El Apóstol San Pablo habla muy claro en sus Cartas sobre determinados pecados que quienes los cometan no entrarán en el Reino de Dios: » No se dejen engañar, pues en el reino de Dios no tendrán parte los que se entregan a la prostitución, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los que roban, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los ladrones» Hoy en día muchos pastores tienen miedo a predicar la Verdad por miedo a ser perseguidos por el espíritu del mundo que impone su pensamiento único, especialmente el lobby gay cada vez más agresivo con los que denuncian sus vicios y amparados por leyes inicuas.
El Evangelio es espada de dos filos que no deja indiferente. Los verdaderos seguidores de Cristo son perseguidos porque el mundo los odia como dijo el Divino maestro.