Del mismo modo que es importante denunciar las posturas erróneas y heterodoxas de tantos obispos y sacerdotes, también es importante destacar las buenas posturas tomadas por muchos otros prelados y sacerdotes que se oponen a la deriva teológica e inmoral de una buena parte del clero. Por esta razón leí y comentéo el reciente documento del cardenal holandés Eijk, y hoy voy a comentar el documento que han publicado los obispos kazajos, con motivo del quincuagésimo aniversario de la encíclica Humanae vitae, mediante la cual Pablo VI confirmó la doctrina del Magisterio inmutable de la Iglesia en relación a la transmisión de la vida humana.
Los obispos y ordinarios de Kazajistán han aprovechado la ocasión para honrar la memoria, la perenne importancia de dicha encíclica como carta pastoral inatacable porque se basa en una serie de citas de pontífices, algunas de las cuales voy a leer. En la encíclica Humanae vitae de 1968, a pesar de las grandes presiones mediáticas y al interior de la Iglesia, Pablo VI reiteró la prohibición de la regulación artificial de nacimientos. Y es una medida importante que recuerdan los obispos de Kazajistán: «Hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas. Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer; queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación.»
Hasta aquí las clarísimas palabras de Pablo VI. Por su parte, Juan Pablo II, en un discurso de 1983 citado por los obispos de Kazajistán, agrega: «Cuando, mediante la contracepción, los esposos quitan a la práctica de su sexualidad conyugal la potencial capacidad procreativa, ellos se arrogan un poder que sólo pertenece a Dios: el poder de decidir en última instancia la venida a la existencia de una persona humana. Ellos se arrogan el atributo de ser no los cooperadores del poder creativo de Dios, sino los depositarios últimos de la vida naciente humana. En esta perspectiva, la contracepción debe ser considerada objetivamente, tan profundamente ilícita que no puede nunca, por ninguna razón, ser justificada»
También en este caso las palabras de Juan Pablo II son sumamente diáfanas. El mismo Papa expresó también lo siguiente: «Muchos piensan que la enseñanza cristiana, aunque verdadera, no es viable, al menos en determinadas circunstancias. Como la Tradición de la Iglesia ha enseñado siempre, Dios no nos manda nada que sea imposible, sino que cada mandamiento también lleva aparejada la gracia que ayuda a la libertad humana a cumplirlo. La oración constante, el recurso frecuente a los sacramentos y el ejercicio de la castidad conyugal son necesarios.»
El papa Juan Pablo II es claro: la ley moral nunca es imposible de practicar. Dios sabe muy bien lo que hace. No ha dado al hombre una ley absoluta y universal que en algunos casos no se pueda cumplir.
Y Benedicto XVI, en un discurso a la Pontificia Universidad Lateranense, con ocasión del cuadragésimo aniversario de la
Humanae vitae hace diez años, el 10 de mayo de 2008, lo reitera: «La carta encíclica
Humanae vitae constituye un significativo gesto de valentía al reafirmar la continuidad de la doctrina y de la tradición de la Iglesia. […] Esa doctrina no sólo sigue manifestando inmutable su verdad; también revela la clarividencia con la que se afrontó el problema. […] Lo que era verdad ayer, sigue siéndolo también hoy. La verdad expresada en la
Humanae vitae no cambia; más aún, precisamente a la luz de los nuevos descubrimientos científicos, su doctrina se hace más actual e impulsa a reflexionar sobre el valor intrínseco que posee.»
Como se ve, no hay lugar a la menor posibilidad de relectura de la encíclica Humanae vitae con miras a anular la doctrina y en particular el pasaje en el que se prohíbe tajantemente toda posibilidad de recurrir a la contracepción artificial. La ley divina impresa en nuestra conciencia no es un ideal superado e irrealizable. La vida cristiana que con la ayuda de Dios es posible para todo bautizado.
El documento publicado por la diócesis de Astaná (Kazajistán) porta una fecha significativa: 13 de mayo, fiesta de Nuestra Señora de Fátima. Está suscrito por los siguientes prelados, que nombramos a continuación para honrarlos:
José Luis Mumbiela Sierra, obispo de la diócesis de la Santísima Trinidad de Almatý y presidente de la Conferencia Episcopal católica de Kazajistán
+ Tomash Peta, arzobispo metropolita de la arquidiócesis de María Santísima de Astaná
+ Adelio Dell’Oro, obispo de Karagandá
+ Athanasius Schneider, obispo auxiliar del archidiócesis de María Santísima de Astaná
Rvdo. P. Dariusz Buras, administrador apostólico de Atirau
Rvdo. presbítero mitrado Vasyl Hovera, delegado de la Congregación para las Iglesias Orientales para los fieles greco-católicos de Kazajistán y Asia Central
Antes, manifestar fidelidad al Magisterio inmutable de la Iglesia era algo lógico, que se daba por sentado; pero hoy en día ya no. Por esta razón, consideramos importante honrar a estos prelados mencionándolos por su nombre.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe)