El espíritu de Asís frente a San Francisco de Asís

Nota del editor: El viernes 4 de octubre de 2019, en la fiesta de San Francisco de Asís, tuvo lugar una «ceremonia de oración» en los Jardines del Vaticano durante la cual «se plantó un árbol de Asís como un símbolo de ecología integral, para consagrar el Sínodo sobre la Amazonía a San Francisco”, según la declaración oficial del Vaticano sobre el evento. Durante esta ceremonia, como informó la Agencia Católica de Noticias, “un grupo de personas, incluyendo algunas amazónicas con sus trajes rituales, así como otras personas  en ropa laica y un hermano franciscano, se arrodillaron e hicieron una reverencia en un círculo alrededor de las imágenes de dos mujeres embarazadas …  en la presencia del Papa y los miembros de la curia «. Las imágenes del evento, transmitidas por Vatican News, están disponibles a continuación:

Catholic Sat
@CatholicAat
Puedo confirmar que este es un ritual pagano de fertilidad, con los líderes indígenas adorando a dos ídolos de una diosa de la fertilidad de la tierra, que se puede ver en el medio del círculo. Luego se presenta un ídolo al Papa Francisco al final del clip.
@CatholicAat

Esta mañana en los Jardines del Vaticano, los líderes indígenas del Amazonas ofrecieron oraciones por la Tierra. El Papa Francisco consagró el próximo Sínodo Pan-Amazónico a San Francisco de Asís. #SinodoAmazonico.

A pesar de los esfuerzos que han hecho algunos para explicar que las estatuas desnudas esculpidas en madera representaban a Nuestra Señora y a santa Isabel (la Visitación), Getty Images (que tenía un fotógrafo en el evento) describe las figuras de madera cono representaciones de Pachamama (la “Madre Tierra”), confirmando así la naturaleza pagana del ritual realizado como preparación del Sínodo Pan amazónico (del 6 al 27 de octubre de 2019).

Esta escandalosa exhibición ha sido la última manifestación del “espíritu de Asís”, una frase acuñada por el Papa Juan Pablo II tras su infame “Día Mundial de Oración en Asís” (27 de octubre de 1986), cuyo propósito fue rezar por la paz, “que no es el resultado de negociaciones, compromisos políticos o regateos económicos”, dijo Juan Pablo II al abrir el evento, sino “el resultado de la oración, que en la diversidad de religiones expresa una relación con un poder supremo que supera nuestras capacidades humanas.” (Nótese la frase “la diversidad de religiones”, que se encuentra también en el Documento por la Fraternidad Humana firmado por el Papa Francisco el 4 de febrero de 2019.)

El historiador católico Henry Sire resume de la siguiente manera el ambiente que se respiraba en aquella ocasión (Asís, Italia, 27 de octubre de 1986):

“En este encuentro, bajo la presidencia del Papa, representantes de muchas iglesias cristianas, junto a un surtido de lamas hindúes y tibetanos, bonzos japoneses, adoradores de serpientes tribales, y animistas de todo tipo ejecutaron sus ritos respectivos  .  .  .  Durante un día, la ciudad de San Francisco fue entregada a demostraciones de adoración pagana. El cardenal Silvio Oddi informó que un grupo de budistas entró en la iglesia de San Pietro, colocó una estatua de Buda en el tabernáculo del altar, y la veneró rezando oraciones con pergaminos y con incienso; cuando un sacerdote benedictino protestó por el sacrilegio, fue alejado por la policía. (1)

Acontecimientos similares se celebraron en Asís en el año 2002 bajo Juan Pablo II (conocidos como Asís II) y de nuevo en el año 2011 bajo Benedicto XVI (Asís III).

A la luz del heterodoxo “espíritu de Asís”, que fue introducido por Juan Pablo II y permanece bien vivo bajo Francisco, Catholic Family News ofrece a los lectores el siguiente y clásico artículo escrito por John Vennari (RIP) que fue publicado originalmente en la edición en papel en el mes de abril del año 2002. Como demuestra John de forma aplastante, el falsamente ecuménico e interreligioso “espíritu de Asís” es la auténtica antítesis del verdadero San Francisco de Asís, un católico firme que llamó a todos los hombres – incluso al Sultán Islámico de Egipto – a que se convirtieran a la única verdadera fe para la salvación. ¡Que el auténtico San Francisco de Asís interceda por la Iglesia Militante en la tierra y obtenga su liberación del falso “espíritu de Asís!” – Matt Gaspers, Managing Editor.

***

Cada día es más obvio que, dentro de la Iglesia, desde el Concilio hacia acá, estamos en la edad de los eslóganes: eslóganes vacíos, sin sentido que no tienen sustancia y que no transmiten la auténtica realidad de lo que realmente se promociona.

Estamos familiarizados con eslóganes como: la promesa de una “nueva primavera”, una “civilización del amor”, un “nuevo Pentecostés”, y ahora una nueva orientación llamada “el espíritu de Asís”. (2)

En una reciente conferencia titulada “El Nuevo Pentecostés frente al Auténtico Pentecostés”, expliqué que la única manera en la que podríamos hablar de un “nuevo Pentecostés” sería comparándolo con el auténtico Pentecostés tal como se recoge en los Hechos de los Apóstoles. Describí punto por punto cómo el llamado “nuevo Pentecostés” no se puede comparar con el primer Pentecostés, especialmente en lo que se refiere a la conversión de los judíos. Frecuentemente, el llamado “nuevo Pentecostés” es lo opuesto  a lo que vemos en el auténtico Pentecostés.

Lo mismo pasa con el “espíritu de Asís”, un término que no se había empleado antes y que se ha puesto de moda recientemente en círculos católicos.  Dicho término invoca automáticamente la idea de que tiene una relación con San Francisco de Asís.

¿Qué tiene que ver el “espíritu de Asís” con San Francisco de Asís?

¡Nada! De hecho, son espíritus contradictorios.

En un contexto católico no es posible tener un “espíritu de Asís” que esté disociado de San Francisco de Asís. Pero así de disociado es como está el pan-religioso “espíritu de Asís.” Esto es algo que San Francisco de Asís habría mirado con absoluto horror.

El “espíritu de Asís” iniciado en el año 1986 incluye a católicos, protestantes, ortodoxos, judíos, musulmanes, animistas, hindúes, zoroastranos, brujos, y otros que se reúnen en un mismo sitio (habitualmente una iglesia católica) para rezar por la paz. La oración católica al Dios verdadero, junto a miembros de religiones falsas y paganas rezando a sus falsos dioses.

¿Podría haber algo más contrario al espíritu de San Francisco de Asís? ¿Se puede poner la verdadera religión de Jesucristo al mismo nivel que los credos falsos?

En relación con las religiones no cristianes, la Sagrada Escritura enseña que “todos los dioses de las naciones son demonios” (Salmo 95;5). En relación con las religiones heréticas, san Pablo nos dice que los credos falsos son las “doctrinas de los demonios” (1 Tim, 4:1). De esta manera, la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición prohíben a los católicos mantener una camaradería religiosa con las religiones falsas. (3)

San Francisco: Caballero de la Iglesia Militante

San Francisco de Asís estaba firmemente comprometido con la verdad de que “fuera de la Iglesia Católica no hay salvación.” Él no era un apóstol del diálogo según la Gaudium et Spes. Era un apóstol de Cristo que predicaba el Evangelio:

1. Por la salvación de aquellas almas que ya eran católicas pero se habían alejado del ideal evangélico, y

2. Por la salvación de los infieles y no creyentes, quienes él sabía que se perderían si no se abrazaban a Cristo y a su única y verdadera Iglesia católica.


Su biógrafo, Fr. Cuthbert, OSFC, escribió en el año 1916 que San Francisco fue impaciente con los entrometidos y heréticos hasta el final. (4)

De hecho, San Francisco dirigió duras palabras a aquellos que no aceptaban la verdad católica. No habló en términos vagos sobre las “semillas de verdad que se encuentran en todas las religiones.” Ni anunció su famoso viaje para predicar a los musulmanes como “una invitación al diálogo entre las grandes religiones monoteístas al servicio de la familia humana.” (5)

Nada de eso. Él predicó a quienes no eran católicos de la necesidad de convertirse a la única y verdadera Iglesia de Cristo para su salvación.

En una de sus más antiguas Admonitiones (Adminiciones) a los Hermanos de su Orden, San Francisco dijo lo siguiente en relación con quienes no aceptan la verdad católica:

“Todos aquellos que han visto a Jesús en la carne pero no le han visto después en el Espíritu y en su Divinidad, y no han creído que Él era verdaderamente el Hijo de Dios, están sentenciados. También están sentenciados quienes ven el Sacramento del Cuerpo de Cristo, que es consagrado en el altar con las palabras del Señor por la mano del sacerdote en la forma de pan y vino, pero no ven en ello el Espíritu y la Divinidad y no han creído que eso es realmente el sagrado Cuerpo y la sagrada Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.” (6)

Así, aquellos que tratan de retratar a San Francisco de Asís como un apóstol del nuevo estilo de diálogo del concilio Vaticano II y del ecumenismo sencillamente no están diciendo la verdad. Especialmente cuando el ecumenismo de hoy, del que el “espíritu de Asís” es su elemento más radical, no busca la conversión de quienes no son católicos a la única y verdadera religión, sino que solamente busca trabajar conjuntamente con todas las religiones en una “diversidad reconciliada” para la “mejora de la familia humana,” (7) No hay contraste más chocante con este nuevo y afeminado ecumenismo, que el encuentro de san Francisco con el Sultán, y el celo misionero de sus monjes entre los musulmanes.

San Francisco frente al Islam

En torno a 1219, después del Capítulo General de la Orden, San Francisco decidió emprender una misión dirigida a los mahometanos de Egipto, cuando también se estaba llevando a cabo una Cruzada.

Durante un tiempo, se quedó San Francisco con la Armada Cristiana, y después se dirigió a líneas musulmanas. Una vez fuera de la protección de los soldados cristianos fue hecho prisionero por los soldados musulmanes. Francisco dijo a estos soldados que deseaba predicar a Cristo ante el Sultán, que le permitió penetrar en su campamento.

Cuando le presentaron ante el Sultán, san Francisco dijo: “Soy enviado por el Altísimo Dios para enseñarte a ti y a tu pueblo el camino de la salvación anunciándote las verdades del Evangelio.” (8) Y cuando San Francisco habló, el Sultán se sintió muy atraído por la fuerza de sus palabras. Tanto, que invitó a San Francisco a quedarse con él.

“Lo haré voluntariamente,” replicó San Francisco, “si tú y tu pueblo os convertís a Cristo.” (9)

A continuación, San Francisco lanzó su famoso desafío diciendo: “Si aún dudas entre Cristo y Mahoma, ordena que enciendan un fuego y yo entraré en él con tus sacerdotes para que puedas ver cuál es la verdadera Fe.” (10) El Sultán no estaba dispuesto a permitir este juicio del fuego, así que San Francisco pidió permiso para partir. Y el Sultán ordenó que fuese escoltado con cortesía hasta su campamento.

Mientras esto estaba sucediendo en Egipto, había cinco apasionados frailes franciscanos  que estaban levantando una polvareda tan grande en el musulmán Marruecos que fueron condenados a muerte. Sus nombres son: hermanos Bernardo, Ortho, Pietro, Accurso y Aduto.

Primero habían ido a España, a la musulmana Sevilla. Por intentar predicar el Evangelio allí, fueron azotados, encerrados en prisión y expulsados de aquel reino. Entonces fueron a Marruecos para intentar convertir a los infieles. Cuando llegaron, no se conformaron con predicar en las calles, sino que fueron a la mezquita y desde dentro de la propia mezquita denunciaron a Mahoma. (11)

Los monjes fueron detenidos, encerrados y azotados, pero todo esto no hizo disminuir su celo. Mientras estaban en la prisión intentaron una y otra vez convertir a sus guardianes.

Los gobernantes de Marruecos trataron de encontrar una salida diplomática a esta situación y arreglaron las cosas para que estos apasionados monjes fueran expulsados del país.

¿Cómo respondieron los cinco monjes franciscanos? El Padre Cuthbert lo describe así: “Los cinco monjes no entendían nada de diplomacia y no tenían un temperamento que les llevara a vivir y dejar vivir. A sus ojos, Mahoma era enemigo de Cristo, y las almas de este pueblo eran legítimos deshechos para su Divino Redentor. Abandonar su misión sería un traidor abandono a la  fidelidad debida a su Salvador.” (12)

En la primera oportunidad que tuvieron se escaparon de sus guardianes. Inmediatamente regresaron a la ciudad y frente a la mezquita animaban a los fieles a renunciar a Mahoma y aceptar a Cristo.

Fueron apresados, encerrados en la cárcel y torturados. Mientras estaban sufriendo los tormentos, los carceleros prometían a los frailes que se les dejaría con vida y se les entregarían regalos si renunciaban a Cristo y aceptaban a Mahoma.

Los frailes respondían con alabanzas a Nuestro Señor, y metían prisa a sus torturadores para que renunciaran a Mahoma y aceptaran a Jesucristo.

Los musulmanes respondieron cortando la cabeza a cada fraile y arrojando sus cuerpos fuera de las murallas para que fueran devorados por los perros. Un dignatario portugués organizó una operación en secreto para rescatar los cuerpos de los frailes. Estos se llevaron a Portugal, donde, con gran reverencia, fueron colocados en la Iglesia de los Canónigos Regulares (Agustinos) en Coimbra.

Entre todas las personas que acudieron a honrar y rezar a los mártires franciscanos, había un joven canónigo que se sintió arrebatado por el celo y el amor a Cristo que ardía en esos frailes. Salió en busca de un convento franciscano y suplicó ser admitido en la Orden.

A este joven agustino, que se convirtió en franciscano, le conocemos ahora por el nombre de San Antonio de Padua, el Hacedor de Milagros, a quien los católicos honran con el título de Martillo de Herejes.

En cuanto a San Francisco, ¿qué pensó de estos cinco frailes que entraron en una mezquita y denunciaron a Mahoma desde dentro del lugar sagrado de los propios musulmanes, que apremiaron a los mismos musulmanes para que por su propia salvación no siguieran al falso profeta Mahoma? ¿Organizaría el siguiente 12 de marzo una gran disculpa por la falta de sensibilidad de sus frailes por no comprender que los “musulmanes, junto con nosotros, adoramos al mismo Dios”?

¡No! San Francisco gritaría en un arrebato de gratitud al Cielo: “Ahora puedo en verdad decir que tengo cinco hermanos.” (13)

¡Este es el verdadero espíritu de Asís!

[1] H.J.A. Sire, Phoenix from the Ashes (Kettering: Angelico Press, 2015), p. 383.

[2] Este corto artículo es un resumen de un discurso más extensor del autor.

[3] Para conocer las referencias en la Escritura, ver Bishop George Hay, CRFN, “Ecumenism Condemned by Sacred Scripture,” Catholic Family News, May 1996 (reprint No. 292). El más completo resumen del Magisterio condenando el ecumenismo está en el Papa Pius XI’s 1928 Encyclical Mortalium Animos, “Fomentando la auténtica unidad cristiana”.

[4] Cuthbert, Life of Saint Francis of Assisi (New York: Longmans, Green and Co., 1916), p. 12.

[5] Desgraciadamente, esta es una cita directa del Papa Juan Pablo II. Ver “En peregrinación al Monte Sinaí,” Origins, March 9, 2000. En relación con el decepcionante compromiso de Juan Pablo II con las novedades ecuménicas, Fr. Joseph de Sainte Marie, quien fue teólogo e hijo leal al Papa, emitió esta advertencia en un lamento con el corazón roto: “Hoy en día, y este es uno de los signos más evidentes de del carácter extraordinariamente anormal del actual estado de la Iglesia, es muy frecuente el caso en que los actos de la Santa Sede nos exigen prudencia y discernimiento” (citado de Apropos, Isle of Skye, Scotland, No. 16, 1994, p. 5).

[6] Admonitio prima de Corpore Christi (Quaracchi edition, p. 4), citado en Johannes Jorgensen, St. Francis of Assisi (New York: Longmans, Green and Co., 1912), p. 55.

[7] Un ejemplo entre muchos: el cardinal Walter Kasper, nombrado por el Papa Juan Pablo II Prefecto del Consejo Pontificio Vaticano para la Promoción de la Unidad Cristiana, dijo recientemente, “Hoy ya no entendemos el ecumenismo como un sentido de regreso, según el cual, los otros serían “convertidos” y “volverían a ser católicos”. Esta idea se abandonó de forma expresa en el Concilio Vaticano II.”(Adisti, February 26, 2001). La traducción inglesa citada es de, “Where Have They Hidden the Body,” by Christopher Ferrara. Ver también Iota Unum, chap. 35, donde Romano Amerio demuestra que convertir a los que no son católicos a la única y auténtica Iglesia no es el objetivo del ecumenismo que se practica hoy.

[8] Lives of Saints, “Saint Francis of Assisi” (John J. Crawley & Co.,1954).

[9] Cuthbert, Life, p. 280.

[10] Lives of Saints, John J. Crawley & Co.

[11] Cuthbert, Life, p. 283.

[12] Ibid., p. 284.

[13] Ibid., p. 285.

John Vennari

John Vennari fue editor de Catholic Family News desde 1994 hasta su muerte de cáncer el 4 de abril de 2017. Su misión fue la de enseñar a reconocer y resistir los perniciosos errores del modernismo, especialmente desde el concilio Vaticano II. En relación con esta misión, fue un celoso apóstol de Nuestra Señora de Fátima, colaborando estrechamente con el Padre Nicholas Gruner (1942-2015).

(Traducción AMGH. Artículo original)

Del mismo autor

El abuso de la imposición de la comunión en la mano bajo el manto del virus

A causa de la pandemia del covid-19 en numerosas diócesis de...

Últimos Artículos

La Semana Santa no es momento de playa ni diversiones

https://youtu.be/ZBsa00JGhcE?si=UDriQzFjW7m7hccQ Padre Michel Boniface, FSSPX

 “Et Verbum caro factum est”

I. El 25 de marzo la Liturgia de la...