Un Niño nos ha nacido cuyo reino no tendrá fin. Recordemos, que “Cristo Rey” es un aspecto esencial del misterio Navideño. Durante esta temporada, la Iglesia pone gran énfasis en la adoración dada al Niño Dios (de María y José, los ángeles, pastores, reyes… toda la creación). Es justo y digno que cada persona y toda sociedad lo adoren porque Él es Dios y Rey – y su soberanía es absoluta. Todo existe para Su honor y gloria y toda creatura tiene que ser regido por Su ley. Nuestro Dios vino a ser nuestro Rey para traernos una superabundancia de gracias. Consideremos tres maneras específicas de cómo podemos recurrir a la gracia de la Navidad: (1) a través de la Santa Misa; (2) por medio del ejemplo del Nacimiento de Cristo – en humildad, pobreza y mortificación; (3) y por el ejemplo de la Virgen María.