El hecho más doloroso de mi vida

Se oye una voz en Ramá, lamento y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos; rehúsa ser consolada, por sus hijos que ya no existen (Jr 31,15)

Guillermo Zapata, concejal del Ayuntamiento de Madrid, gran cancerbero ideológico y político de Podemos en el consistorio, conspicuo representante pues de la ultraizquierda española, nos ha desvelado la gran mentira del aborto. Una mentira fabricada por la izquierda como pieza clave de la imposición de su nueva doctrina política, que ya no es la lucha de clases y la justicia social a través de la justa distribución de la riqueza, sino la ideología de género. En cuestión de dinero todos han llegado a ser iguales… Y del mismo modo que impusieron su ideología política por más que doliese y por más ruina que les trajese a sus “beneficiarios”, tampoco les preocupa imponer su nueva ideología de izquierdas, la ideología de género, por mucho dolor que les produzca a sus hipotéticos beneficiarios: las mujeres en lo que respecta al aborto, y los hombres que han caído víctimas de la homosexualidad de diseño promocionada ya desde la escuela, con el tremendo desquiciamiento que les acarrea esa sexualización contra natura, inducida y exacerbada exclusivamente por intereses político-ideológicos.

Ahora resulta que a don Guillermo Zapata, señalado representante de la ultraizquierda española, le duele el aborto de su chica. Y le duele porque lo compartió con ella. No lo quiere recordar, no quiere que se lo recuerden, porque según sus propias palabras, fue “el hecho más doloroso de mi vida”. Repítalo, por favor, don Guillermo, repítalo, que no me acabo de centrar. ¿Dice usted, un hombre tan insensible como para encontrar gracioso eso de meter cinco millones de judíos en un cenicero o que el cementerio esté cerrado para evitar que Irene Villa vaya a buscar repuestos; dice usted, don Guillermo, que el hecho más doloroso de su vida fue el aborto al que indujo a su chica? ¿Y cómo es que Nuria, su chica, se queja de la ligereza con que se habla del aborto, diciendo que “todo el mundo opina, pero al final me pasa a mí, sólo a mí”? ¿También a ella le dolió? ¿También a ella le duele que le recuerden su aborto?

Aquí hay algo que chirría… ¿Así que el aborto duele, incluso les duele a sus más eximios promotores? ¿Y no se ruborizan de traicionar tan flagrantemente y nada menos que en público, uno de los mayores dogmas de su doctrina? Muy profundamente tuvo que marcar ese aborto a don Guillermo. Y no hay para menos. Alegaron que “el feto” venía, el pobre, con síndrome de Down. ¡Santo cielo! ¿Así que le hicieron pruebas? ¿estaba ya muy adelantado el embarazo? Eso parece indicar el pretexto alegado para el aborto. La ley, en efecto, solo exige motivaciones cuando el embarazo está ya bastante adelantado; cuando los padres han podido verle ya la cara a la criatura. Sí, claro, las ecografías son impresionantes. Y encima, en el hospital les identificaron como el “padre” y la “madre” de aquella pobre criatura que la ecografía mostraba moviéndose llena de vitalidad en el vientre de su madre. Les dolió y aún sigue doliéndoles que los identificasen tan contra la ley de la IVE. Pero no fue la imprecisión del lenguaje lo que les dolió. Fue la realidad que no había manera de tapar con siglas y eufemismos.

Hasta los más comunistas lloran por su aborto. No por el aborto como doctrina, sino por su aborto. Estoy segurísimo de que a don Emiliano todavía le persigue la imagen de su hijo muerto en el vientre de su madre. Seguro que sabe perfectamente el método que los médicos emplearon para matarlo. No, no, para el señor Zapata eso no fue ni un IVE ni tan siquiera un aborto; porque si fuese eso, no diría que es el hecho más doloroso de su vida. Lo es, lo es, claro que sí. Y él como inductor por lo menos. De verdad, Sr. Zapata, de verdad, se me abren las carnes sólo de pensar qué duro ha de ser vivir dentro de su piel. De verdad, yo no sería capaz. ¡Son tan potentes las ecografías mostrándonos toda la vitalidad de esa criatura que pide que se la deje nacer! ¡Es tan difícil borrar de la memoria esa cara, esos ojos, esas manos…!

Pero mire, señor Zapata: usted es un simple prototipo de político absolutamente típico: quiere para los demás lo que no quiere para usted. A usted el aborto de su hijo le ha hecho muchísimo daño. Es el hecho más doloroso de su vida. Tiene toda la razón. No puedo imaginarme un hecho más doloroso que ése. No, claro, no fue un accidente. Fue un acto explícito de voluntad. Tan voluntario fue, tan de posicionamiento doctrinal y de tal voluntad adoctrinadora, que usted y su chica sacaron pecho presumiendo de él y ¡lo publicaron! para enardecer la lucha política en favor del aborto.

Y ahora, cuando en justo desagravio con su chica la coloca en su Ayuntamiento con un buen sueldo, un periódico se acuerda de esa carta que publicaron sacando pecho por lo valientes que fueron ejerciendo su derecho a interrumpir voluntariamente la vida de su hijo. Y usted se queja y se lamenta, don Guillermo, porque lo considera un golpe bajo del periódico. ¡Qué va, qué va! Si en aquella carta pública propagandística del aborto no hubiesen engañado a los destinatarios, eso no sería un golpe bajo. ¡Cómo va a ser un golpe bajo que les recuerden que se sacaron una muela o un absceso! ¡Menuda bagatela! Pero en esa carta ustedes mintieron. Engañaron a los incautos, convenciéndoles de que aquello fue como un picnic. Pero resulta que no, que aquello fue el hecho más doloroso de su vida.

Me preocupa, don Guillermo, que por su perfil humano usted seguirá promocionando el aborto como si fuese el gran don de la izquierda a la humanidad. A pesar de constarle cuán doloroso es. Para quien lo comete y para quien lo sufre. Porque sí, claro que lo sufrió su hijo. El pobre tuvo una muerte horrible. Y usted tuvo mucho que ver con esa muerte. Por eso es el recuerdo más doloroso de su vida.

Permítame un consejo, don Guillermo: usted que conoce en carne propia lo que es un aborto, ¿por qué no se pasa al bando de los defensores de la vida? Sea usted un verso suelto, que se lo permitirán; ya verá como sí. Es lo mejor que puede hacer por su hijo, por tantos hombres y mujeres que como usted sufren el aborto como la más dolorosa experiencia de su vida, y por ayudar a sanar una humanidad tan enferma. Cuente con mis oraciones, don Guillermo. Rezaré para que Dios toque su corazón y convierta su dolor en el suave consuelo del arrepentimiento y la reparación del daño causado.

Custodio Ballester Bielsa, pbro.

Padre Custodio Ballester
Padre Custodio Ballesterhttp://www.sacerdotesporlavida.es/
Licenciado en Teología Fundamental-Apologética. Delegado de Sacerdotes por la Vida en España.

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