Homilía del Corpus Christi

Queridos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

Celebramos hoy la solemnidad de Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. empiezo la homilía haciendo una breve explicación de la presencia real del Señor Jesús en la Sagrada
Eucaristía. De los 7 sacramentos la Sagrada Eucaristía tiene una peculiaridad propia que no tienen los demás: La Eucaristía contiene en si misma a Jesucristo Nuestro Señor en sentido
absoluto. Mientras que los demás sacramentos realizan su fuerza santificadora en el momento en que se aplica la materia a la persona humana para santificarla. Por ejemplo:
con el agua del bautismo o con el aceite del crisma se realiza el sacramento del bautismo ( en el caso del agua) o de la confirmación (en el caso del crisma) en el momento en que se
celebra el sacramento y a quien se le aplique. El sacramento de la Eucaristía se realiza en la misma consagración de la materia (la pan y el vino). No siendo sólo un canal de gracia
santificadora como lo es el agua en el bautismo o el aceite en la confirmación sino siendo en si misma Jesucristo mismo, es algo sagrado en el sentido absoluto de la palabra. El
sacramento está en la misma materia que ha sido substancialmente transformada es decir, en el momento de la consagración ha sucedido la transubstanciación. Ja no es pan si no que es
Jesucristo mismo con su cuerpo, alma y divinidad. La transubstanciación significa que la substancia del pan pasa a ser el Cuerpo Jesucristo Nuestro Señor y, con el vino sucede lo
mismo pasando a ser la Sangre de Nuestro Señor. Explicaré brevemente este maravilloso acontecimiento que sucede en cada celebración de la Sta. Misa cuando el sacerdote, en
persona de Cristo, dice las palabras de la consagración. Cambia la sustancia pero no los accidentes. Me explicaré; los accidentes de una cosa es aquello que nuestros sentidos
pueden percibir: el color, la textura, el peso, el sabor, el tamaño, etc,.. y a sustancia es aquello que sostiene a los accidentes. Por tanto el pan que está destinado para la
consagración en apariencia no cambia nada en absoluto, es decir los accidentes que tiene ese pan, después de la consagración, son exactamente los mismos. Lo que cambia es la
substancia, ja no es pan es el Cuerpo de Jesucristo Nuestro Señor.

Así pues entendemos la radical diferencia de el agua bendecida y el aceite consagrado que siguen siendo agua y aceite y son canales de gracia para el que los reciben en el momento de
la celebración del sacramento.

En el Evangelio hemos escuchado que «El que come mi Carne i bebe mi Sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”. y Antes dice “Os aseguro que si no
coméis la Carne del Hijo del hombre y no bebéis su Sangre no tenéis Vida en vosotros.” Intentaré con la ayuda del Señor hacerme entender para explicar un error que hoy
en día está terriblemente extendido en lo fieles de nuestra iglesia católica por diferentes motivos y me atrevería a decir que el principal es por falta de formación. De las palabras
antes citadas podríamos deducir que el Señor dice categóricamente que para salvarse y para tener vida divina es imprescindible comulgar. Y ahora les diré la verdadera interpretación de
esta fragmento del evangelio siguiendo a San Agustín y a Sto. Tomás. Sto. Tomás en la cuestión 73 de la tercera parte de la suma teológica y citando a San Agustín en un
comentario que hace este sobre el Evangelio de san Juan, reza así: “Nadie puede tener la menor duda de que cada uno de los fieles se hace partícipe del Cuerpo de Cristo y de la
Sangre del Señor cuando por el bautismo se convierte en miembro de Cristo.” S.T. III, c.73, a.3, ad 1. Y en otro momento del mismo artículo “El bautismo es principio de la vida
espiritual y puerta de los sacramentos, mientras que la Eucaristía es coronación de la vida espiritual y fin de todos los sacramentos. Por no es indispensable recibirla de hecho,
con el deseo o la intención también recibimos gracias de Dios.” S.T. III, c.73, a.3, c. Ir a comulgar no es un derecho que tiene el cristiano bautizado, es un don y es
necesario cumplir unos requisitos: Guardar el ayuno eucarístico, Saber a quien voy a recibir y ser consciente de ello, creer que es Jesucristo realmente presente en la Sagrada Eucaristía,
creer la Verdades de Fe que la Iglesia nos enseña, y no estar en pecado Mortal.

En una época anterior, hasta principios del pasado siglo XX, había un grandísimo respeto para ir a recibir la Sagrada Comunión, hasta el punto que se comulgaba una vez al año por
Pascua como mínimo y en alguna otra ocasión. Recibir la Sagrada Comunión era todo un acontecimiento espiritual lleno de fe y de fervor. Era impensable acercarse a recibir la
Sagrada Comunión sin haberse preparado debidamente y sobre todo habiendo recibido el sacramento de la confesión. En 1905 durante el papado de san Pio X la iglesia ha ido
enseñando que es bueno poder recibir la comunión con más frecuencia pero nunca se ha dicho que todos vayan a comulgar siempre.

Quizás pensamos que tenemos derecho a comulgar; estamos equivocados, delante de Dios no tenemos ningún derecho todo es don divino para nosotros y este don lo podemos recibir
si reunimos las disposiciones que el mismo Señor nos ha dicho y,… vigilemos! Porque dice San Pablo claramente en la primera carta a los corintios: “Quien come y bebe sin discernir
el Cuerpo, come y bebe su propia condena”

En el tiempo que nos toca vivir en el cual se caracteriza por la gran falta de fe, empecemos nosotros por tener un renovado esmero en tratar a Jesucristo Eucaristía como lo hicieron
nuestros antepasados. Siguiendo la tradición de nuestra fe católica de tantos siglos. Quizás pensábamos que si no comulgamos nos falta algo y ciertamente, la comunión nos da lo que
la misma palabra dice comunión, unión con Cristo. Pero si por mis pecados que no he confesado y si estoy en una situación irregular por ejemplo viviendo como casados sin haber
recibido el sacramento del matrimonio no puedo ir a comulgar; ya que esta comunión no realiza en mi más unión a Cristo y a su Iglesia si no más bien el contrario. En tal caso el
cristiano que realmente quiere y busca al Señor hace una comunión espiritual con el deseo sincero de poder arreglar su situación personal y con el deseo de recibir la misericordia del
Señor. El precepto dominical, de santificar las fiestas no incluye el comulgar. Yendo ha la Santa Misa del domingo sin comulgar, por no poder hacerlo, he cumplido el tercer
mandamiento. También deseo aclarar que para que la comunión espiritual sea plena en nosotros también hace falta estar en gracia de Dios aunque el deseo sincero junto con el
arrepentimiento también sincero atrae la gracia de Dios.

Esto no significa que estas personas queden excluidas de la iglesia, hay unos pecados que sí apartan de la comunión de la Iglesia. Con son la herejía, la apostasía y el cisma y por otro
lado hay pecados que también llevan a la excomunión con son: profanación de la Sagrada Eucaristía, violencia física al Romano Pontífice o a un obispo, violación del sigilo
sacramental, aborto y alguno más que ahora no viene al caso por ser propios de los clérigos. Por lo tanto el pecado cometido por la debilidad humana no excluye de la iglesia aunque
ciertamente no permite recibir todas las gracias que necesitamos y tampoco nos permite esta unión con Cristo a la que todo bautizado estamos llamados.

Tengamos gran deseo de vivir unidos a Cristo y a su santa iglesia. Tengamos santo empeño en buscar a Cristo, vivir de fe y de su amor. Si hemos cometido pecados y no los
confesamos no podemos vivir la unión con Cristo a la cual estamos llamados, nuestra vida cristiana es pobre, débil y sin atracción ninguna ya que nos hace falta la gracia de Dios la
cual hemos perdido por el pecado grave. Al menos seamos honestos con Nuestro Señor y no vayamos a comulgar con lo que agravamos aún más nuestra situación personal. Como fieles
cristianos ponemos en peligro el perder la fe católica la cual, es el don más preciado que tenemos y que debemos proteger con sumo cuidado. Los cristianos que vivan haciendo uso
del matrimonio sin haber recibido el sacramento porque ya están casados anteriormente por la iglesia no pueden ir a recibir la comunión. Aunque sean muy buenas personas, aunque se
mantengan fieles, aunque hayan tenido hijos de esta nueva relación no tienen el sacramento del matrimonio que es lo que permite la unión matrimonial. Ciertamente estamos en una
época muy convulsa donde la familia está siendo gravemente atacada. La falta de fe y la comprensión de que el matrimonio es una vocación para la santidad de los esposos ha hecho
que la separaciones de matrimonios canónicos sea en gran número y con ello, un gran número de cristianos que viven juntos sin el sacramento por haberse casado con otra
persona anteriormente. Sin juzgar a las personas y yendo al evangelio estas nuevas uniones son un adulterio porque el matrimonio es para siempre. Aun así la iglesia que es madre y
Jesucristo ha venido para salvarnos y nos ama con amor infinito, no excluye a estas personas de la iglesia. Pero, lo que no podemos es engañar a los fieles, lo que es pecado es pecado y
lo que no es no lo es. Y el pecado daña al cristiano, es grave,…pero más grave es que aquel que está en la iglesia para decir la Verdad de Cristo y engañe a las almas por las que Cristo a derramado su sangre.

La Iglesia no excluye ni condena a estas personas, la iglesia está para curar y conducir a sus hijos por el camino de la Vida que es el camino difícil como dice el Señor en Mt7,13:
Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y so muchos los que entra por ella; mas ¡Qué estrecha la entrada y
qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran.

Tengamos gran deseo de vivir unidos a Cristo, a su iglesia santa. No debemos acercarnos a la celebración de la Sta. Misa con orgullo y reclamando derechos pues Dios no escuchará
nuestra oración. Reconozcamos nuestro pecado y pidamos perdón y miremos de arreglar nuestra situación personal según el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo no según el
mundo. Ciertamente hay situaciones de convivencia que tiene una difícil solución pero, Dios lo puede todo como le dice el Arcángel Gabriel a la Virgen Santísima “Porque no hay
nada imposible para Dios”Lc 1,37. No intenten cambiar la doctrina de la Iglesia que es santa, no manipulen el Evangelio de Jesucristo que es santo,… Tengamos fe. Realmente
muchas personas sufren por no poder acceder a la comunión pero este sufrimiento que si da con humildad y obediencia santifica al cristiano. Si vamos con fe a Jesucristo permitiremos
que Él obre maravillas en nuestra vida, maravillas que no somos ni capaces de imaginar pero, lo que es pecado es pecado y no se puede disimular ni mentir. No vayan a comulgar
los fieles cristianos que hace años que no se confiesan sin confesarse, y los que estén viviendo en una situación irregular como los que viven vida matrimonial sin el sacramento
no puede recibir la confesión ni la comunión (a no ser que decidan vivir como hermanos).

No dejen de ir a la Sta. Misa, recen, luchen por ser fieles al Evangelio de Jesucristo y a las enseñanzas de la Iglesia, hagan el bien, colaboren en sus parroquias, fórmense en la fe
católica y esperen en el Señor sabiendo que está en camino para llegar a una mayor comunión con Jesucristo, pero no comulguen porque no les hace bien a su alma.
Dice el Papa Pio XII en una bella encíclica llamada el Mystici corporis Crhisti (Místico Cuerpo de Cristo). Los pecados fruto de debilidad del hombre son curados en la iglesia.
Dice el santo Padre: Aun cuando hayan perdido la caridad y la gracia divina pecando, y por lo tanto se hayan hecho incapaces de mérito sobrenatural, retienen con todo la fe y
esperanza cristianas, e iluminados por una luz celestial, son movidos y por las interna inspiraciones e impulsos del Espíritu Santo a sus saludable temor, y excitados por Dios a
orar y a arrepentirse de su caída.

Formamos todos los bautizados el cuerpo místico de Cristo, estamos íntimamente unidos a Él. La iglesia que es Madre no desprecia a sus hijos enfermos y débiles, los conduce con
amor maternal por el camino de la Cruz al ritmo que ellos puedan.

Así pues, entendemos que no es tener misericordia cuando se dice que no es pecado a lo que sí es pecado, cuando se engaña a las almas para contentarlas llevándolas a un pozo sin fondo
y siendo cómplices de que las almas se alejen de la fe y por lo tanto de Jesucristo. Pongo esta intención en los Corazones inmaculados de Jesús y María, que el Señor vuelva a
bendecir a su Iglesia con la fe que ha guiado y santificado a tantos santos que coronan el cielo bendiciendo y alabando a la Santísima Trinidad. Amén.

Ave María Purísima

Padre Jordi Gutiérrez

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