El Papa Bergoglio recibe (y repetidamente) a Scalfari, recibe a Maradona, recibe a Paolo Brosio, recibe el cantante argentino, recibe al transexual español (con novia), recibe un mar de otras personas.
Pero no al marido y la hija de Asia Bibi, que están en Roma. Para ellos sólo un fugaz saludo después de la audiencia general en la Plaza de San Pedro, de pie, tras las barreras…
Una pobre mujer cristiana que se encuentra desde hace seis años en una celda oscura, con una espeluznante sentencia de muerte sobre sus hombros, sólo por ser cristiana, no merece tan pequeño gesto…
Tengo una palabra… y no es nada agradable. La tristeza de estos tiempos es interminable. Pero un día todos tendremos que comparecer ante el juicio de Dios.