El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
PALABRA DE DIOS
Zaqueo era publicano…., o sea, despreciable por lo que hacía (recaudar tributos para los romanos y además practicar la corrupción desde el fraude fiscal). Pero siente en su corazón, y conciencia, el paso de Jesús. Y desde ahí aprendemos de él:
– A buscar a Cristo (se sube a un árbol). A que nos de igual lo que los demás piensen de nosotros porque seamos cristianos. A vivir de cara a Dios y no de cara a la sociedad.
– A aceptar la invitación de Cristo (almuerzo en su casa). A que nos «arriesguemos» a que Dios entre en nuestras vidas para cambiarlas. A romper con la tibieza.
– A convertirse de corazón, tras aceptar a Cristo. Zaqueo se arrepiente y en su propósito de enmienda ya incluye actos concretos (restitución de lo robado y repartir sus bienes).
La conversión de Zaqueo no es EMOTIVA sino REAL. No hace propósitos genéricos sino concretos. Es una conversión VERDADERA.
Aprendamos de esta escena evangélica a NO JUZGAR a ninguna persona. Y a desear la conversión de todas. Para Dios nadie está del todo perdido….
ODIEMOS el pecado, si. Pero AMEMOS al pecador, empezando por procurar nuestra propia conversión.