Don Pietro Leone: El Concilio y el Eclipse de Dios (III)

Cambio de título

El autor, Don Pietro Leone, que todavía está terminando este libro, ha decidido cambiar el título “El enemigo interior. Una crítica al Concilio Vaticano II”, por el que cree que expresa el verdadero significado del Concilio: «El Concilio y el eclipse de Dios». F. R.

PARTE III

El Concilio y el Eclipse de Dios

Beatissimae Vergini Mariae humillime dedicatum

Quae cunctas haereses sola interemisti in universo mundo 

Introducción

La Verdad

En esta Introducción presentamos:

                      A. La Visión Católica de la verdad;

                      B. La oposición del Concilio a la Visión Católica de la verdad.

A.    La Visión Católica de la Verdad

Comenzamos este apartado presentando una veintena de principios que constituyen la Visión de la Verdad de la Iglesia, ya sea que estos principios equivalgan a dogmas católicos o que se desprendan de tales dogmas. Lo hacemos para situar en su contexto aquellos principios a los que el Concilio se opone. En primer lugar, presentamos los principios relativos a la verdad en general, y luego los principios relativos a la verdad en el sentido último del término: es decir, lo que se denomina «Verdad en sí», o simplemente «Verdad».

La Verdad y el Conocimiento de la Verdad en general

1.Existe una realidad objetiva [1];

2.Esta realidad es el objeto del conocimiento [2];

3.La Verdad es la correspondencia entre la realidad objetiva y el intelecto [3];

4.Lo Verdadero tiene prioridad lógica sobre lo Bueno [4];

La verdad y el conocimiento de la verdad en el sentido más profundo de los términos

5. Realidad objetiva/verdad ontológica en su sentido más profundo [5] es el Ser;

6. El Ser en sentido más profundo es Dios mismo [6];

7. La Verdad/Dios (en este sentido) puede ser conocida en esta vida;

8. La Verdad/Dios puede ser conocida en esta vida por medio de la Razón [7];

9. La Verdad/Dios puede ser conocida en esta vida por medio de la Fe [8];

10. Por medio de la Razón se le conoce como la causa de todas las cosas [9];

11. Por la Fe se le conoce en su naturaleza íntima, como Santísima Trinidad [10];

12. La Fe es poseída por la Iglesia y por los fieles;

13. La razón es natural y tiene como objeto la verdad natural;

14. La Fe es sobrenatural y tiene por objeto la verdad sobrenatural;

15. Por la Fe, más detalladamente, se conoce a Dios junto con todos los demás artículos de la Fe;

16. La Verdad/Dios puede ser expresada en un sentido adecuado en esta vida [11];

17. La Verdad/Dios puede ser expresada en un sentido adecuado en esta vida por el dogma [12];

18. La Fe constituye una unidad, un absoluto [13]. O se posee la Fe en su totalidad o no se posee;

19. La Fe es la Verdad en su plenitud [14];

20. La Fe es inmutable [15].

B. La Oposición del Concilio a la Visión Católica de la Verdad

Presentaremos esta oposición en los siguientes apartados:

I Análisis de los Textos;

II Escepticismo;

III Comparación entre la Enseñanza Católica y la del Concilio.

a) El conocimiento de la verdad

i) “La verdad [en materia religiosa] debe buscarse … mediante una libre investigación, sirviéndose del magisterio o de la educación, de la comunicación y del diálogo, por medio de los cuales unos exponen a otros la verdad que han encontrado o creen haber encontrado, para ayudarse mutuamente en la búsqueda de la verdad… El hombre percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina; conciencia que tiene obligación de seguir fielmente, en toda su actividad, para llegar a Dios, que es su fin”. (Dignitatis Humanae 3) [16]

ii) “la norma suprema de la vida humana es la misma ley divina, eterna, objetiva y universal, por la que Dios ordena, dirige y gobierna el mundo y los caminos de la comunidad humana según el designio de su sabiduría y de su amor” (DH3)

iii) “La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad”. (GS 16)

iv) “La verdad no se impone de otra manera, sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas”. (DH 1)

Como hemos dicho, la Iglesia ya posee la Verdad, que es la Divina Revelación, por lo que no necesita ir en su búsqueda. Además, la Iglesia y sus miembros no pueden ponerse legítimamente al mismo nivel que otras religiones, sociedades o individuos en la búsqueda de la verdad religiosa y moral, ya que, por definición, los que están fuera de la Iglesia niegan la Revelación, y no pocas veces también a Dios y la Ley Natural.

Procedemos a considerar varios aspectos más generales de estos textos:

  1. El naturalismo;

  2. El subjetivismo,

  3. La confusión entre los roles de maestro y discípulo de la Iglesia.

Naturalismo

Lo más notable de estos textos es que la Verdad que proponen a los católicos es una Verdad de orden meramente natural, mientras que la Verdad que salva, la Verdad que la Iglesia desea impartir a todos los hombres, pertenece esencialmente al orden sobrenatural. Esta tendencia hacia el naturalismo puede verse en tres aspectos:

a) Al afirmar que los miembros de la Iglesia deben buscar la Verdad religiosa o moral en colaboración con los no católicos, el Concilio está proponiendo, en efecto, una Verdad meramente natural a todos los hombres, pues el hecho de que los no católicos nieguen la Revelación (la Fe), implica que cualquier verdad que puedan descubrir junto con los católicos será, a lo sumo, del orden puramente natural;

b) al apelar a los datos de la ley eterna y de la conciencia (en los textos i, ii y iii), el Concilio apela a fuentes de verdad meramente naturales

c) al describir una forma de verdad que se impone por su propia fuerza (en el texto iv), describe lo que es una característica psicológica de la verdad natural, o racional, únicamente. La verdad sobrenatural, por el contrario, no se impone al sujeto, ya que, al trascender el orden natural, requiere el asentimiento del intelecto y de la voluntad del sujeto, y la asistencia de la Gracia sobrenatural, para ser aceptada por la mente [17].

Subjetivismo

Aparte del desplazamiento del orden sobrenatural al natural en los cuatro textos anteriores, también vemos un desplazamiento del orden objetivo al subjetivo: de la autoridad de la Iglesia a la visión compartida; y de la Verdad a la búsqueda de la verdad: o más detalladamente, de la posesión y el asentimiento a la verdad, a la búsqueda y el descubrimiento de la verdad. Los medios por los que se supone que se lleva a cabo la búsqueda en cuestión son los principios subjetivos de la libre indagación, la comunicación, el diálogo y la conciencia (concebida subjetivamente).

En cuanto a la conciencia en particular, hay que decir que no es una facultad mental autónoma que alcanza la Verdad de forma infalible. Tampoco puede el Concilio apelar legítimamente a una «conciencia correcta» sin aportar ningún criterio objetivo de su corrección. Más bien, la conciencia es falible y debe ser informada por la Verdad objetiva de la Revelación Divina.

De todas estas maneras, vemos que el Concilio da prioridad a lo subjetivo sobre lo objetivo, o en otras palabras, al Bien (es decir, lo que al hombre le parece bueno) sobre la Verdad objetiva.

Ecclesia Docens et Discens

Finalmente observamos en estos textos una confusión entre la Ecclesia docens (la Iglesia que enseña) y la Ecclesia discens (la Iglesia que aprende). El mismo Señor encomendó el ejercicio del munus docendi (función de enseñar) a la Iglesia, como veremos en el capítulo 1. Lo hizo tanto en beneficio de sus propios miembros como de los que están fuera de sus límites. Para sus propios miembros Ella actúa como Ecclesia Docens, y ellos para Ella como Ecclesia Discens. Los miembros de la Jerarquía ejercen este ministerio instruyendo al clero y a los fieles; el clero lo ejerce instruyendo a los fieles. Los fieles también están obligados por el Primer Mandamiento a conocer la Fe. Para los que están fuera de los límites de la Iglesia, ésta ejerce este ministerio mediante la evangelización.

Si el clero y los fieles son ignorantes porque no han sido adecuadamente catequizados durante estas dos últimas generaciones, su deber no es aprender la Verdad de los no católicos, sino que deben investigar lo que los eclesiásticos enseñaban antes, en los tiempos en que éstos se tomaban más en serio su munus docendi [18].

Si un empleado del mostrador de información de una estación de ferrocarril, cuando se le pregunta si algún tren de esa estación viaja a Roma, responde: “No lo sé. ¿Lo sabe usted? Vamos a averiguarlo juntos», se diría que ni las autoridades ferroviarias ni sus empleados hacen bien su trabajo. En efecto, las autoridades ferroviarias deben comunicar esa información a sus empleados, y los empleados deben comunicarla a sus clientes; y si las autoridades ferroviarias no les han proporcionado la información en cuestión, sus empleados deben averiguarla por sí mismos, pero no a través de sus clientes.

b) La expresión de la verdad

Mientras que la primera forma de oposición a la doctrina católica por parte del Concilio (en la sección 1 anterior) se refiere a la Verdad ontológica, esta segunda forma se refiere a la Verdad lógica.

i) “Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma (ad hanc perennem reformationem), de la que …tiene siempre necesidad hasta el punto de que si algunas cosas fueron menos cuidadosamente observadas, bien por circunstancias especiales, bien por costumbres, o por disciplina eclesiástica, o también por formas de exponer la doctrina —que debe cuidadosamente distinguirse del mismo depósito de la fe—, se restauren en el tiempo oportuno recta y debidamente. …” (UR 6)

ii) «Por otra parte, los teólogos, guardando los métodos y las exigencias propias de la ciencia sagrada, están invitados a buscar siempre un modo más apropiado de comunicar la doctrina a los hombres de su época; porque una cosa es el depósito mismo de la fe, o sea, sus verdades, y otra cosa es el modo de formularlas conservando el mismo sentido y el mismo significado». (GS 62) [19].

Lo esencial de estos textos puede resumirse en los siguientes términos:

Hay que distinguir radicalmente entre el depósito de la Fe y su expresión, ya que esta última es «otra cosa» (texto i) y debe «distinguirse cuidadosamente» (texto ii) de la primera;

Hay dudas sobre la veracidad de la segunda;

Por lo tanto, esta última debe ser objeto de reforma.

1. Debe hacerse una Distinción Radical entre el Depósito de la Fe y su Expresión.

No se puede hacer una distinción tan radical entre el depósito de la fe y su formulación, expresión o conocimiento. Porque el depósito de la fe es la Verdad [20], y la fe es el conocimiento de esa verdad [21]; y la verdad se relaciona con el conocimiento de la verdad por la relación de correspondencia: la verdad es «la correspondencia de la cosa y el intelecto»: adaequatio res et intellectus.

2.   Que hay Duda sobre la Veracidad de la Última

La expresión del depósito de la Fe no puede ser puesta en duda, ya que la expresión del depósito de la Fe no es otra cosa que el dogma mismo, y el dogma es una verdad sobrenatural. Esta verdad sobrenatural es definida infaliblemente y «propuesta para nuestra creencia por la Iglesia, ya sea en una declaración solemne o en su enseñanza magisterial ordinaria y universal» [22].

                                                         *

Hacer una distinción tan radical entre el Depósito de la Fe y su expresión, así como poner en duda esta última, constituye una maniobra modernista condenada tanto por San Pío X [23] como por el Papa Pío XII [24]. El primero describe la noción de Fe de los modernistas como algo distinto de las fórmulas cambiantes que se utilizan para expresarla; el segundo describe su noción de una Fe despojada de «elementos extrínsecos» capaz de ser expresada de acuerdo con la «filosofía moderna», con las «necesidades modernas» o con las actitudes de los no católicos.

3.   Por lo tanto, la Última debe ser Sujeto de Reforma

Ahora bien, la expresión del depósito de la fe, como acabamos de ver, es el dogma, pero el dogma no puede ser «reformado» (texto i), es decir, cambiado a mejor. La razón de esto es doble: en primer lugar, el dogma no tiene deficiencias; en segundo lugar, es inmutable y, por tanto, no puede cambiarse en absoluto. La doctrina de que el dogma puede cambiar (hacerlo en un sentido sustancial), es una herejía, como se declaró en el Concilio Vaticano I [25] y en Lamentabili [26]. Decir, además, que debe cambiarse para hacerlo accesible a «los hombres de hoy» (texto ii) es lo que el Papa Pío XII llama «relativismo dogmático» y «algo que haría del propio dogma una caña agitada por el viento» [27].

El dogma, la verdad sobrenatural, es susceptible de desarrollo sólo en un sentido material, es decir, en la claridad y profundidad de su comunicación. La Iglesia declara concretamente: ‘…que se crezca y se progrese abundantemente en el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría… pero sólo dentro del mismo dogma, del mismo sentido, del mismo juicio’ [28]. En resumen, según la analogía de San Vicente de Lérins, la verdad es como el sol a lo largo del día: en sí misma es inmutable, pero en su comunicación es más débil al amanecer y más brillante al mediodía. El hecho de que la comunicación del dogma pueda evolucionar en claridad y profundidad, no implica que su expresión pasada sea «deficiente» (texto i) o menos «eficaz» (texto ii).

Don Pietro Leone

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1] Por ejemplo, el árbol que veo ante mí existe objetivamente. La realidad objetiva se conoce como «verdad ontológica».

2] Por ejemplo, conozco el árbol que tengo delante.

3] Por ejemplo, es cierto que el árbol está delante de mí justo cuando está delante de mí. Esta verdad se conoce como «verdad lógica»: adaequatio rei et intellectus.

4] Lo que queremos decir con esto, en los términos más sencillos posibles, es que lo que uno persigue como bien debe ajustarse a lo que es objetivamente verdadero, a la realidad objetiva; en otras palabras, uno debe perseguir lo que es objetivamente bueno. Por el contrario, dar prioridad al Bien sobre la Verdad, es perseguir como bien lo que se ajusta a la propia voluntad o a las pasiones, independientemente de la realidad objetiva. Esta última posición puede denominarse «antirrealista» por su aversión a la realidad objetiva, o «subjetivista» por dar prioridad al yo.

5] En lo sucesivo, «Verdad» con mayúscula.

6] Dios es el Ser Absoluto. No recibe el ser de otro, sino que es su propio Ser: Él es de y por sí mismo.

7] “Si alguien dice que el Único Dios Verdadero, Nuestro Creador y Señor, no puede ser conocido con certeza a través de las cosas hechas, por medio de la luz natural de la razón humana, Anatema sit”. Vaticano I, de Rev. can. 1.

8] Credo in unum Deum, Credo Apostólico

9] Como causa eficiente (el Creador), y también como causa final (la Meta del hombre).

10] Las tres virtudes teologales de la Fe, la Esperanza y la Caridad tienen a Dios como objeto: Dios en su naturaleza íntima.

11] “Si alguien dice que la Revelación Divina no puede hacerse creíble mediante signos externos… Anatema sit». Vaticano I, de Fide can.3

12] El dogma es la Verdad divinamente revelada, propuesta por el Magisterio para ser creída como tal.

13] En última instancia, porque su objeto, Dios, es una unidad.

14] En última instancia porque su objeto, Dios, es la plenitud de la Verdad.

15] En última instancia, porque su objeto, Dios, es inmutable.

16] Cf. también la invitación a buscar la Verdad con los cristianos no católicos. (UR 4) en la sección sobre el ecumenismo más abajo.

17] Observamos una confusión similar en el discurso de apertura del Papa Juan XXIII del 20 de octubre de 1962, que se repite en el discurso de apertura del Papa Pablo VI del 29 de septiembre de 1963, con las palabras: la Iglesia prefiere «hacer frente a las necesidades de hoy mostrando la validez de su enseñanza, en lugar de renovar las condenas». 

18] Nos referimos a Lamentabili, donde San Pío X condena la proposición 6, que implica que la doctrina no procede de la Ecclesia discens, sino de la Ecclesia docens: «La Iglesia que aprende y la Iglesia que enseña colaboran de tal manera que a la Iglesia que enseña sólo le queda sancionar las opiniones de la Iglesia que aprende».

[19] El texto se refiere al discurso de apertura del Papa Juan XXIII donde afirma: ‘Una cosa es la sustancia de la antigua doctrina del Depositum Fidei y otra la formulación de su ropaje, que hay que tener muy en cuenta – con paciencia si es necesario –“. Altra è la sostanza dell’antica dottrina del depositum fidei, ed altra è la formulazione del suo rivestimento: ed è questo che si deve – con pazienza se occorre – tener gran conto.’

20] Ontológico.

[21] Lógica.

22] Concilio Vaticano I, sess. 3 cap. 3 de Fide.

[23] En Pascendi 12.

[24] En Humani Generis s.14, y en general 14-17.

25] Si quis dixerit, fieri posse, ut dogmatibus ab Ecclesia propositis aliquando secundum progressum scientiae sensus tribuendus sit alius ab eo, quem intellexit et intelligit Ecclesia, A.S. Si alguien dice que puede ocurrir que otro significado que el que la Iglesia ha entendido y entiende, pueda en algún momento, según el progreso de la ciencia, ser atribuido a los dogmas propuestos por la Iglesia, Anathema Sit de Fide sesión 3, cap. 4, can. 3

26] «La verdad no es más inmutable que el hombre, ya que evolucionó con él, en él y por él», proposición condenada 58.

27] Humani Generis 17.

28] Vaticano I, Dei Filius, c.4.

[28] En Pascendi 12.

[28] En Humani Generis s.14, y en general 14-17.

28] Si quis dixerit, fieri posse, ut dogmatibus ab Ecclesia propositis aliquando secundum progressum scientiae sensus tribuendus sit alius ab eo, quem intellexit et intelligit Ecclesia, A.S. Si alguien dice que puede ocurrir que otro significado que el que la Iglesia ha entendido y entiende, pueda en algún momento, según el progreso de la ciencia, ser atribuido a los dogmas propuestos por la Iglesia, Anathema Sit de Fide sesión 3, cap. 4, can. 3.

28] «La verdad no es más inmutable que el hombre, ya que evolucionó con él, en él y por él» proposición condenada 58.

28] Humani Generis 17.

28] Vaticano I, Dei Filius, c.4.

Traducción AMGH. Artículo original

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