El último número de la revista de la Latin Mass Association of England and Wales, Mass of Ages, trae una reseña de Kevin Symonds sobre el libro de Taylor Marshall Infiltration: the Plot to Destroy the Church from Within (infiltración: complot para destruir la Iglesia desde dentro). Reproducimos el texto completo a continuación.
A partir de indicios que encuentra en el libro, Symonds va más allá de las conclusiones de Marshall sobre Bugnini, al haber descubierto nuevas pruebas sobre el prelado que definitivamente hacen pasar la cuestión de su asociación con la Masonería del terreno de las conjeturas y sospechas, donde ha estado hasta tiempos tan recientes como el de la publicación de la erudita biografía que hizo Yves Chiron, hasta el nivel de una hipótesis con muchos visos de probabilidad. En lugar de citar «fuentes anónimas», según había quedado la cuestión con Michael Davies, por fin conocemos a las fuentes por su nombre y podemos seguir un plausible rastro documental.

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Nuevas pruebas de la pertenencia de Anibale Bugnini a la Masonería
Kevin Symonds
En este libro Taylor Marshall sostiene resueltamente que la Iglesia Católica ha sido infiltrada, tal como suena, por sus enemigos, sufriendo en consecuencia una arrolladora campaña de alteración y perturbación. Un aspecto concreto en el que Marshall propone su tesis tiene que ver con la influencia del padre vicentino y más tarde arzobispo Annibale Bugnini (1912-1982) en las reformas litúrgicas de mediados del siglo XX. La presente reseña se centrará en cómo expone Marshall la influencia de Bugnini en dichas reformas, y en particular la afirmación del autor en el sentido de que Bugnini estaba relacionado con la Masonería. Se aduce que a pesar del gran interés de Marshall por encontrar pruebas de la infiltración y de su predisposición contra Bugnini, se le escapan en realidad algunas pruebas importantes que demuestran que Bugnini estaba afiliado a la Masonería italiana.
Annibale Bugnini: ¿masón infiltrado en la liturgia romana?
La primera mención del arzobispo Bugnini aparece en el capítulo nueve de Infiltration: «El comunismo infiltrado entre los sacerdotes». En este momento no está muy bien desarrollada la bibliografía erudita disponible sobre un tema tan espinoso. Por eso, Marshall dispone de terreno de sobra para exponer su tesis general. Aprovecha parte de las publicaciones existentes sobre el particular, y de modo especial el testimonio de Bella Dodd (ex comunista y célebre reconvertida al catolicismo), y a continuación mete de paso a Bugnini.[1]
El reconocimento por parte de Dodd de que había infiltrado agentes comunistas en los seminarios proporciona a Marshall una base sólida sobre la que construir su argumentario. Actualmente es harto sabido que el comunismo soviético, por designio de Josef Stalin, intentó infiltrarse en el clero católico. En realidad, aunque el sacerdocio católico fue prioritario en las tentativas soviéticas de infiltración, no fue el único blanco; los protestantes también fueron objeto de intentos por el estilo.[2] Ahora bien, una cosa es tener unos sólidos cimientos, y otra tener encima la estructura de un edificio que se mantenga segura.
Una vez mostrados los cimientos, Marshall nos presenta a Bugnini: «Nos limitaremos a afirmar que fue un sacerdote infiltrado y también masón» (89). Las afirmaciones que hace aquí Marshall dan a entender que Bugnini tramaba algo siniestro con su labor en las reformas litúrgicas antes, durante y después del Concilio.
Entonces, ¿se infiltró Bugnini en la Iglesia al ordenarse sacerdote en 1936? Según Marshall, Bugnini ingresó en la Masonería en 1963 (90), pero no dice si cree que se infiltró con anterioridad a su iniciación masónica.

A partir de aquí Marshall se centra en Bugnini, la Masonería y la reforma litúrgica de mediados del siglo XX. Comienza por la famosa historia del maletín.
Según dicha historia, se cuenta que a mediados de los años setenta el arzobispo dejó olvidado un maletín en una sala de reuniones de la oficina de una curia del Vaticano. Un sacerdote descubrió el maletín y lo abrió para ver de quién era. En su interior aparecieron documentos que comprometían a Bugnini al revelar que, o bien era masón, o al menos demostraba tener algún trato con masones.[3] Como correspondía, los documentos fueron llevados a S.S. Pablo VI, y poco después Bugnini abandonaba la Curia Romana rumbo a Teherán como nuevo nuncio pontificio.
Marshall cita una carta al director del P. Brian Harrison, OS, publicada en 1989 en AD 2000.[4] El P. Harrison, que a la sazón se encontraba en Roma, escribía en respuesta a un artículo del prestigioso autor tradicionalista Michael Davies aparecido en la referida publicación que en parte hablaba de la cuestión de Bugnini y la Masonería.
Marshall cita la última frase del artículo: «Un clérigo de reconocido prestigio internacional e intachable integridad me dijo también que había tenido noticia del descubrimiento de las pruebas que incriminaban a Bugnini directamente del sacerdote romano que las descubrió en un maletín que el purpurado había dejado por descuido en una sala de reuniones del Vaticano». A continuación, Marshall enumera una serie de supuestos masones que publicó la Masoneía italiana en 1976. Dice que Bugnini se afilió el 23 de abril de 1963 y que su nombre en clave era Buan.
Es importante señalar que hacia el principio de su carta el P. Harrison relata su experiencia personal en Roma en relación con los masones del Vaticano. Reconoce, entre otras cosas, que hay algunas personas en Roma, entre ellas el cardenal prefecto de una congregación cuyo nombre no da «que creen que ha habido y hay masones que ocupan altos cargos en la Santa Sede». El P. Harrison reconoce además que le sorprendió descubrir que los rumores no procedían de conspiranoicos.
Seguidamente, Harrison habla de «una opinión generalizada en Roma de que fueron los propios Masones los que hicieron circular la absurdamente larga lista de supuestos miembros de la logia vaticana en 1976». Según Harrison, el motivo por el que lo hicieron era «precisamente para que pareciera algo ridículo, y proteger así a los pocos prelados que realmente eran masones». A esta frase sigue la última que cita antes Marshall.
Marshall no expone a sus lectores las cautelas del P. Harrison.

Habiendo leído el texto completo, me intrigó mucho la información expuesta por el P. Harrison. Sabiendo que éste todavía vivía, pedí a un amigo común que me lo presentara, lo cual hizo por correo electrónico en junio del año pasado.
En el curso de nuestra conversación, Harrison reconoció la autenticidad de su carta al director y prometió enviarme más información, la cual me llegó el 28 del mismo mes. El P. Harrison me reveló la identidad de las personas con las que había hablado, sin nombrarlas, hacía treinta años:
En primera lugar, ahora que entro a saco en la memoria, el «clérigo de reconocido prestigio internacional» al que mencioné fue casi sin ninguna duda el aristócrata alemán Dr. Eric von Savethem, predecesor de Michael Davies en la presidencia de Una Voce Internacional, y principal artífice, gracias a su incansable y muy diplomático esfuerzo negociador con el entonces cardenal Ratzinger y otros, de que se recuperara […] la celebración de la Misa Tradicional (de manera destacada, el indulto de 1984). Me encontré con De Saventhem. Creo que falleció en los primeros años de este siglo [2005]. Me pidió que no revelara su identidad, pero como ya es historia y no va a perjudicar a nadie…
Tras este primer nombre, el P. Harrison identifica al cardenal a quien había mencionado:
Durante una fiesta, Davies nos dijo a un grupo de los allí reunidos que cuando en 1974 aquel sacerdote encontró el maletín con papeles sospechosos de Bugnini lo llevó al cardenal Dino Staffa (1906-1977), por aquel entonces prefecto de la Signatura Apostólica […] Añadió que el cardenal Staffa llevó el maletín con su contenido a los carabineros, policía federal italiana que se ocupa de investigar delitos posiblemente cometidos por sociedades secretas (como la tristemente célebre Logia P-2 [5]). Se lo dejó y les pidió que lo examinaran y le comunicaran a la mayor brevedad posible si consideraban que se trataba de pruebas fehacientes de la pertenencia de Bugnini a la Masonería. No tardaron en enviar un informe al purpurado declarando que los papeles eran auténticos y resultaban incriminadores. Staffa llevó la información y las pruebas a Pablo VI y le dijo al Sumo Pontífice que si no destituía inmediatamente a Bugnini de su cargo, clave para la liturgia, se vería obligado en conciencia a dar a conocer al público tan escandalosa noticia. Al cabo de un día o dos, Pablo VI había fusionado los dos dicasterios litúrgicos en uno y dejado con ello sin trabajo a Bugnini.[6]. Después de dejar a éste por un tiempo en el aire y negarse a dirigirle la palabra, el papa Pablo terminó por enviarlo como nuncio a Irán. [7]

Bugnini y las reformas litúrgicas
Volviendo a la exposición de Marshall sobre monseñor Bugnini, la siguiente vez que menciona al arzobispo en el libro lo hace en el capítulo doce, que trata de la infiltración comunista en la liturgia. Explica Marshall: «En 1948 Pío XII nombró al polémico padre Annibale Bugnini miembro de la Comisión para la Reforma de la Liturgia» (103). Marshall especifica que el año era 1948, pero en aquel momento Bugnini no estaba considerado un personaje muy polémico. El texto da a entender que el venerable Pío XII cometió errores patentes y garrafales en la segunda mitad de su reinado, y que uno de ellos fue el nombramiento de Bugnini.
A continuación Marshall habla de Bugnini en el contexto de las reformas litúrgicas de Pío XII entre fines de los cuarenta y principios de los cincuenta. [8] En resumidas cuentas, Marshall alega que Bugnini era el motor, la verdadera razón de ser de las reformas de Pian en los años cincuenta. El perito del Concilio y más tarde cardenal Ferdinando Antonelli OFM (1896-1993), que participó activamente en la comisión de Pian para la reforma, tiene una idea muy diferente de la importancia de Bugnini en aquel tiempo. Da a entender que el papel que representaba era minúsculo. [9] La verdad es que por aquella época Bugnini no estaba muy versado en los métodos y estilo de la Curia, y mucho menos se había convertido en manipulador del aparato vaticano.

Otra indicación procede del P. Charles Murr, ex secretario del cardenal Édouard Gagnon 18918-2007), que fue presidente del Pontificio Consejo para la Familia de 1974 a 1990. El P. Murr era ahijado de la madre Pascalina, mano derecha de Pío XII durante todo su pontificado. En el libro que dicho padre escribió sobre ella, La madrina, la madre Pascalina habla de las reformas de Pian y la participación de Bugnini en ellas:
«Bugnini cometió dos grandes errores. Se atribuyó la reforma de la Vigilia Pascual cuando en realidad los cambios los introdujo el Santo Padre en vez de él. Es más, el cobarde Bugnini criticó a Pío XII –después de muerto, claro– por obstruir sus planes y no dejarle avanzar en su reforma de la liturgia. ¡Acusó al Santo Padre de obstrucción y de no dejar que se saliera con la suya!» [10]
Tratando de organizar sus descuidadas afirmaciones sobre Bugnini, Marshall señala: «Sin que Pío XII lo supiera, corrían rumores de que Bugnini era masón». Y eso que cincuenta páginas antes Marshall cita el anuario masónico de 1976 afirmando que Bugnini se inició en junio de 1963. O sea, poco menos de cinco años después de la muerte de Pío XII. A pesar de ello, Marshall procede en el capítulo siguiente a achacar la culpa a decisiones erróneas del Pontífice (sobre todo en relación con sus colaboradores) debidas a la falta de salud que padeció a partir de 1954. [11]

Conclusión
Considerada durante un tiempo excesivamente largo un tema tabú, la infiltración de la Iglesia Católica por enemigos internos ha sido objeto de más atención cada vez en los últimos años. Han contribuido notablemente a ello diversos aspectos del pontificado de Francisco y la creciente avalancha de acusaciones de abuso de menores en el seno de la Iglesia. Estas y otras cuestiones han sido motivo de escándalo para muchos católicos.
Es natural que los fieles estén más abiertos que antes a toda clase de ideas y opiniones. En palabras de Gustave le Bon, en su clásico estudio sobre la psicología de las masas, «se han encontrado cara a cara con las ciegas y mudas fuerzas de la naturaleza, que son inexorables con la debilidad y desconocen la compasión». En su búsqueda de explicaciones, muchos han recurrido «instintivamente a retóricos que les dan lo que ellos quieren» [12]
Con este telón de fondo, Taylor Marshall hace su exposición de cómo, ciertamente, ha sido infiltrada la Iglesia Católica. Al igual que muchos otros, busca una explicación de la dolencia que aqueja a la Iglesia. No se le puede achacar como defecto que desee hacerlo, y es de agradecer que llame la atención hacia un aspecto sensible de la investigación. Si bien el libro presenta argumentos a tener en cuenta, adolece por otra parte de un elevado grado de superficialidad y errores factuales y llega a apoyarse en suposiciones. Es menester someter la cuestión al minucioso análisis de alguien guiado por más experiencia.
Por lo que se refiere a lo expuesto por Marshall sobre monseñor Bugnini, es cierto que Bugnini no está libre de sospecha. No se lo debe absolver de cualesquiera culpas que puedan achacársele con razones fundadas. Ahora bien, hay que esmerarse por ser precisos con el historial de Bugnini para podernos hacer una idea más informada y veraz sobre su vida y sus actos. En este sentido, el claro intento por parte de Marshall de simplificar temas complejos para hacerlo más inteligibles ha influido negativamente en su exposición.
Los lectores habrán de tener en cuenta la advertencia que hace monseñor Athanasius Schneider de Kazajstán de no tomarse más en serio de la cuenta la información contenida en el libro. En el prólogo que escribió para el mismo, monseñor Schneider señala que «por falta de suficiente documentación algunas de las cuestiones expuestas habrán de seguir considerándose hipotéticas».(X) Conviene hacer caso de la advertencia de Schneider, pues es preciso tomarse con mucha más cautela algunas de las anécdotas expuestas por Marshall, dado que lo que actualmente se entiende como cierto puede quedar desacreditado más adelante por otras fuentes documentales. [13]

NOTAS:
[1] Marshall también se confunde con sus fuentes respecto a Dodd al citar un artículo como si mencionara su conferencia de 1953 en la Universidad de Fordham, cuando no es así, y al afirmar que hay una grabación de la conferencia, la cual no parece que exista: V. p.86, nº46.
[2] Manning Johnson dio testimonio de ello ante una comisión del Congreso en 1953. (House of Representatives, Hearing Before the Committee of Un-American Activities [Washington, DC: United States Government Printing Office, 1953], 2278ff). El testimonio de Johnson no menciona específicamente el catolicismo.
[3] Marshall sostiene que los documentos imputaban a Bugnini de masón.
[4] Ver este enlace.
[5] Propaganda Due o P2 era una logia de la Masonería italiana fundada en 1805. Por la participación que tuvo en el siglo XX en diversas actividades delictivas –en concreto por su probada actuación en el escándalo del Banco Vaticano a fines de los setenta–, el parlamento italiano la disolvió legalmente en 1982.
[6] El 11 de julio de 1975 Pablo VI fusionó la Congregación para el Culto Divino y la de las Causas de los Santos, las cuales había separado en 1969.
[7] Bugnini fue nombrado pro nuncio en Irán el 5 de enero de 1976
[8] Según dice Marshall al final del capítulo, Bugnini destrozó la liturgia de Semana Santa a modo de experimento. Destaca también las reformas al Novus Ordo con estas palabras: «Lo que terminó por convertirse en la Novus Ordo Missae de 1969-1970 surgió de las semillas que había sembrado Bugnini en la Semana Santa de 1955 (Marshall 106).
[9] Il card. Ferdinando Antonelli e gli sviluppi della riforma liturgica dal 1948 al 1970 (Roma: Centro studi S. Anselmo, 1998). Formaba parte de la colección Studia Anselmiana series; The Development of the Liturgical Reform: as seen by Cardinal Ferdinando Antonelli from 1948-1970 (Fort Collins, Colorado: Roman Catholic Books, 2009).
[10] P. Charles Theodore MurrThe Godmother: Madre Pascalina, A Feminine Tour de Force(Middletown, DE: Self-published with Amazon.com, 2017), 144. Según lo que recuerda el P. Murr de las conversaciones que sostuvieron, la madre Pascalina estaba plenamente convencida de Bugnini era efectivamente masón.
[11] Marshall hace una afirmación discutible sobre monseñor Montini, el futuro Pablo VI: «Era Montini el que dirigía la Santa Sede y el Pontificado entre 1955 y la muerte de Pío XII en 1058. Entre otras cosas, permitió que el desacreditado médico pontificio entrase al apartamento pontificio y tomara fotos de Pío XII agonizante…» (108) En 1955 Montini era arzobispo de Milán, archidiócesis a la que había sido promovido un año antes. (cf. AAS 46 [1954], 688, 728). Marshall no facilita ninguna fuente que acredite su afirmación de que el Dr. Riccardo Galeazzi-Lisi tomara fotos con la ayuda de Montini. Más información sobre las circunstancias de la muerte de Pío XII se puede encontrar en Paulmu Hoffman, The Vatican’s Women: Female Influence at the Holy See (New York, New York: St. Martin’s Griffin, 2002), 42ff.
[12] Gustave Le Bon, The Crowd: A Study of the Popular Mind (London, England: T. Fisher Unwin, 1907), 125.
[13] El propio monseñor Schneider cita las circunstancias de la muerte de Juan Pablo I. En el capítulo veinticinco, Marshall insinúa que fue asesinado. No obstante, dice a sus lectores que el Santo Padre ya estaba mal del corazón y que la noche anterior había estado levantado hasta muy tarde irritado por una discusión a gritos con el cardenal Sebastián Baggio, el cual, paradójicamente, era un notorio masón. (V. Fr. Charles Murr with Jesse Romero and Terry Barber). Esto ya se sabía antes de publicarse Infiltration.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)