Nosotros hemos sido creados para conocer y contemplar el único Dios verdadero. Nuestro destino es ser santos – pero esto sólo se logra conociendo, amando y contemplando a Jesucristo. Ahora los misterios más grandes de Cristo, que más manifiestan su amor divino, son la Encarnación, Su Pasión y Muerte, y su Presencia Real en la Sagrada Eucaristía. Al asistir a la Santa Misa debemos meditar en estos tres misterios, pues son centrales para la Misa. ¿Ahora cómo debemos amar a Jesucristo? Porque muchos dicen que lo aman pero el diablo los engaña. El Papa Pío XII enseña que la suprema ley de nuestro amor por Cristo es amar a Su Iglesia, y que tengamos un gran afecto a todas sus tradiciones, reverenciar su jerarquía, y tener solicitud por sus miembros pequeños y humildes.