Una instalación llena de colorido con un enorme cartel de luz de neón delante del altar y un Cristo-reloj, colgado boca abajo hacia el suelo con sus brazos crucificados sirviendo de agujas de reloj. Podría ser la enésima provocación dentro de cualquier espacio artístico contemporáneo a la búsqueda de publicidad, pero, por el contrario, nos encontramos nada menos que en el interior de la Catedral de San Jacobo de Innsbruck y en la Spitalkirche zum Heiligen Geist, la histórica iglesia del Hospital de la capital del Tirol septentrional.
Las obras, que podrán ser visitadas durante el período litúrgico de la Cuaresma, fueron realizadas por el artista austríaco Manfred Erjautz y fueron directa y personalmente encargadas por el Obispo de la diócesis local, Hermann Glettler, más conocido como el obispo-artista y, por ello, responsable del área “Arte y cultura” junto a la Conferencia Episcopal Austríaca.
Lo que existe entre Glettler y Erjautz es una sociedad artística con experiencia y “afortunada” puesto que, ya en el 2004, cuando el actual Obispo de Innsbruck aún era párroco en Graz, el insólito dúo había ganado las primeras páginas de los diarios y de las revistas artísticas por haber realizado una sesión fotográfica en la cual Mons. Glettler se había inmortalizado revistiendo una “casulla en PVC”.
Una “obra” que, por su gran “valor artístico”, había incluso terminado en la portada del catálogo artístico 2018 del museo benedictino de la Abadía austríaca de Admont. Además de ser conocido por ser el autor del paramento sacerdotal en cloruro de vinilo, Erjautz lo es también por haber realizado, siempre en el 2004, una cruz hecha de ladrillos marca LEGO, cubierta por un camioncito en lugar del cuerpo de Jesús, que fue instalada sobre el altar de la Jesuiten kirche (Iglesia de los Jesuitas de Viena) con el objetivo artístico declarado de dar un toque de “jocosidad”, relativizando la seriedad y la sacralidad de la ceremonia litúrgica.
El empeño del Obispo de Innsbruck para promover el arte moderno (blasfemo) dentro de los espacios sagrados continuó en los años siguientes. Antes de ser nombrado Obispo de la capital tirolesa por el Papa Francisco el 27 de septiembre de 2017, Glettler de hecho se distinguió en el 2014 por sus “dotes artísticos” a través de una muy particular muestra artística titulada Wounded Light, que representaba una interpretación en clave moderna de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
Mientras tanto, hace unos pocos meses, en octubre de 2018, el Obispo tirolés confirmó su papel de mecenas del arte contemporáneo sacrílego al dar su anuencia a que se colocara sobre la fachada de la Catedral de San Jacobo la frase escrita en letras grandes: “Hasta que Dios tenga la barba yo seré feminista”. Una iniciativa de la artista austríaca Katharina Cibulka vuelve a tener en la mira, de acuerdo con el dictamen politically correct de la moderna agenda de género, los principales símbolos institucionales de cuño “patriarcal”.
Los montajes de arte contemporáneo dentro de los espacios sagrados, promovidos por el Obispo de Innsbruck, forman parte de una estrategia muy precisa que ve en el arte, poco importa si blasfemo, un moderno instrumento de evangelización. El 13 de marzo de 2019, invitado por la Catholic Private University de Linz a dictar una conferencia bajo el título Por un plus de vitalidad: una contribución a la misión cultural actual de la Iglesia, Glettler de hecho dejó claro su propio pensamiento en la materia, explicando como la misión de la Iglesia moderna consiste en hacer suyo el espíritu del Concilio Vaticano II, entendido como un cambio de paradigma que lleva a una transformación de la misma Iglesia de rígido lugar de conservación a un fluido lugar de innovación y apertura al otro y al diferente.
En esa perspectiva, el Cristo-reloj colocado boca abajo en el interior de la histórica catedral de Santiago, principal lugar de culto católico de la ciudad de Innsbruck, revela la hora dramática de la Iglesia Católica en nuestros días, ofendida e invertida por obra de sus mismos pastores.
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