Ahora bien, la vida es un regalo de Dios, porque Dios y sólo Dios es el autor de la vida y de la muerte, siendo Él por tanto el único que puede decidir cuándo nacemos y cuándo debemos morir. Ningún hombre está autorizado para sustituir a Dios en cuanto a dar o quitar la vida. En el fondo, la verdadera razón por la que los jueces del tribunal inglés, el Estado, le quiere quitar la vida a Alfie es que, dicen, de otro modo la vida sería para él una existencia llena de sufrimiento; que es preferible la muerte a una vida de sufrimiento. Pero decir eso, afirmar eso es señal de no conocer el valor del sufrimiento, y expresar un entendimiento de la vida antitético al de la vida cristiana, porque en la cosmovisión cristiana el mal supremo no es el sufrimiento corporal. Esto no es sino una perspectiva hedonista. En una perspectiva hedonista el mal supremo es el sufrimiento del cuerpo. Y simétricamente, el bien supremo es el el placer del cuerpo. El placer o la muerte. Esta es la filosofía vital de los jueces ingleses, relativistas, una filosofía contraria a la cristiana.
El caso de Alfie nos interpela la conciencia
Queridos amigos:
El dramático caso de Alfie Evans, que con toda razón ha acaparado la atención y causado conmoción en todo el mundo nos motiva a recordar algunos principios que nos interpelan la conciencia. El primero es el siguiente: ¿quién tiene derecho a decidir cuáles son los intereses de Alfie. o más en general, de un niño? ¿Cuál es el bien para él, qué es mejor para su futuro, la vida o la muerte? ¿Los padres o el Estado? Los padres, es decir, los que desde el nacimiento, después de haber traído un niño al mundo cuidan de él, lo educan, dedican sacrificio, abnegación todos los días al niño, o un Estado anónimo que se arroga el derecho sobre la vida y sobre la muerte? ¿Con qué derecho el Estado interviene entrometiéndose en la esfera de la familia, que es una esfera sacrosanta porque solamente la familia es titular del derecho a la educación. Esta es la primera cuestión. La segunda es: ¿cuál es el bien mayor para Alfie, la vida o la muerte? Porque sabemos que desde el punto de vista del cuerpo, desde el punto de vista material, la vida es el bien supremo, porque no hay derecho ni hay deber que no hunda sus raíces en la vida humana. Si no hay vida no hay ningún futuro, no hay ningún derecho, y si la vida es el bien máximo en el ámbito del cuerpo, está claro que el mal máximo, el máximo sufrimiento, está representado por la muerte. La vida y la muerte se oponen entre sí como el mayor bien y el máximo mal que pueden afligir al cuerpo. Del mismo modo que el pecado es, a su vez, el mayor mal que puede afligir al alma, porque el hombre se compone de alma y de cuerpo.
Una última consideración: el caso de Alfie ha sido noticia por la resistencia opuesta a los jueces por los padres al juez, una resistencia sacrosanta opuesta por padres católicos. ¿Cuántos alfies, cuántos niños cada día en Inglaterra, en el mundo, son abandonados a su suerte por padres que se doblegan ante las leyes injustas de los estados carniceros del mundo contemporáneo?
(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe)