Grandeza de la vida consagrada

Se decía en Italia su patria, que aquella joven abogada de una carrera brillantísima, llamada por los medios “la diosa de la justicia”, podía llegar hasta la presidencia de la República. Quizá no fuera tanto, pero la verdad es que a sus 32 años Inés Talignani, pisaba fuerte en el mundo social, era juez y había sido seleccionada para ejercer en Sicilia y oponerse frontalmente a su poderosa mafia.

Sorpresivamente pidió su retiro, estaba sana, rebosaba entusiasmo, verificaba una obra social llamativa en favor de los más desheredados, luego, ¿a qué venía esa inesperada jubilación?

La vida agitada de los tribunales y la misteriosa intimidad de las aulas judiciales le habían abierto los ojos a una realidad más profunda, deseaba consagrarse más plenamente a Dios con los votos religiosos en una congregación religiosa.

Confiesa la ahora hermana Inés: “No me ha desilusionado nunca mi trabajo, continúo afirmando que si tuviera que elegir una carrera, volvería a elegir la que ejercí, pero mi decisión seria ya es otra, Jesús vale más que todas las realidades. Si te das cuenta de que por Él debes perderlo todo, lo dejas”.

Oh desilusión para la mayoría, porque para entender el heroísmo de la decisión de Talignani, hay que tener mucha fe, y qué poca gente tiene siquiera unos gramos de auténtica fe.

Inés dejó su nada fácil presente prometedor, porque toda persona ambiciona un triunfo conseguido por sus propios méritos, y se ha arrojado en manos de una voluntad divina que quizá le exija un total alejamiento de la fama, del dinero, y de los puestos brillantes, lo único que le da pena es que su cambio ya no puede permitir asistir en los tribunales, y en los despachos judiciales a tantos pobres y desamparados, que apenas hallan a quien los atienda y los defienda.

El Instituto Religioso de las Carmelitas Menores, en el que pronunció sus votos, proveyó a esta alma privilegiada mil oportunidades para entregarse generosamente a la regeneración y promoción de tantos pobres como pululan en los suburbios de las capitales y que cada vez existen en mayor cantidad.

Muchos medios se escandalizaron, porque según ellos, una personalidad de tanta eficacia social se había aniquilado al huir del mundo.

“Ya desde la cuna de la cristiandad, la Iglesia se dedicó a ilustrar con su magisterio la doctrina y ejemplos de Cristo y de los Apóstoles, que animaban a la perfección, enseñando con seguridad por qué camino había que conducir y cómo había que disponer aptamente una vida que se dedicara a dicha perfección. Y con sus trabajos y su ministerio, tan intensamente fomentó y propagó la plena entrega y consagración a Cristo, que las comunidades cristianas de los primeros tiempos ofrecían, en cuanto a los consejos evangélicos, una buena tierra preparada para la semilla y prometedora de seguros y óptimos frutos; y poco después, como puede comprobarse fácilmente por los Padres Apostólicos y los más antiguos escritores eclesiásticos, floreció ya tanto en las diversas Iglesias la profesión de la perfección de vida, que sus seguidores comenzaron a constituir en el seno de la sociedad eclesiástica como un orden y clase social, claramente reconocido por varios nombres ascetas, continentes, vírgenes, etc. y por muchos aprobado y honrado” (Pío XII, Constitución Provida Mater Ecclesia, 2).

El Concilio Vaticano II, ha subrayado los valores de la consagración a Dios en la vida religiosa, son una invitación a todo cristiano a cumplir sin desfallecimiento los deberes de la vida cristiana, segundo, dan testimonio de que por la renuncia a los bienes terrenos los religiosos están en posesión de los bienes celestiales, y tercero, facilita el camino de la santidad.

Así lo destaca “El estado religioso imita más de cerca y representa perennemente en la Iglesia el género de vida que el Hijo de Dios tomó cuando vino a este mundo para cumplir la voluntad del Padre y que propuso a los discípulos que le seguían”.

Y proclama de modo especial la elevación del Reino de Dios sobre todo lo terreno, y sus exigencias supremas, muestra también la vida religiosa ante todos los hombres, la soberana grandeza del poder de Cristo glorioso, y la potencia infinita del Espíritu Santo, que obra maravillas en la Iglesia.

Verdaderamente, Inés Talignani en su profesión religiosa, hoy superiora de su comunidad, es más útil a la Iglesia, a sí misma, y a la legión de mendigos y desheredados.

Germán Mazuelo-Leytón

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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