Inicio CORRISPONDENZA ROMANA Franciscanos de la Inmaculada: cuando la resistencia paga

Franciscanos de la Inmaculada: cuando la resistencia paga

Franciscanos de la Inmaculada: cuando la resistencia paga

El 30 marzo ppdo., el Tribunal de Roma condenó a la Congregación de los Hermanos Franciscanos de la Inmaculada a cumplir con el acuerdo que, en su nombre, el entonces Comisario Apostólico, Padre Fidenzio Volpi (1940-2015), había firmado con los parientes del Padre Manelli, que lo habían demandado, conjuntamente con toda la Orden, para que respondiera por la difamación perpetrada en su perjuicio. Es otra batalla de la larga guerra, destinada a cancelar el intento de resurgimiento del franciscanismo, también en tiempos de crisis de la Iglesia.

La historia es larga y compleja, pero sin embargo nos permitimos recorrerla a grandes rasgos para conocimiento de los lectores. Ya a partir de 1965, el Padre Stefano Maria Manelli, un fraile de la Orden de los Frailes Menores Conventuales, nacido en Fiume el 1° de mayo de 1933, motivado por la invitación a redescubrir los carismas del fundador y a volver a las fuentes originales, dirigido a todos los religiosos por el decreto conciliar Perfectae Caritatis (28 de octubre de 1965), comenzó a meditar las Fuentes Franciscanas y los escritos de San Maximiliano María Kolbe (1894-1941). El 24 de diciembre de 1969 obtiene del entonces ministro general de los Frailes Menores Conventuales, Padre Basilio Heiser, la autorización de iniciar una experiencia de vida franciscana fundamentada en el retorno a la dureza de la pobreza inicial y a la espiritualidad del Padre Kolbe y la invitación a redactar un programa de vida: nace así, «Trayectoria mariana de vida franciscana». El 2 agosto de 1970, con el Padre Gabriele Maria Pellettieri, el único conventual que había aceptado seguirlo, entra en aquella que será la casa madre de los Franciscanos de la Inmaculada en Frigento (provincia de Avellino, Italia).

El florecimiento de vocaciones es inmediato, a tal punto que ya en 1971 es abierto el noviciado y en 1976 el estudiantado. Las características fundantes permanecieron las mismas: rigor, pobreza, oración, devoción mariana y estudio. Esto continúa atrayendo a jóvenes a un ritmo siempre creciente. El 22 de junio de 1990 llega el reconocimiento diocesano y el 1° de enero de 1998 el pontificio.

El Motu proprio «Summorum Pontificum» (7 de julio de 2007) del Papa Benedicto XVI marca un giro decisivo para el Instituto: junto con la profundización de la espiritualidad franciscana original, la cuestión litúrgica y el contacto con la Misa de siempre indujeron al Padre Manelli y a sus hijos espirituales a un redescubrimiento de la Tradición a tiempo completo, a tal punto que el Seminario de los Franciscanos de la Inmaculada organiza los días 16, 17 y 18 de diciembre de 2010 un importantísimo congreso sobre el Concilio Vaticano II, en el cual participan Monseñor Luigi Negri, entonces Obispo de San Marino-Montefeltro, el conocido teólogo Monseñor Brunero Gherardini (1925-2017), el Padre Rosario Sammarco (FI)1 -quien, para hacerse perdonar la intervención, se convertirá en uno de los más grandes colaboradores del Comisario- el Profesor Ignacio Andereggen, docente en la Gregoriana, el Profesor Roberto de Mattei, autor del ensayo histórico «El Concilio Vaticano II. Una historia nunca escrita», editado en aquel mismo año y vencedor el Premio Acqui Storia (2011), el historiador francés Yves Chiron, que hizo llegar un informe escrito, el Padre Paolo Siano (FI), gran estudioso de la Masonería, el Padre Giuseppe Fontanella (FI), Monseñor Atanasius Schneider, Obispo Auxiliar de Astana en Kazakhstan, el Padre Serafino Lanzetta (FI), profundo y brillante teólogo, no obstante su juventud, el teólogo Monseñor Florian Kolfhaus, de la Secretaría de Estado del Vaticano, Monseñor Agostino Marchetto, Monseñor Nicola Bux, el Cardenal Velasio De Paolis y el Padre Alessandro Apollonio (FI).

El Congreso, de altísimo nivel científico y absolutamente inatacable en sus contenidos, sacó a la luz algunas de las críticas al Concilio Vaticano II, aunque con matices y diversidad de tonos. Esto y la preferencia con respecto a la Santa Misa de siempre marcaron el comienzo de la persecución contra la joven Orden. El pretexto fue suministrado por cinco frailes (Antonio Santoro, Michele Iorio, Pierdamiano Fehlner, Massimiliano Zangheratti y Angelo Geiger), que recurrieron a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica contra la imposición, según, según ellos, del Vetus Ordo Missae, acusación, por otra parte, falsa.

El 6 de julio de 2012 la Congregación nombra Visitador Apostólico a Monseñor Vito, quien, sin embargo, no visita los conventos y no verifica la acusación, pero, de un modo, absolutamente no ritual e inusual, hizo completar a cada uno (1° noviembre de 2012) un cuestionario en el cual era solicitado una evaluación sobre la Santa Misa de siempre, con la clara intención de aterrorizarlos, haciéndoles comprender claramente que quienquiera que se hubiese declarado a favor de la elección del Padre Manelli en el redescubrimiento de la Tradición tendría la misma forma de persecución sufrida por el anciano Fundador, que era, ahora, aunque no de derecho, destituido de toda autoridad y de todo poder. (aquí, http://www.riscossacristiana.it/il-caso-dei-francescani-dellimmacolata-analisi-del-questionario-del-visitatore-apostolico-mons-vito-angelo-todisco-di-cristina-siccardi/). El libreto ya estaba escrito y el informe final también: no había, pues, ningún motivo para investigar.

El Visitador Apostólico, sobre la base del mencionado cuestionario escribe su informe, informe que “autoriza” a la Comisión para los religiosos investigar la Orden, con el Decreto del 11 de julio de 2013. El cuestionario, pues, no obstante la intimidación y el clima de terror instaurado por Monseñor Todisco, no brinda el éxito esperado (aquí, http://www.corrispondenzaromana.it/la-verita-sul-commisariamento-dei-francescani-dellimmacolata/), pero, obviamente, como en todo proceso político que se respete, se procede del mismo modo. Las violaciones del Derecho Canónico son enormes (aquí, http://www.corrispondenzaromana.it/notizie-dalla-rete/analisi-del-decreto-di-commissariamento-dei-francescani-dellimmacolata/), pero, como decíamos, no son motivo de preocupación en la «Iglesia de la misericordia» del Papa Francisco, donde el derecho no es tan solo sistemáticamente violado sino que se declara debe sujetarse al amor del jefe, sin que ni siquiera exista la preocupación de salvar la cara.

El Comisario, Padre Fidenzio Volpi, comienza su obra de desmantelamiento: cierra los seminarios, desmantela los conventos, dispersa a los fieles y pone énfasis en la campaña de calumnias contra el P. Manelli y quienes son aún fieles a él y a Nuestro Señor Jesucristo, como también contra sus parientes y amigos. Dichas calumnias, como en la “mejor” tradición, hacen referencia al sexo y al dinero. Respecto al primero, se inventaron abusos del mismo Fundador y de los frailes respecto a las hermanas y novicias más cercanas, llegando incluso a hablar de «coacción de algunas religiosas a prostituirse»; pero, no obstante el ensañamiento, la absoluta falta de fundamento de tales mentiras y el mismo absoluto contraste con el clima de pureza y de elevada espiritualidad que siempre reinaron, también en la rama femenina de la Orden, condujeron a estos rumores a morir por sí mismos.

Lo más interesante de la acusación es su aspecto económico. En este caso, el rigor con el cual los Franciscanos de la Inmaculada interpretaron la pobreza, se volvió contra los mismos agresores: esperando poder meter la mano en las significativas donaciones que, a lo largo de las décadas, los fieles otorgaban para el sostenimiento de la misión de la Orden, y no comprendiendo la alta dimensión espiritual que el segundo voto comporta sino viendo únicamente una cuestión económica, no dieron importancia al hecho de que no son solo los frailes que no poseen nada, sino también la Congregación: la pobreza individual no debía ni podía transformarse en riqueza colectiva. Todos los bienes, también aquellos necesarios para el apostolado, y el dinero siempre fueron propiedad de asociaciones laicales, en las cuales los frailes no tenían la mínima ingerencia; eran y son dichas asociaciones las que iban y van a destinar, caso por caso, los recursos necesarios para las actividades pastorales de la Orden

Obtenido el control de la Congregación, el Comisario y sus “colaboradores” intentaron una serie de causas para (re) apropiarse de aquellos medios que presumían ser de la Orden y “ficticiamente” ponerlos a nombre de laicos. Junto con estas operaciones del punto de vista judicial, todas, obviamente, fracasadas, lanzaron una campaña de prensa, sobre todo a través de la Web, en la cual acusaban a los laicos de haber deshonestamente substraído fondos a los Franciscanos de la Inmaculada, entre los cuales estaban, de un modo particular, los parientes del Padre Manelli.

Estos últimos acudieron a la Magistratura para defender su buen nombre. En el año 2014, el difunto Comisario, para evitar problemas judiciales peores, suscribió un convenio, en el cual declaraba que los parientes del Fundador no habían cometido ninguna acción ilegal contra la Congregación y se comprometía a resarcirlos con € 20 mil, además de poner de manifiesto, en los portales que controlaba, este desmentido. Casi inmediatamente después, sin embargo, «cambió de idea»; de ahí que la acción judicial de los parientes del P. Manelli terminó por hacer respetar el convenio.

El Tribunal de Roma, en la sentencia que hemos mencionado en el inicio, condenó a los Franciscanos de la Inmaculada y a los Comisarios que actualmente los gestionan satisfacer sus compromisos asumidos.

La importancia de esta sentencia es dupla: por una parte, aclara en forma práctica como, además de violar sistemática y continuamente el Derecho Canónico, la administración de esta joven orden no respeta siquiera los compromisos asumidos, y, por otra, reitera la absoluta falta de fundamento de todo el mar de calumnias que fue lanzado contra aquellos que no se plegaron totalmente a la “normalización” modernista de la Congregación.

Quien ha amado a los Franciscanos de la Inmaculada, comprendiendo a aquellos que permanecieron fieles al carisma originario y no, obviamente, a los traidores y colaboracionistas que tan solo conservan el nombre, no pueden sino alegrarse con esta pequeña pero importante victoria y esperar que la misma impulse una siempre más activa resistencia.

1 FI: Franciscano de la Inmaculada.

 

Carlo Manetti, Europa Cristiana – 7 abril 2018

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