveraron en el camino comenzado; carga la consideración en lo que debes hacer en adelante para perseverar; mira los bajíos que hay en que te puedes perder; los mares de ocasiones y tentaciones en que te puedes anegar, los medios que debes usar para no descaecer en la virtud; y ármate de paciencia, constancia, oración y meditación con mucha humildad para llevar tu cruz, hasta morir en compañía del Señor; ofrécete de corazón a su servicio, y pídele con grande afecto su gracia para acompañarle siempre y no dejarle jamás.
Padre Alonso de Andrade, S.J