Texto del Evangelio (Mc 1,40-45): En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».
Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.
PALABRA DE DIOS
Ese leproso es testimonio vivo de cómo hay que pedir los dones a Dios: «si quieres puedes curarme»…..con qué fe y humildad!!!!….¡qué diferencia cuando acudimos a Nuestro Señor con exigencias o negociaciones!!!!….eso sucede cuando al pedir a Dios lo hacemos con el «derecho» de que Él haga exactamente lo que queremos y que lo haga YA. Y, «pobre de Dios» si no lo concede, pues entonces nos rebelamos contra Él. Este evangelio muestra el modelo de oración rogativa: lo que pidamos a Dios sea siempre con una «coletilla»: Señor, dame «esto» siempre que sea bueno para la salvación de mi alma y dámelo CUANDO Tú quieras.
Fe y Humildad: sin ambas virtudes toda petición a Dios será egoísta y llena de soberbia.