Domingo XIII después de Pentecostés
(Lc 17: 11-19)
En este pasaje vemos cómo Jesús curó a diez leprosos y sólo uno de ellos volvió para darle gracias.
1.- Les dice que vayan a presentarse a los sacerdotes para cumplir lo que estaba prescrito en la ley. El Señor deja claro la necesidad de atenerse al cumplimiento de la ley. En muchos pasajes de los evangelios está reflejada la voluntad de Jesús de cumplir con las leyes (caso de la mujer adúltera, el tributo al César, el tributo al templo…). Ello se debe al hecho de que las leyes humanas (positivas) tienen como base las leyes naturales, y estas a su vez, las leyes divinas. Cuando el hombre prescinde del cumplimiento de las leyes divinas, luego también prescinde de las humanas y al final, incluso de las mismas leyes dadas por el hombre, acabando todo en el caos y la tiranía.
Y no hablemos también del ámbito eclesiástico. Se ha ridiculizado y eliminado el magisterio anterior al Vaticano II; y en cuanto al magisterio posterior al Vaticano II, nada tengo que decir, pues también vosotros lo conocéis. Los dogmas, sacramentos, las leyes litúrgicas… han sido eliminados.Frente a ello, el Señor insiste en la necesidad de observar la ley; es más, Él es el primero en cumplirlas.
2.- De los diez leprosos que fueron curados, sólo uno volvió para darle gracias. El agradecimiento es una actitud de amor ante aquél que nos ha hecho un bien. Tenemos que ser agradecidos con Dios por todo lo que ha hecho por nosotros: Nos sacó del abismo y nos transformó en sus hijos; restituyó nuestra dignidad; nos enseñó a ser hombres e hijos de Dios; dió sentido a nuestra vida; nos enseñó a ser honrados, dignos, veraces, libres. Yo sólo conocí el amor cuando conocí a Cristo. Me enseñó el valor del trabajo…
Dejemos de ser meros espectadores de este mundo y comprometámonos con Cristo. Él lo ha hecho todo por mí; y en cambio, yo ¿qué he hecho por Él? Tenemos que ser agradecidos.
El mundo entero se está descomponiendo y hundiendo a nuestro alrededor. Frente a todo esto queda nuestra confianza en Él y en sus palabras. ¡He aquí que vengo pronto y conmigo mi recompensa!