Nuestro Señor Jesucristo se encarnó para redimirnos a causa del pecado original. Dos mil años después de la resurrección vivimos una re-edición del pecado original desde el modernismo teológico y el materialismo liberal. Para convertirnos hemos de desandar lo mal andado. El día grande de la resurrección ha de ser una gran oportunidad para todos nosotros: hagamos examen sincero y humilde de nuestra conciencia porque el camino que, en su gran mayoría, ha tomado la sociedad y la misma cristiandad en los últimos 50 años es camino de perdición. Caminamos orgullosamente hacia la condenación. Dejemos que se nos exhorte la conciencia para convertir nuestros corazones y hacer un propósito real de enmienda de nuestras vidas y actitudes.