Por el Dr. John Lamont
El 4 de febrero del 2019, el Papa Francisco y Ahmad Al-Tayyeb, el gran imán de la mezquita Al-Azhar, firmaron un “Documento sobre la Fraternidad Humana”. El documento y la firma fueron actos públicos. El documento contiene el siguiente pasaje:
“La libertad es un derecho de todas las personas: cada individuo disfruta de la libertad de credo, de pensamiento, de expresión y de acción. El pluralismo y la diversidad de religiones, de color, sexo, raza e idioma son queridos por Dios, en Su sabiduría, mediante la cual Él creó a los seres humanos. Esta sabiduría divina es la fuente de la que emana el derecho a la libertad de credo y a la libertad para ser diferentes”.
Tomado en su significado normal, la declaración de que el pluralismo y la diversidad de religiones es querida por Dios, en Su sabiduría, es directamente contraria a la fe católica. El pluralismo y la diversidad de religiones son males y, como tales, no pueden ser queridos por Dios. Estas religiones discrepan entre sí en temas doctrinales y morales. Por lo tanto, al menos algunas de estas religiones están erradas en los puntos en los que no concuerdan y es un grave mal sostener falsas creencias, dogmáticas y morales. Además, la doctrina cristiana es que sólo existe una religión verdadera, la religión que adora a la Santísima Trinidad. Las religiones que no la adoran son falsas y, por sí mismas, causan un daño a sus creyentes. En tanto que falsas, son males.
Muchos católicos son reticentes a ver en esta aseveración un acto de herejía o apostasía del Papa Francisco. Para obrar así, deben interpretar estas palabras en un sentido que puede ser reconciliado con la doctrina Católica. El Padre John Zuhlsdorf ha propuesto semejante interpretación comentando lo siguiente:
Cuando hablamos de Dios, haremos distinciones. Dios tiene una “voluntad activa o positiva” y una “voluntad permisiva”. La “voluntad activa” de Dios tiene que ver con lo que es bueno, verdadero y hermoso. Por otra parte, Dios tiene una “voluntad permisiva”, por la cual permite que sucedan cosas que no están de acuerdo con el orden que Él ha establecido. Por ejemplo, Dios creó a Adán y a Eva para vivir de una cierta forma, acorde con su naturaleza y Su voluntad. Sin embargo, previó que caerían y les permitió caer. Por Su voluntad activa ellos iban a vivir de un cierto modo. Por su voluntad permisiva, se extraviaron y cayeron. Al final, todo lo que Dios ha permitido que marche equivocadamente será en definitiva enderezado.
Aplicando la distinción entre la voluntad activa y la permisiva de Dios a las palabras del Papa Francisco, e interpretando las palabras como aseverando que la pluralidad de religiones es objeto de la voluntad permisiva de Dios, en lugar de Su voluntad activa, es la única forma de entenderlas en un sentido cristiano. La pregunta es si estas palabras pueden ser entendidas en dicho sentido.
Es útil explicar brevemente esta distinción. Hay algunas cosas que simplemente Dios no quiere. Por ejemplo, Él no quiso un universo que contuviese solo objetos inanimados. Lo único indudablemente correcto acerca de esta posibilidad es el hecho de que no lo quiso, no es claramente cierto decir que no quiso que sucediera. El mal, por otra parte, no es sólo algo que Dios no quiere; es algo a lo que Su voluntad se opone siempre, puesto que Él es ilimitada y perfectamente bueno. Sin embargo, podemos distinguir entre dos formas en las cuales Su voluntad puede oponerse al mal. En una forma Su voluntad se opone al mal, no permitiendo que ocurra, a causa de su propia condición de mal. No obstante, Él pudo haber impedido cualquier mal existente y Él determina cada aspecto de la creación, por medio de Su voluntad. Un mal existente no puede suceder porque Él fue incapaz de impedirlo o porque, sencillamente, no quiso impedirlo. Así, si Él no impidió un mal, debe ser que, aunque no quiso su existencia, Su voluntad fue permitir su existencia. Su sabiduría y bondad significa que no sólo permitirá un mal si el mal permitido es parte de un bien mayor.
Por lo tanto, la pregunta es si podemos entender las palabras del Papa Francisco como queriendo decir que la pluralidad de religiones es el objeto de la voluntad permisiva de Dios, en lugar de algo que Él realmente quiera que ocurra. Hay varias razones por las que esto no puede ser así.
- Decir que algo es querido por Dios y decir que es el objeto de la voluntad permisiva de Dios son expresiones mutuamente excluyentes. Los objetos de la voluntad permisiva de Dios son cosas que Él no quiere. Para entender las palabras del Papa Francisco como significando que la pluralidad de religiones es objeto de la voluntad permisiva de Dios, tendría que declararse explícitamente que la voluntad de Dios debe ser entendida, aquí, como Su voluntad permisiva; de lo contrario, el contexto tendría que aclarar que esto fue lo que se quiso decir. Ninguna de estas condiciones se cumple. Así, el significado normal de la declaración de que Dios permite la multiplicidad de religiones- o sea, que Él considere buena esta multiplicidad y que, por esta razón, causa su existencia- debería ser entendido como el significado de las palabras del Papa Francisco.
- El contexto deja en claro que las palabras del Papa Francisco declaran que Dios quiere el pluralismo religioso. Éste es clasificado junto a otras diferencias, tales como el color, el sexo, la raza y el idioma, que no son males en sí y que son positivamente queridos por Dios.
- El documento es conjuntamente firmado por el Papa Francisco y por el gran imán de la mezquita de Al-Azhar. Como tal, expresa una convicción compartida por ambos firmantes. Razonablemente, no podemos atribuir al gran imán el punto de vista de que las religiones diferentes del cristianismo son sencillamente objetos de la voluntad permisiva de Dios.
Se podría preguntar qué significado deberíamos atribuir a la declaración, si el gran imán la firmó y estuvo de acuerdo con ella. Es posible que el gran imán haya adoptado una forma de pluralismo religioso post moderno, pero es probablemente injusto entenderla en tal sentido. Es más probable que su aceptación de la declaración sea el resultado de creer en el determinismo, que es una característica del islam sunita. Según este determinismo, todo cuanto sucede es directamente querido y causado por Dios y no podría ser de otra manera. Sin embargo, a Dios no se le puede culpar por el pecado de los hombres y por otros males, y Él castiga justicieramente a los hombres por sus pecados. Tal determinismo sostiene que el pluralismo religioso es, en efecto, directamente querido y causado por Dios; pero no concluye que este pluralismo sea un bien, que todas las religiones son buenas o que los hombres no serán justicieramente castigados por pertenecer a las falsas religiones (que, para el imán, serían todas las religiones, salvo el islam). No se trata de decir que este determinismo es una componente de la declaración firmada por el papa y el imán; más bien sería una presuposición sostenida por el imán, que le permite concordar con el Papa Francisco, de que Dios quiere la multiplicidad de religiones, aunque no dudan en diferir en el por qué Él las quiere.
Esta declaración del Papa Francisco es, de este modo, un claro y público repudio de la Fe Católica. Es la continuación de una serie de públicos repudios, más o menos claros, de este tipo. Bastante ya se ha dicho de este rechazo de la fe; es tiempo de que se haga algo al respecto.
(Traducido por Valinhos. Artículo original)