El escándalo del silencio

Los cuatro cardenales firmantes de las dubia con relación a la exhortación Amoris laetitia han dado a conocer por medio del blog del vaticanista Sandro Magister, una solicitud de audiencia que el cardenal Carlo Caffarra dirigió al Papa el pasado 25 de abril y que, como las dubia, ha recibido la callada por respuesta. El deliberado silencio del Papa Francisco –que incluso recibe en Santa Marta a personalidades mucho menos trascendentes para hablar de problemas mucho menos importantes para la vida de la Iglesia– es lo que ha motivado la publicación del documento.

En la solicitud filial de audiencia, los cuatro cardenales (Brandmüller, Burke, Caffarra y Meisner) declaran que habrían preferido explicar al Sumo Pontífice los motivos de las dubia y exponer la situación de grave confusión y desconcierto que atraviesa la Iglesia, sobre todo en lo que respecta a los pastores de almas e, in primis, los párrocos. De hecho, «ya ha transcurrido un año desde la publicación de Amoris laetitia, «y en este periodo se han publicado ciertas interpretaciones de algunos pasajes obviamente ambiguos de la exhortación postsinodal, no divergentes, sino contrarios al Magisterio permanente de la Iglesia. A pesar de que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha declarado en distintas ocasiones que la doctrina de la Iglesia no ha cambiado, han aparecido numerosas declaraciones individuales de obispos, cardenales y hasta conferencias episcopales que aprueban lo que el Magisterio de la Iglesia no ha aprobado nunca. No sólo el acceso a la Santa Eucaristía de quienes objetiva y públicamente viven en una situación de pecado grave y quieren permanecer en ella, sino también una concepción de la conciencia moral contraria a la Tradición de la Iglesia. Y así, lo que sucede –¡qué dolor es constatarlo!– es que lo que es pecado en Polonia es un bien en Alemania, lo que está prohibido en la archidiócesis de Filadelfia es lícito en Malta, etcétera. Nos recuerda la amarga constatación de Blas Pascal: “Justicia en este lado de los Pirineos, injusticia en el otro; justicia en la orilla izquierda del río, injusticia en la orilla derecha”».

No hay escándalo ni rebelión en el hecho de que colaboradores del Papa le pidan una audiencia privada y describan en dicha solicitud con toda franqueza, y al mismo tiempo objetividad, la división que día a día se extiende por la Iglesia. El escándalo está en la negativa del Sucesor de san Pedro a escuchar a quien le pide que lo reciba. Y más cuando el papa Francisco ha querido hacer de la  acogida la marca de su pontificado, afirmando en una de sus primeras homilías en Santa Marta (25 de mayo de 2013) que «los cristianos que piden no deben encontrar las puertas cerradas». ¿Por qué se niega a recibir en audiencia a cuatro cardenales que no han hecho otra cosa que cumplir con su deber de consejeros del Papa?

Las palabras de los cardenales en cuestión tienen un tono filial y respetuoso. Cabe suponer que su intención ha sido discernir mejor, en una audiencia privada, las intenciones y planes del papa Francisco y dirigir, en caso necesario, al Sumo Pontífice una corrección filial in camera caritatis (en privado y respetuosa). El silencio del Papa es obstinado y desconsiderado, y su persistencia revela la postura de quien avanza con determinación por el camino que se ha trazado. En vista de la imposibilidad de hacer una corrección privada, dada la inexplicable negativa a conceder una audiencia, los cardenales deberán también avanzar con decisión por la vía emprendida, si quieren evitar que en la Iglesia resuene más el silencio que sus palabras.

A continuación, la carta del cardenal Carlo Caffarra al Papa:

«NUESTRA CONCIENCIA NOS IMPULSA…»

Beatísimo Padre:

Es con cierta trepidación que, en estos días del tiempo pascual, me dirijo a Su Santidad y lo hago en nombre de Sus Eminencias los Cardenales Walter Brandmüller, Raymond L. Burke, Joachim Meisner y mío personal.

Deseamos, ante todo, renovar nuestra absoluta dedicación y nuestro amor incondicional a la Cátedra de Pedro y a Su Augusta persona, en la que reconocemos al Sucesor de Pedro y Vicario de Jesús: el «dulce Cristo en la tierra», como amaba decir Santa Catalina de Siena. No nos pertenece lo más mínimo la postura de quienes consideran que la Sede de Pedro está vacante, ni de quienes quieren atribuir a otros la indivisible responsabilidad del «munus» petrino. Nos mueve sólo la conciencia de la grave responsabilidad proveniente del «munus» cardenalicio: ser consejeros del Sucesor de Pedro en su soberano ministerio. Y del Sacramento del Episcopado, que «os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo» (Hch 20, 28).

El 19 de septiembre de 2016 le entregamos a Su Santidad y a la Congregación para la Doctrina de la Fe cinco «dubia», pidiéndole que disipara las incertezas y clarificara  algunos puntos de la Exhortación Apostólica post-sinodal «Amoris Laetitia».

No habiendo recibido respuesta alguna por parte de Su Santidad, hemos decidido solicitarle, con respeto y humildad, audiencia juntos si le parece bien a Su Santidad. Adjuntamos, como es la praxis, una Hoja de Audiencia  en la que exponemos los dos puntos sobre los que deseamos conversar con Usted.

Beatísimo Padre:

Ya ha transcurrido un año desde la publicación de «Amoris Laetitia». En este periodo se han publicado ciertas interpretaciones de algunos pasajes obviamente ambiguos de la Exhortación post-sinodal, no divergentes de, sino contrarios al Magisterio permanente de la Iglesia. A pesar de que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha declarado en distintas ocasiones que la Doctrina de la Iglesia no ha cambiado, han aparecido numerosas declaraciones individuales de obispos, cardenales e incluso conferencias episcopales que aprueban lo que el Magisterio de la Iglesia no ha aprobado nunca. No sólo el acceso a la Santa Eucaristía de quienes objetiva y públicamente viven en una situación de pecado grave y quieren permanecer en ella, sino también una concepción de la conciencia moral contraria a la Tradición de la Iglesia. Y, así, lo que sucede -¡qué dolor es constatarlo!- es que lo que es pecado en Polonia es un bien en Alemania, lo que está prohibido en la Archidiócesis de Filadelfia es lícito en Malta. Etcétera. Nos recuerda la amarga constatación de B. Pascal: «Justicia en este lado de los Pirineos; injusticia en el otro; justicia en la orilla izquierda del río, injusticia en la orilla derecha».

Numerosos laicos competentes, profundamente amantes de la Iglesia y firmemente fieles a la Sede Apostólica, se han dirigido a sus pastores y a Su Santidad para ser confirmados en la Santa Doctrina en relación a los tres sacramentos del Matrimonio, la Confesión y la Eucaristía. Y, precisamente en estos días, en Roma, seis laicos procedentes de cada continente han propuesto un seminario de estudio que ha tenido bastante participación, con el significativo título: «Aportar claridad».

Ante esta grave situación, que está dividiendo a muchas comunidades cristianas, sentimos el peso de nuestra responsabilidad, y nuestra conciencia nos impulsa a pedirle humilde y respetuosamente audiencia.

Pedimos a Su Santidad que se acuerde de nosotros en sus oraciones, como nosotros le aseguramos que haremos en las nuestras. Y le pedimos el don de Su Bendición Apostólica.

Carlo Card. Caffarra

Roma, a 25 de abril de 2017
Fiesta de San Marco Evangelista»

Roberto de Mattei

(Traducido por J.E.F)

Roberto de Mattei
Roberto de Matteihttp://www.robertodemattei.it/
Roberto de Mattei enseña Historia Moderna e Historia del Cristianismo en la Universidad Europea de Roma, en la que dirige el área de Ciencias Históricas. Es Presidente de la “Fondazione Lepanto” (http://www.fondazionelepanto.org/); miembro de los Consejos Directivos del “Instituto Histórico Italiano para la Edad Moderna y Contemporánea” y de la “Sociedad Geográfica Italiana”. De 2003 a 2011 ha ocupado el cargo de vice-Presidente del “Consejo Nacional de Investigaciones” italiano, con delega para las áreas de Ciencias Humanas. Entre 2002 y 2006 fue Consejero para los asuntos internacionales del Gobierno de Italia. Y, entre 2005 y 2011, fue también miembro del “Board of Guarantees della Italian Academy” de la Columbia University de Nueva York. Dirige las revistas “Radici Cristiane” (http://www.radicicristiane.it/) y “Nova Historia”, y la Agencia de Información “Corrispondenza Romana” (http://www.corrispondenzaromana.it/). Es autor de muchas obras traducidas a varios idiomas, entre las que recordamos las últimas:La dittatura del relativismo traducido al portugués, polaco y francés), La Turchia in Europa. Beneficio o catastrofe? (traducido al inglés, alemán y polaco), Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta (traducido al alemán, portugués y próximamente también al español) y Apologia della tradizione.

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