El mundo está pasando por una situación caótica, por lo que ahora más que nunca es necesario poner la paz en el corazón de los hombres. Hay en el mundo una gran confusión, desaliento.., lo que me extraña es que los haya también entre los católicos.
Los católicos tenemos enseñanzas más que suficientes en la Revelación y en el Magisterio de la Iglesia para no estar nunca confundidos ni perder la paz. Él mismo nos dijo: «Si permanecéis en mis palabras conoceréis la verdad; y la verdad os hará libres» Estando con Jesús estamos con la verdad, por lo que no hay lugar para la confusión, la depresión, el abatimiento, el extravío.
Nos decía también en Señor: «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré».
Es por ello que si estamos asustados ante la crisis actual, ante la fuerza como se impone el mal en el mundo, acudamos a Él.
Hemos de entender correctamente lo que significan la libertad de expresión, de religión, de expresión.
1.- Con motivo de lo que ocurrió en Francia hace una semana se está hablando mucho del derecho a la libertad. Pero la libertad no es un derecho absoluto. La libertad de cada uno viene limitada por el derecho de los demás. Tenemos libertad de pensar, pero no libertad para elegir el error. Siempre tenemos la obligación de buscar la verdad.
2.- El Vaticano II habla del derecho a la libertad religiosa según le dicte su propia conciencia; pero uno no puede elegir la religión que le dé la gana sino la que le dicte la recta conciencia bien formada. Tenemos obligación de que nuestra conciencia se ajuste a la verdad. Esa obligación limita nuestra libertad religiosa.
3.- Del mismo modo podemos hablar de la «libertad de expresión». Ello no significa que podamos injuriar a las personas o a las creencias de otras personas. Podemos refutar creencias erróneas pero no podemos insultar a las personas que piensan así. Por ejemplo: No se puede defender, como se ha hecho últimamente en ciertos medios de comunicación, el derecho a la blasfemia. Decía Sto Tomás que la blasfemia era peor que un homicidio.
Los acontecimientos acaecidos estas últimas semanas ponen de manifiesto la hipocresía de la sociedad actual. Marchan en París defendiendo la vida, pero luego muchos de ellos aprueban el aborto. Claman por la muerte de unos periodistas pero luego no dicen nada de los cientos de miles que mueren en África, Asia… por motivo de sus creencias.
Todas las cosas que nos están pasando son consecuencia de nuestra mala conducta y de la justicia divina (que lo permite).
Por otro lado, vemos y oímos ciertas conductas y afirmaciones que hace el Papa actual. Ante eso no debemos confundirnos ni deprimirnos. Sabemos muy bien cuál es la enseñanza del Magisterio de la Iglesia, por lo que si el Papa actual dice o hace cosas contrarias al Magisterio de siempre, no se le hace caso y ya está. El Magisterio no se puede contradecir a sí mismo. Además cuando el Papa hace esas afirmaciones que pueden resultar «chocantes» en ningún momento está diciendo él que son infalibles. Y ello no nos justifica para que lo injuriemos o le insultemos.
Vemos también una falta de reacción por parte de los católicos ante todos estos acontecimientos que ocurren, lo cual nos lleva a pensar, sin ánimo de ser agorero, que una gran catástrofe se avecina.
Así pues, hay un camino seguro, Cristo, pero el cristiano con frecuencia lo olvida. No nos podemos extrañar que el mundo nos persiga. Recordemos lo que el Señor nos dijo: «El mundo os perseguirá, pero recordad que el mundo me odió a mi primero». Y cuando todo esto suceda, «levantad vuestras cabezas porque se acerca vuestra liberación». «Tened confianza, porque yo he vencido al mundo».