Cuantos recuerdos lúgubres de nuestro finado abuelito entristecieron los días que permanecimos en este ranchito, tan alegre y recreativo cuando estaba cuidado por su anciano dueño. Con razón los santos desprecian todo lo terreno; pues las alegrías de hoy serán mañana punzantes recuerdos que dirán al alma: ‘Infeliz, pensabas que siempre gozarías de nosotros; pero no; tu pronto morirás; es preciso, pues, busques bien en la eternidad.
Dirás: y este ¿en qué anda preocupado?
Pide a Dios que sea un mártir. Tomás de la Mora
(Niño mártir de Colima)
Hoy me propongo a tratar un tema que es necesario que recordemos: el martirio. Y ¿qué es el martirio? Podemos preguntarnos, el martirio es amar y defender la fe con la vida hasta la muerte, o como dice Kempis en De Imitatione Christi “tota vita Christi crux fuit et martyrium” San Cipriano dice: “Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mientras luchamos por la fe. Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronado por Cristo”
Uno ha de vivir esforzado por andar de continuo en la santidad delante del Señor. A Él sólo debemos servir y adorar, a nadie más. No podemos doblegar nuestra voluntad cuando quien nos la pide no ha doblegado la suya a Dios. Aquí podemos considerar dos ejemplos, cosa bien distinta es el monje, que obedece a su Abad cuando le manda cumplir esta o aquella parte de la regla, a someterse a aquél general que nos manda renunciar a Cristo y a su Iglesia so pena de muerte. Mártir en griego significa testigo. El mártir cristiano ¿de quién es testigo? Del amor del Buen Dios y de la veracidad de su Iglesia. El mártir es el que testifica con su vida lo que cree con el corazón. Es necesario creer en Dios y creerle a Dios. Creer con la cabeza es fácil como lo hacen muchos historiadores, arqueólogos, filósofos, etc. Pero creer con el corazón solamente los santos. Y la santidad no es algo tan difícil de alcanzar, realmente es muy sencillo, sólo es cuestión de someter nuestra voluntad que desea los placeres y los amores mundanos para que conozca al amor de los amores. El mártir es aquel que ha sentido el amor del Buen Dios como decía el Santo Cura de Ars “el hombre creado por amor no puede vivir sin amor: o ama a Dios o ama al mundo” entonces solo aquel que ama a Dios, hasta en lo más profundo de su corazón es el que es capaz de amar a Dios, a su Iglesia y a sus hermanos. Es el que sabe consumar su vida en Dios porque sabe que fue creado por Él y ha de volver a Él.
Dios los bendiga.
Nicolás Castro